sábado, 29 de diciembre de 2012

La Vida de Pi - Doblada al Español

Si usted vio La Vida de Pi (Una Aventura Extraordinaria) doblada al Español para México, seguramente el acento del personaje principal le sonó conocido. No le busque más, el misterio está resuelto:

jueves, 27 de diciembre de 2012

Una Aventura Extraordinaria ***1/2


(Life of Pi, EUA / China 2012) Clasificación México ‘A’ / EUA ‘PG’.
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

¿Quiere que le cuente un cuento? Fui al cine y ví a un muchacho y un tigre juntos en una lancha, en altamar, durante más de 200 días. La película es Una Aventura Extraordinaria y a su vez cuenta la entretenida historia de Pi, un joven hindú que, desde pequeño, está inmerso en historias extraordinarias.

Historias extraordinarias, empezando por el origen del nombre del muchacho. No revelaré los detalles, ya que ahí hay una de las grandes carcajadas de la película, pero usted puede imaginar cómo el nombre Pi puede ser usado por los burlescos compañeros de escuela y no necesariamente pensando en el número 3.1416. Extraordinario también, que el director chino Ang Lee no se queda en la anécdota graciosa, sino que toma la idea y nos trae con ella una de las tantas hermosas imágenes que contiene la cinta y son usadas para elevar la historia a un plano mayor, el visual, al mostrar, por ejemplo, a un hombre nadando primero en el agua de una alberca y luego, de manera fluida, entre las nubes de un bello cielo azul. Esta escena, por cierto, es una de las que a lo largo de la película destaca por el uso de los efectos tridimensionales, junto con algunas más, pero todo el asunto de los lentes y el pago extra me sigue pareciendo injustificado para unos cuantos minutos de buen uso del efecto de profundidad, así que no urjo a nadie a que la vea en 3D.

Esta y las otras historias extraordinarias son contadas por un Pi adulto, el actor Irrfan Khan, por lo que sabemos de antemano que Pi sobrevive a su periplo marino. El pretexto expresado para tanto cuento es que, oyéndolos, uno terminará creyendo en Dios. Bueno, creo que aquí está la única pretensión exagerada y equivocada de la película, ya que uno termina entendiendo la necesidad de Pi y varios de los personajes de creer en Dios, pero la historia de Pi y el tigre, por la forma como está contada, no da para tanto en cuanto a pruebas de fé. Especialmente por la presentación que hace Pi de sí mismo, en su interminable adopción de cuanta religión se le atraviesa desde niño: catolicismo, hinduismo, islam, budismo, etc. El director Lee mantiene el relato de Pi bastante ligero y uno simpatiza inmediatamente con Pi, pero, inevitablemente, también con su padre, un pragmático hombre que basa su vida en la razón y en la ciencia. Así que realmente no se discute ni expone la existencia de Dios, sino la elección que hace uno de creer o no.

Justamente sobre esa premisa se construye toda la película. Quien escucha a Pi puede creer o no su fantástica historia, pero retarla no tiene ningún sentido. ¿Fue real su viaje por el mar y la compañía del tigre? Después de todo, Pi, versado desde pequeño en los simbolismos de las distintas religiones, especialmente la hindú, puede ver al tigre, al mar y sus criaturas (¿le suenan conocidas las ballenas como vehículo de redención?), a las islas salvadoras y las selvas inescrutables, como una representación de algo más. De que su historia es extraordinaria y sobre todo entretenida de principio a fin, lo es. Necesaria para aceptar trágicos hechos en su vida, también. ¿Necesaria para nosotros, que la escuchamos, nos reímos, entristecemos, asustamos y nos asombramos ante cada vuelta en el rumbo de Pi y el tigre en esa lancha? Bueno, para eso pagamos semana a semana nuestro boleto del cine, ¿no?

jueves, 20 de diciembre de 2012

El Hobbit: Un Viaje Inesperado *

(The Hobbit: An Unexpected Journey, NZ/RU/EUA 2012) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

No cabe duda: al director neozelandés Peter Jackson le gusta hacer las cosas en grande. Cuando, hace 11 años, adaptó para la pantalla grande el primer libro de El Señor de los Anillos, nos presentó una película de tres horas, con un extenso reparto multinacional, increíbles imágenes repletas de efectos especiales, personajes fantásticos dibujados y animados por computadora que se veían casi tan reales como los humanos en pantalla y, sobre todo, una excelente historia, que tomaba lo mejor de la novela y, como es costumbre en estos casos, condensaba, cambiaba, eliminaba o de plano inventaba escenas, siempre en beneficio de la narrativa fílmica. El que, después de tres horas en el cine, con salas llenas, el público salimos pidiendo más es testamento del, repito, gran trabajo de Jackson. En 2002 y en 2003 acudimos en masa al cine a ver las también excelentes adaptaciones de las dos novelas siguientes. Todo mundo feliz. Pues bien, ahora Jackson nos entrega, también en grande, la primera parte de tres de la adaptación de El Hobbit, la novela anterior a la trilogía del Anillo. Y nuevamente el resultado de la película es proporcional a su tamaño. Una falla descomunal.

Antes de continuar, quiero hacer una aclaración, estimado lector. Sí, leí la novela, hace años y sí, la disfruté enormemente. No recuerdo todos los detalles pero sí tengo muy presente la fascinación por Bilbo, ese pequeño personaje que, literalmente sacado de su zona de confort, se convierte en uno de los héroes más grandes de la Tierra Media, ese mundo inventado por J.R.R. Tolkien, habitado por humanos, hechiceros, duendes, elfos, enanos, dragones y demás monstruos de las mitologías europeas. Así que puedo reconocer algunas de fallas que tiene la película respecto a la historia que busca contar.

El primer problema es querer ser una “precuela” (que debería ser mala palabra) de la trilogía fílmica de El Señor de los Anillos. Esto a pesar de que han pasado 9 años desde el estreno de la tercera cinta y por lo tanto, existe ahora toda una nueva generación de niños que aún no ha visto El Señor de los Anillos y no necesita recordar glorias pasadas en una sala de cine. Pues bien, o mal, mejor dicho: desde el inicio de El Hobbit y durante sus 170 minutos, Jackson nos presenta hechos y personajes salidos o inspirados de escenas de El Señor de los Anillos.

Bueno, esto se entiende, dado el éxito de esas películas. Excepto que Bilbo, el Hobbit del título, prácticamente no aparece en El Señor de los Anillos (conste, estoy hablando de las películas pero también aplica a las novelas). Tampoco aparece ninguno de los enanos que forman la compañía a la que se une Bilbo para tener la aventura de su vida. En todo caso, de este grupo sólo hemos visto antes al hechicero Gandalf. Sin embargo, Jackson dedica todo un prólogo de unos diez o quince minutos a describirnos la vida de los enanos de la Tierra Media y las desgracias de Thorin, el destronado príncipe que busca volver a dar gloria a su gente, a través de recuperar el tesoro robado por el dragón Smaug. Más o menos en el estilo del prólogo y las historias de los reyes humanos en El Señor de los Anillos. Por cierto, un momento: ¿no se llama la película “El Hobbit”? Aparentemente Jackson piensa que Bilbo no tiene la fuerza, como personaje, para llevar toda la historia, ya que Thorin es en quien descansa el peso dramático y Bilbo es relegado, la mayor parte del tiempo, al papel de observador.

