martes, 29 de marzo de 2011

Como burro en Primavera...

Por si andan por Mexicali, Baja California, las siguientes semanas. (Click en la imagen para agrandar. Sin albur.)

sábado, 26 de marzo de 2011

Casi como estar ahí


Si usted no pudo, como yo, asistir al festival de cine Guadalajara 2011, pare de sufrir.
La solución está en las reseñas diarias de Ernesto Diezmartínez, crítico de cine profesional apostado en las trincheras del festival y reportando lo que ve.
Así que, ponga un disco de mariachis, sírvase un tequila y haga de cuenta que está ahí.

jueves, 24 de marzo de 2011

¡Me Muero Bichi!/III: Los borrachos y los niños...

Porque el arte no necesita de estrellitas ni calificaciones, sigue mi batalla personal contra la estupidez de los destruibuidores de cine en México, desde la comodidad de mi sala. En cueros.

¿Quién le teme a Virginia Woolf? (Mike Nichols, EUA 1966).

Elizabeth Taylor era una mujer hermosísima. Richard Burton era un hombre guapísimo. Nadie los culparía por haberse casado el uno con el otro. Dos veces. Y haber trabajado juntos en varias películas. Ambos eran excelentes actores que, además, se veían muy bien, juntos, en pantalla. Yo sólo los había visto una vez, hace unos veinticinco años, en La Fierecilla Domada (Zefirelli, 1967), adaptación de la comedia de Shakespeare. Me divertí mucho y descubrí esa relación especial entre ellos. Para entonces ya sabía yo de las excentricidades y excesos de ambos y de lo atormentado de su relación. Elizabeth Taylor ya casi no hacía películas, aunque apenas tenía alrededor de cincuenta años y Richard Burton acababa de morir.

Tal vez la forma como vivieron su romance, sus encuentros y desencuentros fue la manera correcta de hacerlo para no caer en la rutina del matrimonio estable que, eventualmente, termina tolerándose, más que otra cosa. Esto es, hasta que alguno de los dos truena. O mejor aún, los dos. Agregue usted un mucho de alcohol y tendrá a dos borrachos diciéndose sus verdades, hasta que de veras truenen ambos. ¿Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad? Dejemos a los niños en paz. Los borrachos dicen lo que su aturdido entendimiento les permite, sin medir las consecuencias. Justo lo que vemos en ¿Quién le teme a Virginia Woolf?

¿Quiere usted ver lo seductora que podía ser Elizabeth Taylor? ¿Lo degenerada que podía ser? ¿Lo perversamente molesta? ¿Lo increíblemente vulnerable? Repita las mismas preguntas sobre Richard Burton. Agregue los nombres de George Segal y Sandy Dennis como un joven matrimonio que los acompaña en la parranda, dándose cuenta, demasiado tarde, que no sólo sirven de sparring a la madura pareja sino también son como municiones vivientes, carne de cañón para los esposos hartos uno del otro.

¿Quién se anima a decir lo que se dicen unos a otros aquí? ¿Quién no ha bebido hasta la estupidez en la compañía equivocada? ¿Quién no quisiera reparar las últimas horas de borrachera para recuperar la sobriedad y la decencia? ¿O los últimos veinte años para recuperar una vida? ¿Quién no quisiera solamente hacer el amor con su hermosa pareja, sin tener que dar explicaciones por actos pasados, presentes ni futuros? ¿Quién no quisiera simplemente matarla, sin ninguna consecuencia? ¿Quién no le teme al lobo feroz?

viernes, 18 de marzo de 2011

Temple de Acero ****

(True Grit, EUA 2010) Clasificación México 'B', EUA 'PG-13'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Para mi abuelo Abel, que hubiera disfrutado mucho esta "de caballitos".

Temple de Acero, una película "de vaqueros" o "de caballitos", como decían muestros abuelos, con todas las de la ley: la época, fines del siglo 19 en el "viejo oeste" americano. Una niña de 14 años contrata a un viejo y tuerto mercenario, ahora convertido en "Marshall" por la Federación, para encontrar al asesino de su padre y presentarlo ante la justicia. La claridosa y determinada niña se enfrenta a todo y a todos para conseguirlo.