Igualmente, las distintas escenas “de acción” y de batalla terminan recordando a las que vimos en El Señor de los Anillos, intercaladas con largas y aburridas exposiciones de planes y motivos por parte de enanos, elfos y hechiceros, que se explican unos a otros sus razones para dejar de lado sus diferencias y firmar el Pacto por la Tierra Media. Nuevamente, el peso de Bilbo es hecho a un lado, a favor de presentar extensamente a cada personaje que veremos en pantalla. Estéticamente, las escenas de batalla y persecuciones molestan por el hecho de que los encuadres se mueven bruscamente de un lado a otro, de modo que uno termina cansado y confundido después de tanta sacudida.

Siendo justos, la película tiene su mejor momento, de hecho un momento excelente, en el encuentro de Bilbo con el Gollum, junto a un lago en el oscuro interior de la montaña. Bilbo, actuado por Martin Freeman, actor británico principalmente televisivo, y el Gollum, nuevamente interpretado con captura de movimientos y voz por el genial Andy Serkis, se podrían llevar la película en ese duelo de acertijos. Desgraciadamente, el magnífico episodio termina siendo aplastado por más de dos horas de rutinarias secuencias de exposición tediosa y acción vertiginosa y confusa.

Decía que cuando leí la novela, la disfruté enormemente, al grado de que no la pude soltar hasta que la terminé. No podía esperar a saber qué iba a pasar con Bilbo y compañía. Ahora, después de ver este bodrio que es la primera parte de la adaptación, no puedo ver cómo alguien quiera esperar a estar sentado otras seis horas en el cine. ¿9 horas en total? Hombre, leí el libro en menos tiempo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Buscando Un Amigo para el Fin del Mundo **1/2


(Seeking a Friend for the End of the World, EUA/Singapur/Malasia/Indonesia) Clasificación México 'B-15'/EUA 'R'
Calificación ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
La pregunta es típica: ¿qué harías si te quedaran X días para vivir? De ahí parten respuestas tan variadas como personas hay, seguramente. Sin embargo, tanto la pregunta como las respuestas asumen que sólo la persona que contesta va a morir y todos los demás nos quedaremos a ver el tiradero que dejó el muertito con su último deseo. En esta película, la pregunta se hace con el tema de moda en este diciembre: ¿qué harías si el mundo se fuera a acabar en tres semanas? Y luego nos lleva en un viaje con Dodge, su protagonista, mientras lo vemos decidir qué hacer con sus últimos días. Y como sus últimos días también, dentro de la película, son nuestros últimos días, nos pasamos el rato pensando qué haríamos nosotros.
 
La guionista Lorene Scafaria dirige su primera película sin apartarse mucho del tema que presentó en 2008 en Nick y Norah, Una Noche de Música y Amor: el muchacho sin mucho futuro conoce a la muchacha, no tienen nada en común pero "el destino" los une o, mejor dicho, deciden unirse en una jornada en la que intercambian ideas y deciden que son almas gemelas y no pueden vivir el uno sin el otro. En este caso, el muchacho no lo es tanto, con el cuarentón Dodge (Steve Carrell, de Virgen a los 40 o Loco y Estúpido Amor, ahora en plan serio, como lo vimos en Dan en la Vida Real) y la muchacha es la flaquita veinteañera Penny (Keira Knightley, de Piratas del Caribe). Además, ninguno de los dos tiene futuro, igual que el resto de quienes vivimos en el planeta, ya que justo al inicio de la cinta se nos informa que un asteroide chocará con la Tierra en exactamente tres semanas. Y pa' acabarla, el personaje de Carrell, Dodge, es vendedor de seguros. Ante el fin del mundo, he ahí una mala elección de carrera...
 
Lo que sigue después del fatidico anuncio inicial consiste en una serie de viñetas en las que vemos a Dodge deambular, solo, de su casa al trabajo para hacer llamadas telefónicas a posibles clientes ("¿el seguro me cubre eventos apocalípticos?") o bien, asistir a juntas en que se ofrece subir de escalafón simplemente porque ya no importa quién ocupe el puesto. Dodge regresa a su casa para encontrar a su sirvienta limpiando afanosamente: "compre más Windex". Aún cuando vemos el ocasional ataque de nervios en alguno de los personajes marginales, es sorprendente lo bien que la mayoría de los personajes que Dodge encuentra han tomado la noticia del fin del mundo pero, pensaba yo mientras veía la película, ¿cómo lo tomaría yo?
 
El planteamiento de la directora Scafaria da para esto, no sólo por el tema sino por las opciones que nos presenta entre los conocidos de Dodge ("comer y beber lo que sea", "ponerme todas las joyas que tengo", "ligarme a cuanta chamaca se me atraviese"). El propio Dodge no sabe qué hacer ante tal buffet, hasta que conoce a Penny, su flaquita vecina inglesa, que sólo quiere regresar a Inglaterra para morir junto a su familia. Dodge está tan solo en su indecisión sobre sus últimos días, que acepta la compañía de Penny.
 
Es claro, desde que se conocen, que eventualmente (es decir, antes de tres semanas) Penny y Dodge se involucrarán románticamente, por lo que creo que algunos de los elementos que Scafaria inserta en su historia son innecesarios, dadas las motivaciones de ambos personajes. Para empezar, se conocen de una forma típica en las comedias románticas, por accidente y de una forma completamente extraordinaria que inmediatamente deja claro en Dodge que esta muchacha es especial. Bueno, si el mundo fuera a terminar en tres semanas y usted estuviera solo, ¿no le parece que cualquier vecina atractiva sería alguien extraordinario para conocer? De cualquier manera, Penny decide que Dodge tiene que tener un motivo para continuar y juntos se embarcan en un viaje por carretera, de esos que en las películas sirven a un par de desconocidos para descubrirse como destinados el uno al otro.
 
Naturalmente, en el camino encontrarán a una serie de personajes interesantes o extraños, pero cómo no serlo si el mundo se va a acabar, ¿no? Aun así, Dodge y Penny siguen juntos, contándose sus penas en esa interminable (es un decir) espera para el impacto final. El resultado va de pláticas triviales a profundas, diseñadas no sólo para entretenernos, sino también hacernos pensar. Es inevitable, ante algunas de las situaciones presentadas, especialmente la que tiene que ver con la familia de Dodge, ponerse inmediatamente en su lugar y pensar: "en vida, hermano, en vida". Curiosamente el personaje de Penny no tiene esta distinción y funciona sólo como un motivo de Dodge para seguir adelante. Tanto así, que lo que uno adivina que va a pasar con ella, finalmente pasa.
 
Disfruté de la determinación de la directora Scafaria en seguir adelante con su premisa hasta el final, por lo que me pareció innecesaria una revelación que ocurre hacia los últimos minutos de película pero que no cambia en nada ni a los personajes ni a la historia. Esta película, finalmente, me hizo recordar otra con un tema similar, Presagio (Alex Proyas, 2009). En ella, sólo Nicholas Cage sabía que el mundo se iba a acabar. El resto no lo sabía. Uno, como espectador, también se preguntaba "¿yo qué haría?" Lo mejor de Buscando un Amigo Para el Fin del Mundo es que la pregunta se convierte a plural: "¿Qué haremos con las tres semanas que nos quedan?" Sería bueno preguntarse, más bien: "Y ¿cómo sabes que de veras vas a durar las tres semanas?" En vida, hermano, en vida.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El Origen de los Guardianes *


(Rise of the Guardians, EUA 2012) Clasificación México 'AA' / EUA 'PG'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
Confieso que no tengo idea de quién es Jack Frost ni por qué en esta película, El Origen de los Guardianes, el mentado Frost es comparable a Santa Claus o el Conejo de Pascua, que es básicamente lo que plantea. Y ya que estoy en esto y después de haber visto la película, confieso que sigo sin saber por qué se supone que Santa Claus y el Conejo de Pascua están en el mismo nivel que el ratón de los dientes o el de Juan Pestañas. Sin embargo, eso es lo que nos propone este amasijo de ideas y escenas “de acción”, disfrazado de película para niños.

Según la película, Jack Frost es una especie de fantasma juguetón, responsable de hacer caer copos de nieve y congelar las ventanas de las casas en el invierno, en los lugares donde los inviernos son tan helados como para que caiga nieve, por supuesto. Un mal día, otro fantasma, pero este maligno, intenta apoderarse de los sueños de los niños de todo el mundo y reemplazarlos por pesadillas, con el único fin de ser conocido y reconocido en todo el mundo como… El Coco. Entonces, nada menos que Santa Claus entra al quite, encabezando un escuadrón de contraataque, formado por Jack Frost, el Conejo de Pascua, el hada de los dientes (la versión gringa del ratón de los dientes) y el Arenero, o Sandman, como llaman, sin traducción, en la versión doblada al Español, al tipo que se supone echa arena en los ojos de los niños para hacerlos dormir  y producirles dulces sueños (yo lo conozco como Juan Pestañas también, por cierto).

Aparentemente, la razón por la que Santa Claus se hace acompañar de este ecléctico grupo es que tienen en común que los niños de todo el mundo creen en ellos y eso les da la fuerza para derrotar al Coco. Dejemos de lado, por un momento, el hecho de que Santa Claus y el Conejo de Pascua son personajes ligados desde hace siglos a festividades cristianas y, aunque sus versiones americanizadas son probablemente conocidas en buena parte del mundo, por la globalización del entretenimiento estadounidense, definitivamente no representan nada en la fe de países asiáticos y africanos y difícilmente forman parte del imaginario de los niños en esas regiones, contrario a la idea en la que descansa toda la película.

La verdad, eso no importa cuando lo que El Origen de los Guardianes busca es solamente ligar una serie de escenas de introspección por parte del protagonista, Frost, con otra serie de escenas de acción vertiginosa donde la cámara subjetiva se mueve incansablemente, lanzándonos a altas velocidades un montón de imágenes borrosas, diseñadas para justificar el efecto tridimensional con que se vende la cinta. Y esto es una lástima, por dos razones. Primero, el diseño de arte, especialmente en los escenarios del taller de Santa Claus y el palacio del hada de los dientes, parece muy interesante y digno de contemplar, si tan sólo la cámara dejara de moverse por un minuto. Se nota que el director Peter Ramsey sucumbió a la idea de que para transmitir la emoción de la acción, la cámara tiene que estar moviéndose rápidamente todo el tiempo.

Y la segunda razón por la que Ramsey debió dejar su cámara virtual (es una cinta dibujada y animada en pantallas de computadora, pues) quieta por más tiempo, está en el lucimiento que se pudo haber dado al trabajo del excelente cinefotógrafo Roger Deakins (de quien acabamos de ver la magnífica fotografía de 007 Operación Skyfall), que aquí fungió como consultor de imagen, aplicando sus conocimientos y experiencia al proceso de producción de las distintas secuencias, recomendando a los dibujantes y animadores, la iluminación adecuada y la saturación de colores requerida para cada situación. Para que usted se dé una idea de lo que pudo ser, vea la secuencia  inicial, donde vemos a Jack Frost por primera vez: cómo la luz de la Luna da una tonalidad plateada y mágica a los juegos de Frost. O bien, la escena donde el brillante Jack enfrenta al gris Coco en su oscuro y lúgubre palacio. El maestro Deakins, igual que lo hizo antes para Cómo Entrenar a Tu Dragón, lleva el cine animado por computadora a un plano más elevado, visualmente hablando. La banda sonora también merece mención aparte, especialmente en las escenas del Coco, que en la película aparece a veces como una persona y a veces como una sombra, con su voz cambiando de volumen, tono y punto de origen conforme el fantasma se mueve por la pantalla. Una delicia para el oído.


Lamentablemente el director Ramsey no confía en la fuerza de la conmovedora historia del origen de Jack Frost (según la película) para enfrentar al malo y decide recurrir a la invención de motivos falsos y hasta cierto punto egoístas, para Santa Claus y el Conejo de Pascua. De acuerdo a la premisa de la cinta, lo que mueve a Santa Claus y al Conejo de Pascua, igual que al Coco y a Frost, es que los niños crean en ellos. Hombre, para eso, Peter Pan y Campanita lo contaron ya y de una mejor manera, ¿no cree?

sábado, 1 de diciembre de 2012

Argo ***


(Argo, EUA 2012) Clasificación México 'B' / EUA 'R'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
La vida imita al arte y viceversa, no cabe duda. Durante la crisis de los rehenes estadounidenses en Irán, de 1979 a 1981, la CIA y el gobierno canadiense intentaron rescatar a seis diplomáticos estadounidenses, haciéndolos pasar por un grupo de cineastas que supuestamente visitaban Tehrán en busca de locaciones para una película de Hollywood. Pues bien, ahora tenemos a Hollywood presentándonos la película "basada en los hechos reales", como dicen.
 
Ben Affleck, quien inició su carrera en Hollywood por la puerta grande, hace quince años, como oscareado co-guionista (y actor secundario) de Mente Indomable (Good Will Hunting, 1997), duró varios años construyendo una carrera como limitado actor de cintas taquilleras, que le sirvieron para eventualmente empezar a producir y dirigir sus propias películas, debutando con la impresionante Desapareció Una Noche (Gone Baby Gone, 2007) y continuando con la excelente Atracción Peligrosa (The Town, 2010). Así que podemos decir que el joven Mr. Affleck conoce, desde chamaco y desde adentro, cómo se mueven los hilos en Hollwywood.
 
Affleck pone a buen uso su experiencia como productor, director y hasta como actor poco expresivo, para contar y protagonizar la historia de Tony Méndez, un agente de la CIA especializado en rescates de estadounidenses en zonas de alto riesgo, que estuvo a cargo de montar toda la historia falsa de los supuestos cineastas y también ejecutó la operación de extracción, directamente en las calles y aeropuerto de Tehrán.
 
Un barbado Affleck, con cara de jugador de póker, resulta efectivo como el espía que no debe llamar mucho la atención, por más tensa que sea la situación. Y vaya que es tensa, en medio de la crisis diplomática más fuerte que haya enfrentado Estados Unidos con Irán. Las primeras escenas prácticamente rayan en el documental y conforme avanza la película se mantiene ese aire de realismo "no ensayado", intercalado con escenas más clásicas de este tipo de películas de suspenso. Sin embargo, hacia el final, Affleck cede a la tentación de convertir el suspenso en cine de aventuras, con una improbable escena de persecución, para terminar con un anticlimático epílogo que, evidentemente, hace homenaje al protagonista de la vida real. Afortunadamente nada de esto demerita el impacto del drama presentado y Argo se convierte en un nuevo escalón en la brillante carrera de su director.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Mentiras Mortales ***


(Arbitrage, EUA 2012) Clasificación México 'B-15' / EUA 'R'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
 
Mientras veía Mentiras Mortales, recordé el chiste del tipo que va a reclamarle a otro acerca del carro que le compró apenas una semana antes: "¡Me dijiste que era una maravilla y todo le suena, tira aceite, echa humo, gasta mucha gasolina!" El vendedor, tranquilamente, aconseja al frustrado comprador: "Y si sigues hablando mal del carro, nunca lo vas a poder vender..." Aquí tenemos a Robert Miller, un magnate millonario neoyorkino, que basa su éxito económico, familiar y personal, precisamente en saber vender muy bien todo lo que tiene y es, a base de pantallas muy atractivas. Agreguemos que Robert Miller es interpretado por un magnífico Richard Gere y la pantalla perfecta está completa.
 
Robert Miller lo tiene todo: una hermosa familia, una mansión en Manhattan, una compañía muy exitosa y... una joven amante francesa. ¿Demasiado bueno para ser verdad? Justamente es lo que vamos averiguando a medida que avanza la película, escrita y dirigida por Nicholas Jarecki con mano firme en esta, su primera cinta. Jarecki inicia su historia con un aparente melodrama pero en pocos minutos queda claro que estamos ante una película de suspenso con todas las de la ley.
 
Miller deja, con el eterno pretexto de trabajar tarde y en medio de una celebración familiar, a Ellen, su esposa, la maduramente bella Susan Sarandon, para encontrarse con Julie, su joven "amiguita". Al día siguiente, Miller habla de movimientos millonarios con un tenso e irritado socio, implicando que sus exitosos negocios sólo lo son en apariencia. En la oficina, su hija, encargada de las finanzas del corporativo, le avisa que ciertos números no cuadran. Al volver a casa, su esposa le recuerda que sigue pendiente el donativo de dos millones a un hospital. Robert Miller parece moverse de un problema a otro y para cerrar el día, no le cumple a su enojada amante.
 
Muy pronto resulta claro para nosotros que Miller es culpable de todo lo que los demás sospechan de él. Sin embargo, aguantando vara, Miller libra cada obstáculo a base de su habilidad para poner una buena cara y convencer a los demás de que todo estará bien, aunque las evidencias apunten a lo contrario.
 
El director Nicholas Jarecki juega muy bien su juego, manteniendo el suspenso a pesar de que nos abre todas las cartas de su personaje central. La esposa, la hija, el socio, la amante, el hijo de un antiguo colaborador y hasta un detective fisgón medio resentido con los "ricachones", interpretado por Tim Roth, todos acusan a Miller de lo que a cada uno les ha afectado. Miller no reconoce nada ante nadie, excepto ante sí mismo. De lo que se trata aquí es, y Richard Gere es un experto en ello, hablar bien del carro, para poder seguirlo vendiendo. Si los demás se quieren beneficiar de la venta, bienvenidos. Si no, pues que se suban al destartalado carro y se estrellen en él.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Pasos en la azotea...

Seguramente ya habrá usted oído o leído alguna discusión acerca de cuánto le debe Skyfall, la reciente película del 007 dirigida por Sam Mendes, a The Dark Knight, dirigida por Christopher Nolan en 2008. Uno de estos entretenidos intercambios se da en estos momentos en el blog de Diezmartínez, por si usted gusta darse una vuelta y ponerse al corriente.

El caso es que no sólo los cinéfilos y fans del 007 y Batman lo dicen, hombre, hasta el propio Mendes anda alimentando el fuego. Que si los motivos del héroe, que si los motivos del malo, que si los discursos encima de imágenes del bueno y el malo, que si James Bond se trepa al techo
igualito que Batman...


Hombre, pareciera que nadie se hubiera subido a un techo antes, empezando por el propio Batman, pero de Tim Burton, hace 23 años:


Pero seamos honestos y reconozcamos que ni Batman ni Bond fueron los primeros en subirse a una azotea:


Ni Topol fue el primer filarmónico en escandalizar en los tejados:


Pero la inspiración pudo venir de otro súbdito de la Reina, cerrando el círculo completo:


Aunque un año antes ya habíamos visto lo mismo:


Así que, originales, lo que se dice originales a la hora de usar los techos como santuario, ni Batman ni Bond...

viernes, 16 de noviembre de 2012

Ralph El Demoledor **1/2

(Wreck-It Ralph, EUA 2012) Clasificación México 'AA' / EUA 'PG'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Hace unas semanas me quejaba aquí mismo, al reseñar Resident Evil 5, de la insistencia de Hollywood en adaptar juegos de video al cine, con resultados generalmente pobres. Pues bien, como dicen: pide y se te concederá. Aquí tenemos a Ralph El Demoledor, el turno de Disney en este subgénero de traer juegos de video a la pantalla, presentando algunas ideas intrigantes y algunas otras entretenidas, mientras se mantiene en terreno seguro al no separarse mucho de su tradición de cuentos de hadas, agregando a la mezcla un poco de las imágenes e historias de Pixar. Excepto que el resultado no llega a los niveles de excelencia ni de Disney, ni de Pixar.

Ralph es un personaje de un juego de video, donde su tarea rutinaria es destruir a puñetazos una y otra vez un edificio lleno de inquilinos, sólo para que Félix, su contraparte dentro del juego, arregle todo con un martillo mágico. Si usted ha jugado o visto alguna vez juegos de video por el estilo, sabrá que el jugador (el humano, pues) mueve a Félix, "el bueno" del juego y Ralph sólo es un obstáculo para obtener puntos. Cuando el juego termina, Ralph es lanzado desde lo alto del edificio a un montón de escombros y Félix recibe una brillante medalla dorada. No por nada, el juego se llama Arréglalo Félix... por ello, Ralph decide que ya no quiere seguir siendo el malo y es hora de buscar la manera de ganar para él la ansiada medalla dorada.

Me gustó el rumbo que toma la película a partir de este punto: Ralph acude a terapias de grupo (donde se desahoga con "malos" que pertenecen a otros juegos de video), se pasea por los cables eléctricos y visita otros juegos, como el legendario Pac-Man o un juego de soldados interestelares que enfrentan a insectos extraterrestres, disparando pesado y ruidoso armamento. Lo interesante, visualmente, es que cada juego distinto que pisa Ralph se muestra en la pantalla de cine como un paisaje distinto, dibujado y animado de acuerdo a las limitaciones o virtudes propias de tal juego. Así, la visita al Pac-Man cambia la imagen de la película a dibujitos
planos, con cuadritos visibles por la baja resolución y con una paleta de colores primarios. En cambio, en el interior del juego de batalla interplanetaria, los dibujos son increíblemente detallados, correspondientes a la alta resolución de los juegos actuales de realidad virtual.

Igualmente, la banda musical cambia de un escenario a otro, siguiendo los patrones del juego de video en turno y creando muy bien la ilusión de estar inmerso en el juego, o al menos dentro de una sala de juegos. Es como si Disney tomara una idea de hace 30 años, nada menos, de la película TRON, producida también por el estudio del ratón Miguelito, para traerla, actualizada y digerida, al público infantil de 2012.

Y aquí es donde me parece que Ralph El demoledor se tropieza, justamente. En sus divertidas peripecias, Ralph entra a un juego donde todo está hecho de azúcar y los personajes juegan carreras en autos hechos de galleta. Ahí conoce a Vane, una niña traviesa con voz de la Chilindrina (de hecho, María Antonieta de las Nieves hace la voz en Español) que al principio le arrebata a Ralph la medalla ganada en otro juego, para luego descubrirse como alguien con motivos tan profundos como los de Ralph. Todo está muy bien en términos de historia, hasta que la película gradualmente se va cargando a la historia de Vane. Los motivos de Ralph empiezan a pasar a segundo plano y su objetivo inicial deja de ser importante.

Claro que ese cambio es necesario para el crecimiento del personaje de Ralph, pero la película empieza a sacrificar el universo presentado de los distintos escenarios de juego y las situaciones de Ralph fuera de
su entorno familiar, a favor de las aventuras de Vane. En este punto la narración se siente lenta y falta de acción, al grado de que uno empieza a preguntarse, como de hecho lo hizo Juan Ra, un niño de ocho años que conozco, si a la cinta le cambiaron de nombre a medio camino y en vez de Ralph El Demoledor, ahora se llama Vane La Sufrida Niña Latosa.

Disney ha cambiado mucho a lo largo de su historia y no estoy seguro de si lo que está ocurriendo en los últimos diez años sea bueno para sus estudios de animación. Durante los 90s y en los primeros tres, cuatro años del siglo XXI, sus cintas animadas tenían un nivel similar a grandes éxitos más o menos recientes como  El Rey León y La Bella y La Bestia. Pero, a raíz de su cada vez más evidente unión con Pixar, parece que las historias buenas se están quedando en la etiqueta Pixar, empezando por la trilogía Toy Story y Disney se conforma con historias mucho menores, como Chicken Little, por ejemplo. Recuerdo que cuando ví Bolt pensé que era como una hermana menor de Cars, ese gran éxito (al menos económico) de Pixar. Ahora, con Ralph El Demoledor, veo a un hijo de Tron que apenas vive en las orillas del barrio de Pixar.

sábado, 10 de noviembre de 2012

007 Operación Skyfall ****

(Skyfall, RU/EUA 2012) Clasificación México 'B' / EUA 'PG-13'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

007 Operación Skyfall es una excelente película de intriga, suspenso y acción. Y por si fuera poco, la cinta número 23 (en la cuenta oficial y 25 en la no oficial) es todo un triunfo en la serie sobre James Bond, el espía/asesino británico al servicio secreto de su majestad, que este mes festeja 50 años de haber estrenado Dr. No, la primera sobre el personaje novelesco de Ian Fleming.

Con veintitantas películas, uno pierde la cuenta de las veces que Bond ha muerto (sí, muerto) en pantalla, para luego revivir y seguir haciendo lo que nadie hace mejor. Uno también pierde la cuenta, por supuesto, de los muertes que él mismo lleva en la cacha de su Walther PPK, de los carros que ha destruido y de las mujeres que lo han reconfortado. De los lugares exóticos que ha visitado, de los animales peligrosos de los que se ha escapado y de los pleitos a puño pelón de los que ha salido airoso, no sin hacer muecas graciosas a su oponente, como para recordarse a sí mismo que, después de todo, nada es personal y todo lo anterior es requisito de su chamba.

Ninguno de estos elementos ha fallado, de una u otra forma, en las distintas aventuras del 007. Claro que, dependiendo del equipo que nos traiga el episodio, los resultados pueden variar, como dicen los clásicos. Para muestra, la "sub-serie", si me lo permite, del actor Daniel Craig como Bond. En 2006, su presentación en Casino Royale fue también la reintroducción del personaje al gran público, tomando como base pero mejorando notablemente la que a su vez fue la primera novela de su creador Ian Fleming. Aquí conocimos a un treintañero James Bond, impulsivo y eficaz, aunque no siempre eficiente en conseguir su objetivo a favor de la Corona Británica. La historia, dirigida por Martin Campbell es llevada por la impaciencia casi adolescente de Bond y, en consecuencia, emocionante y divertida, para darnos la que tal vez sea la mejor película de la serie.

Dos años después, en 2008, el director Marc Forster tuvo a su cargo filmar 007 Quantum, una continuación (original para cine y no producto de una novela, a diferencia de Casino Royale) que pecó de seriedad y pretensiones artísticas gratuitas, donde Bond dejó de ser el divertido aventurero para convertirse en un pitbull aferrado a su presa, sin sentido del humor ni pizca de gozo por lo ligero de la vida. De Casino Royale, una excelente película en si misma, pasamos a una por debajo del promedio en general y prácticamente ajena al personaje en particular.

Y ahora tenemos Skyfall, dirigida por el británico Sam Mendes (Belleza Americana, 1999), que cumple de una manera muy creativa y tradicional al mismo tiempo, con todos los requisitos enlistados líneas arriba, recuperando el terreno perdido en Quantum. Skyfall regresa a la tradición de que Bond y sus compañeros no tienen memoria en términos de continuidad y cada aventura empieza desde cero. La cabeza de MI6, el servicio secreto británico, sigue siendo M (actuada por séptima ocasión por la venerable Judi Dench) quien, como en cada episodio, le encarga a Bond la misión en turno. Esta vez se trata de encontrar y detener a quien está descubriendo a los agentes secretos apostados alrededor del mundo, provocando que sean asesinados por las fuerzas enemigas de Inglaterra. Esta búsqueda lleva al 007 de regreso a los lugares exóticos de rigor, en el mejor estilo de Sir Sean Connery: Estambul, Shanghai y el mar de China hacen los honores en Skyfall, mientras que Bond nuevamente se enfunda en su elegante tuxedo, para enfrascarse en peleas que incluyen matones y grandes reptiles, con gestos que recuerdan al Bond de los '70s y '80s, Sir Roger Moore.

Estos guiños y homenajes no serían nada sin un gran villano escondido en una guarida secreta en medio del mar y, para una película de dos horas y media, el español Javier Bardem cumple con creces y se convierte en el primer antagonista del 007 que genuinamente provoca miedo, con sus motivos y su proceder. Bardem tiene una gracia muy particular para encarnar personajes que nos ganan completamente o nos resultan repulsivos pero que no podemos dejar de mirar en la pantalla.

Por último, Mendes tiene la responsabilidad de filmar, a través de la cámara analítica y preciosista de Roger Deakins, un guión de los ya veteranos de Bond, Neal Purvis y Robert Wade, en donde el regreso a las tradiciones que ellos mismos rompieron a lo largo de cuatro filmes anteriores, se hace a través de respetuosas salidas de esos cambios y divertidas presentaciones de los escenarios y personajes familiares. Y, como debe ser, el centro de gravedad de todo el asunto vuelve a ser el 007. Daniel Craig ha aguantado vara después de Quantum y en Skyfall parece como si tuviera décadas presentándose, ante propios y extraños, como Bond, James Bond.

P.S. Me doy cuenta de que me resulta difícil reseñar una película de Bond siendo fan de la serie. Así que usted disculpará que este texto parezca más un recuento de todo lo que me gusta del 007. Dicho lo cual, independientemente de lo buena que es Skyfall por sí misma como película, he ahí por qué la he disfrutado tanto. Sam Mendes ha logrado un excelente compendio de referencias a James Bond en cine que, además, pasan desapercibidas sin mayor problema para quienes nunca han visto una de la serie.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La Cabaña del Terror ***

(The Cabin in The Woods, EUA 2011) Clasificación México 'B-15' / EUA 'R'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Generalmente decimos que vamos al cine a divertirnos, aún si la película es una de esas en donde todos son brutalmente destazados, uno tras otro, por algún asesino sobrenatural. Sólo era cuestión de tiempo y he aquí una película donde, además del monstruo y sus víctimas de rigor, también aparece, dentro de la misma película, el público que junto con nosotros se divierte viendo el sangriento espectáculo.

Dirigida por Drew Goddard (escritor de Cloverfield, donde un monstruo, que vemos sólo hasta el final, destruye medio Manhattan), la idea aquí es que, como público, hemos visto ya suficientes películas donde un grupo muy bien definido de jóvenes se adentran en el bosque y, en una apartada cabaña, son víctimas de un desquiciado. Y es cierto: todos sabemos que el grupo se forma por la parejita de novios calenturientos, el muchacho serio e inteligente, el amigo relajiento y, por supuesto, la muchachita virginal que tiene muy buenos... pulmones para gritar. Todos sabemos también que, camino al misterioso bosque, se detendrán en una decrépita gasolinera donde un lugareño de aspecto ominoso les advertirá sobre su perdición y ellos, por supuesto, no harán caso. Eventualmente, ya en la cabaña, uno por uno serán despachados de manera violenta y sangrienta.

El juego del director Goddard consiste en abrirse desde el principio y mostrarnos que, aunque los sucesos de terror que vemos son reales (dentro de la película, pues), también hay un grupo de observadores que, escondidos, los siguen por pantallas de video y van tomando nota de cómo se van cumpliendo todos los elementos que son requisito para ese tipo de cintas. De este modo, la película nos lleva continuamente de la historia en "la cabaña del terror" a la historia de los observadores, que, desde un centro de control para todo lo que ocurre en la cabaña y en el bosque, van comentando cada paso que dan tanto víctimas como monstruos y hasta cruzan apuestas acerca de quién va a morir primero. El hecho de que los observadores/controladores sean interpretados por los excelentes actores Richard Jenkins y Bradley Whitford nos dice también que su papel en todo el asunto es algo más que incidental. Por otro lado, el hecho de que estos observadores tengan gusto por la cheve mexicana también explicaría muchas cosas...

La Cabaña del Terror viene siendo algo así como la Shrek de las películas de terror, en el sentido de que Shrek, que es un cuento de hadas, desde el principio nos hace un guiño acerca de la autoconciencia que tiene respecto a la existencia de los cuentos de hadas y a lo largo de la historia los personajes critican, satirizan o de plano se burlan de tales cuentos. La Cabaña del Terror parece buscar lo mismo: criticar y satirizar esas cintas de asesinos de chamacos imprudentes, pero sin dejar de ser en sí misma una película de terror. Además de los sustos y las risas, su gran logro está en el rumbo que toma y que, a diferencia del aviso del hombre en la gasolinera, nunca vemos venir. Todavía menos que la cheve mexicana.

sábado, 27 de octubre de 2012

Amigos **1/2

(Intouchables, Francia 2011) Clasificación México ‘B’
****Excelente ***Buena **Regular *Mala

He aquí otra demostración de que el chiste no está en su originalidad, sino en cómo se cuenta. Amigos es la típica película de la pareja dispareja, los amigos del título, que al principio se odian pero terminan siendo inseparables y, de paso, salvándose la vida mutuamente. El que estos amigos sean interpretados por los carismáticos actores por François Cluzet y Omar Sy hace que casi todo lo demás salga sobrando, incluyendo la historia de la vida real en la que está basada.

François Cluzet interpreta a Phillippe, un maduro millonario tetrapléjico que contrata, de todos los posibles asistentes personales, a Driss, un chamaco barriobajero bueno para nada. Un ni-ni, pues. El veinteañero Driss, renuente al principio, aprenderá de Phillippe el valor de la buena vida y la lealtad, mientras que el viudo y estirado Phillippe aprenderá a deschongarse mientras cambia a Vivaldi por Earth, Wind and Fire y el tanque de oxígeno por los cigarros de mariguana que Driss le comparte.


Dirigida a cuatro manos por Olivier Nakache y Eric Toledano, a partir de la historia real de un millonario francés y su ayudante, quienes en su momento escribieron sendos libros acerca de su relación, Amigos se ha convertido en el trancazo taquillero francés más grande de los últimos años, tanto en su país de origen como fuera de él. ¿Se lo merece? Mire, la historia no me pareció nada del otro mundo, ni los recursos para contarla son extraordinarios: una serie de escenas anecdóticas, más o menos ligadas unas con otras para cumplir con la fórmula de la pareja dispareja. Por aquí y por allá, momentos de confesión, para darle drama y tensión al asunto y, como marco de todo, los siempre bienvenidos bellos paisajes parisinos. Pero el gran acierto, repito, está en el trabajo del Cluzet y Sy. Juntos, nos hacen reír, pensar y, si usted quiere, hasta llorar un poquito por el valor de la amistad. Nada mal en una cartelera plagada de excesos de todo tipo.

viernes, 26 de octubre de 2012

Frankenweenie ***1/2

(EUA, 2012) Clasificación México ‘A’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Qué mejor manera de llegar al cierre de Octubre, que con una película que es compendio de lo mejor de las matinés de monstruos del siglo XX: Frankenstein, Drácula, el Monstruo de la Laguna Negra, Gamera (esa tortuga gigantesca, competencia de Godzilla), etc. Y si la película es, además, una colección de lo mejor de Tim Burton, ese director y productor que nos dio a Beetlejuice, a Eduardo Manos de Tijera, al mejor Batman del cine, a los muñecos animados Jack Skellington y el Cadáver de la Novia, al Jinete Sin Cabeza y al sangriento barbero Sweeney Todd, pues, dirá usted, qué más se puede pedir.

La historia es sencilla: Víctor es un niño que prefiere la compañía de su perro Sparky a la de los otros niños. Un día, Sparky sufre un accidente y muere, para gran dolor de Víctor. Inspirado por su excéntrico maestro de ciencias, Víctor intenta y consigue revivir a Sparky, usando la electricidad de un rayo. Así, Sparky vuelve a ser el mismo de antes. Claro, si uno no se fija en los remiendos por todo el cuerpo y los postes de batería que le salen del cuello. La idea queda más clara si notamos que el apellido de Víctor es… Frankenstein.

Tim Burton, bajo la casa Disney, vuelve por sus fueros en más de una forma. En primer lugar,  escoge contar su historia usando animación tradicional de muñecos de plastilina (y látex), combinando muy bien algunos efectos probablemente dibujados por computadora, sin que se noten las costuras, por así decirlo.  Segundo, el diseño de los personajes, tanto humanos como animales, nos recuerda lo mejor de sus películas Beetlejuice, Eduardo Manos de Tijera, El Extraño Mundo de Jack y El Cadáver de la Novia.  Tercero, el protagonista vuelve a ser una persona antisocial, extraña y con algún tipo de habilidad extraordinaria. Cuarto, su comedia nunca recurre al chiste barato, incluso cuando se vale de ciertas “gracias” sacadas de la caja de arena de un gato síquico. Y quinto, el constante homenaje/inspiración/copia/saqueo, llámelo como usted quiera, del cine de monstruos del siglo XX, empezando por el legendario Vincent Price en la imagen del maestro de ciencias de Víctor, hace de Frankenweenie una delicia para cualquier fanático de las antiguas matinés y a juzgar por las reacciones del público infantil en la función a la que asistí, también de los pequeños nuevos buscadores de emociones en la pantalla grande.

viernes, 19 de octubre de 2012

Asesino del Futuro ***1/2

(Looper, EUA/China 2012) Clasificación México ‘B-15’ / EUA ‘R’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Desde los inicios del cine, los viajes en el tiempo han sido un tema favorito, tanto de los cineastas como del público. Incontables comedias, dramas, melodramas, tragedias, cintas de acción y hasta de terror con el recurso del viaje en el tiempo han pasado por las pantallas de todas las generaciones del siglo XX y lo que va del XXI.  De manera natural aunque no necesaria, la ciencia ficción ha servido como base para los saltos temporales fílmicos y ahí es donde muchas películas se tropiezan: ciencia mal sustentada dentro de la ficción presentada, termina dando más problemas que ayudando a una narración absorbente. Y justo ahí es donde Asesino del Futuro acierta, dando por hecho el elemento científico y centrándose en personajes e historia.

El año es 2044, el lugar es Kansas y el personaje es Joe. Su trabajo es ser asesino a sueldo. Joe tiene unos treinta años y usa una especie de escopeta recortada para ejecutar a sus “trabajos” en un vasto campo de maíz y luego se deshace del cuerpo en algún horno industrial anónimo. En el primer minuto de película, la voz de Joe, impuesta sobre las imágenes, nos explica lacónicamente y sin ninguna emoción, como quien lee los ingredientes de una receta, que “en el futuro” se ha inventado el viaje en el tiempo y sus víctimas le son enviadas desde treinta años adelante, es decir, alrededor de 2074. El sólo mata a quien le mandan del futuro y cobra su sueldo. Después regresa a la ciudad a vivir su buena vida de soltero, con buena ropa, buenos carros, buenos amigos y amigas buenas. Sin embargo, así como Joe nos describe al principio el invento del viaje en el tiempo, sin ninguna emoción, así vive sus días. El dinero que gana le sirve para una vida holgada en el presente y para las drogas que parecen darle la diversión que le falta en todo lo demás.

Si usted no ha visto la película y no sabe nada más al respecto, le pediré que deje de leer aquí. Trabajar de asesino a sueldo ciertamente tiene sus riesgos y más si las víctimas provienen del futuro. Siempre existe la posibilidad de que uno de los encarguitos sea, alguien bastante cercano… uno mismo, pues. Joe lo sabe y acepta que eventualmente se tendrá que cerrar el ciclo. De ahí el título en Inglés, Looper, como Joe y sus colegas llaman al asesinado cuando resulta ser él mismo, treinta años más viejo. Cuando el asesino se da cuenta que el sentenciado del futuro es él mismo, sabe que está cerrando un ciclo (loop, en Inglés).

Tal vez por eso, a pesar de la excelente paga, Joe no disfruta su vida si no es con la ayuda de la droga. Sin ella, todo es rutina y monotonía. Su mirada, sus gestos y su voz lo hacen más que evidente. Y aquí es donde está el mayor logro de Asesino del Futuro como película. Joe, a los 30 años, es interpretado por Joseph Gordon-Levitt, a quien vimos recientemente como el probable Robin en la más reciente película de Batman. Gordon-Levitt nos ofrece una presencia monótona pero siempre decidida, especialmente cuando habla. Es sorprendente cómo la manera breve, cansada y cínica en que dice sus líneas nos recuerda a un joven Bruce Willis, lo cual no es coincidencia, ya que el Joe de 2074 es, precisamente, interpretado por Bruce Willis. Maquillaje aparte, Gordon-Levitt encarna perfectamente a ese tipo de personaje cínico, discreto y económico que Bruce Willis ha perfeccionado en tres décadas de carrera fílmica. De hecho, cuando Gordon-Levitt no habla y en la pantalla aparece un acercamiento de su cara, el maquillaje aplicado para hacerlo parecido a Bruce Willis (básicamente nariz y cejas), se vuelve algo molesto y distractor. Pero tan pronto como empieza a hablar, la magia de la actuación hace su trabajo y podemos creer que el joven Joe y el viejo Joe son la misma persona.

En cuanto al uso de la ciencia ficción, el director y escritor Rian Johnson acierta al simplificar el asunto: “en el futuro se ha inventado el viaje en el tiempo”. Punto. Si algún espectador quiere una explicación de cómo funciona o cómo es posible, entonces no ha sido enganchado por la historia. Y Rian Johnson sabe lo que hace al contar su historia, definitivamente, para hacerla tan absorbente que las explicaciones salen sobrando. Especialmente con cierta condición de algunos de los personajes, que nos hace ver que lo que nos presenta no es nuestro futuro sino un futuro de alguna humanidad alterna, que termina inventando los viajes temporales pero también sucumbiendo al crimen generalizado. Dónde empezó todo y cómo llegó esa sociedad al punto de usar los viajes en el tiempo para actos criminales, es realmente lo que nos debe interesar. Justamente mi tipo favorito de ciencia ficción: menos ciencia, más ficción especulativa.

viernes, 12 de octubre de 2012

Suave Patria *


(México 2012) Clasificación México ‘B’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Ahí le paramos, hubieran pensado los involucrados en Suave Patria al ver que sus ideas no daban para un largometraje, al menos no para uno gracioso, interesante y bien hilado. Dos actores sin talento, dos criminales de cuello blanco, dos policías judiciales y dos mujeres semiguapas y semigraciosas son mezclados en una historia mal armada y peor contada, que sólo hace reír cuando Héctor Suárez aparece en pantalla encarnando uno de sus personajes neuróticos que le dieron tanto éxito en la serie televisiva ochentera ¿Qué Nos Pasa?

¿Qué nos pasa? también se lo hubiera preguntado Francisco Javier Padilla, el director que en su primera película no muestra mano para la narrativa coherente, ya que Suave Patria da bandazos entre comedia (es un decir, ya que los únicos chistes que cuajan, como dije, son los que Héctor Suárez se saca de la manga usando de patiño al desperdiciado Héctor Jiménez), película de acción con todo y débiles premisas (¿por qué "el malo" necesita a dos actores para cometer un crimen, cuando tiene en reserva a los verdaderos criminales esperando a la vista de todos?), melodramas no resueltos (¿hubo o no triángulos o cuadrados amorosos entre los malos?) y hasta road movie (¿de qué sirve ver a los personajes ir por la carretera, cantando canciones rancheras de Diego Verdaguer? Y ese pleito capulinesco en la cantina...). Claro que Padilla no resiste la tentación de meter el realismo mágico chilango, con todo y personajes exóticos, como el bailarín azteca vestido de la Mujer Maravilla que hace Luis Felipe Tovar, además un inútil y redundante narrador omnisciente.
 
¿Qué nos pasa? finalmente se hubieran preguntado Omar Chaparro y Adrián Uribe, que como pareja dispareja resultan bastante parejos y sólo porque se la pasan diciendo que son distintos uno del otro, tenemos que seguirles el juego, como termina dándose cuenta la joven y desabrida actriz Karla Souza, una guapa ojiverde que tampoco tiene mucho personaje con qué trabajar. Tal vez Padilla pensó que nos conformaríamos con ver a la güerita y a los famosos actores televisivos. Mejor ahí le paramos.

Búsqueda Implacable 2 **1/2

(Taken 2, Francia 2012) Clasificación México ‘B-15’ / EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

En 2008, al inicio de la película Búsqueda Implacable, Liam Neeson advierte por teléfono a un incauto secuestrador:  ”si no sueltas a mi hija, te buscaré, te encontraré y te mataré”.  Y lo que siguió fue una emocionante y frenética búsqueda por las calles parisinas, en la que el personaje de Neeson hizo gala de todos sus recursos como ex agente de la CIA, para encontrar y matar, uno a uno, a los miembros de la banda de plagiarios que osaron llevarse a su querida hijita. Uno esperaría que una persona normal, después de un trauma como ese, en la siguiente película no dejaría salir a su hija ni a la esquina, por años. Pero como Liam Neeson y su hija (sus personajes pues) no son nada normales, sólo queda preguntar “¿no me digas que te volvieron a secuestrar?”
 
Pues sí, qué le vamos a hacer. Esta vez, durante unas vacaciones familiares a Estambul, Neeson se topa con el papá de los secuestradores originales, que busca venganza contra el desalmado gringo asesino de su docena de chamacos (aproximadamente: no llevé la cuenta de los muertos en la primera película), que son enterrados en su pueblo albanés y llorados por toda la familia, como si hubieran sido unas blancas palomitas. El patriarca albanés usa sus corruptas influencias en suelo turco, para capturar a Neeson y familia, ya que, además de la hija adolescente (la veinteañera Maggie Grace, que tiene la gracia de seguir aparentando 18 años), lo acompaña su ex esposa. Si usted recuerda la primera película, pensará que no hay razón para llevar de vacaciones a la ex esposa, que básicamente era una odiosa arpía. Bueno, considere usted que la ex esposa sigue siendo la hermosísima Famke Jannsen y no hay que buscarle más. Y así, con los criminales amenazando a sus dos mujeres, Liam Neeson tiene el pretexto perfecto para volver a dejar una estela de muerte autojusticiera.
 
El problema es que, a diferencia de la primera película, en que el personaje de Neeson presumía de una gran imaginación para ir matando al bruto que se le ponía enfrente, en esta segunda parte las ejecuciones se limitan al uno-dos del madrazo y el balazo. Igualmente, en la primera cinta Neeson echaba mano de sus recursos de espía para ir armando el rompecabezas que le permitiría llegar hasta su hija cautiva, enfrentándose incluso a las corruptas autoridades francesas. Ahora, en suelo turco, tal vez no desea meterse en problemas diplomáticos y, fuera de dos entretenidas secuencias en que le da metódicas instrucciones a su hija para localizar el escondite de los malos, su modo de operar se vuelve rutinario, al grado de confesar, ya con otra docena de muertitos a cuestas, que todo el asunto le resulta cansado. Creo que aquí tenemos al escritor y productor, el francés Luc Besson, confesando y dándose cuenta de lo que permea desde la pantalla hacia el público: a nosotros también nos cansa. Si no fuera porque albergo la esperanza de que en la siguiente película Neeson y familia se vengan de vacaciones a México, para que se eche al plato a una docena de secuestradores nacionales, yo diría que mejor ahí le paren.

viernes, 5 de octubre de 2012

Hotel Transilvania **

(Transylvania Hotel, EUA 2012) Clasificación México ‘AA’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Supongo que hay una razón por la que Drácula nos ha fascinado por generaciones: el miedo que nos provoca su maldad pura. El cine ha sido el vehículo por excelencia del vampiro humano, condenado a vivir por siempre en las sombras, eludiendo a los cazavampiros. Supongo también que era cuestión de tiempo para que viéramos, entonces, una película donde Drácula encuentra la solución al acoso de los hombres buenos. Así que tenemos ahora a Drácula como el administrador de un hotel para monstruos, que ofrece un refugio a los perseguidos como él. El problema es que, además, tiene una hija adolescente. Y la película no sabe qué hacer con las dos ideas.

Hotel Transilvania, cinta dibujada y animada por computadora, presenta una muy buena idea con potencial cómico, un hotel escondido en las montañas europeas, donde los monstruos tradicionales (también de fama cinematográfica) pueden vacacionar,  alejados de los humanos que, de plano, no entendemos que los monstruos no son malos y también tienen sentimientos. Ahí se dan cita el Hombre Lobo, la Momia y Frankenstein, entre muchos otros que permanecen anónimos durante la película, para… bueno, para no hacer nada, excepto entrar y salir de cuadro, decir un par de líneas graciosas y desaparecer nuevamente, hasta el siguiente chiste.

Mientras tanto, la película dedica la mayor parte de su tiempo al conflicto que tienen Drácula y su hija adolescente, que quiere vivir aventuras por el mundo. Verá usted, el problema de Drácula es que su esposa murió trágicamente (y cómo podía ser de otro modo…) cuando la niña era bebé, lo que convirtió al viejo conde en un padre sobreprotector, que no la deja asomar sus colmillos ni a la puerta.

Haga de cuenta Buscando a Nemo, pues. Excepto que en vez de peces, son vampiros. Y administran hoteles. Y los clientes son monstruos. Que no son aprovechados en la película. Ah, y la hija adolescente se enamora de un humano ni-ni. Eso sí es de dar miedo.