Me ganó por completo la manera de presentar, con hermosa fotografía, los pueblos, y las situaciones, dejando la cámara en su lugar para que contemplemos tanto lo que hacen los personajes como los grandes espacios abiertos del salvaje oeste. Nada de molestas y mareantes imágenes temblorosas ni correteando a los personajes, intentando "meternos en la acción" como se ha puesto de moda en los últimos 10 años. La emoción nos llega de las propias situaciones y los diálogos, muy buenos y hasta, si me lo permite, bonitos; cada quién como le corresponde, por supuesto.

La niña, toda educación y urbanidad, cree firmemente en la ley pero no va a dejar que nadie pisotee sus derechos, empezando por el viejo Marshall, por cierto un sucio y dicharachero ladrón de bancos retirado. Los malos de la historia también hablan muy elocuentemente y todos los discursos resultan muy llegadores, donde todos reconocen su lugar en el nuevo sistema económico y de justicia americana que se encaminaba al naciente siglo XX. Ni hablar, se nota que me encantan las películas de vaqueros. Y, por cierto, se nota que a los hermanos Coen también. Sí, por eso lo dejé hasta el final: escrita y dirigida por los hermanos Coen. Aunque usted no lo creyera.

martes, 15 de marzo de 2011

Llorar y llorar

Cada vez que veo a Natalie Portman en una película, se me enchina el cuero esperando el momento en que aparecerá en pantalla un acercamiento a la cara de esta bella actriz derramando las de San Pedro y haciendo unas pequeñas letras "u" con sus cejas. Si usted no se había fijado, aquí una pequeña colección de una de las cosas que mejor sabe hacer Portman:

sábado, 12 de marzo de 2011

Gore Verbinski, bueno para usted, para mí, para todos.

A la luz del estreno de Rango, una de vaqueros animada, y próximamente la cuarta entrega de Los Piratas del Caribe, aquí puede leer usted mis impresiones en el momento del estreno de dos de las primeras películas del director Gore Verbinski: la engañosa La Mexicana y la inquieta (que no inquietante) El Aro.

El aro **

(The ring, EUA/Japón 2002) Clasificación ‘B’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Mi opinión acerca de El aro, del director Gore Verbinski, se ve afectada fuertemente por mi deseo de ver una película inteligente de terror en lugar de simplemente una película de terror. Basada en un filme de 1998, adaptado de una novela, ambos japoneses, en El aro una reportera interpretada por Naomi Watts, investiga la misteriosa muerte de su sobrina y unos amigos. Durante sus indagaciones, se hace de un video, lo pone en su videocasetera y, exactamente como se lo advirtieron, al terminar de verlo suena el teléfono para avisarle que le quedan siete días de vida. Aterrorizada, continúa su investigación en una carrera contra el tiempo.

El también director de La Mexicana y Un ratoncito duro de cazar, cuenta una historia muy entretenida en un montaje que luce bastante bien y contiene algunas escenas de un estilismo perturbador que raya en el simbolismo surrealista. No voy a negar que más de una vez brinqué en el asiento, porque, eso sí, El aro incluye secuencias que por sí solas son genuinamente terroríficas, aunque por largos ratos la tensión se disipa totalmente. El problema es el intento que hace el guión de Ehren Kruger por explicar las extrañas muertes y los sobrenaturales sucesos, a medida que la reportera averigua más acerca del video en cuestión. Demasiados elementos terminan por convertirse en un montón de cabos sueltos que distraen a quien trate de hallarles sentido. Por ejemplo ¿por qué, habiendo tantas muertes evidentemente antinaturales al mismo tiempo, la policía no investiga ninguno de los casos? O en todo caso, ¿quién es el autor del video? ¿quién distribuye la o las copias? O, si todos los que lo ven mueren, ¿quién hace correr el rumor de su existencia? O tal vez soy sólo yo.

Como nota aparte y a diferencia del crítico Ernesto Diezmartínez, hubiera apreciado el que un rústico asistente a la sala trajera su celular prendido y que éste hubiera sonado justo en el momento de la película en que termina de proyectarse, por primera vez, el mentado video premonitorio en la pantalla gigante. Puedo apostar a que TODOS hubiéramos brincado hasta el techo.

La Mexicana ***

(The Mexican, EUA 2001) Clasificación México 'B', EUA 'R'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Sin duda la mejor pareja en una comedia romántica en 2001. Y no me refiero a Julia Roberts y Brad Pitt, sino a Julia Roberts y James Gandolfini. Así es: “The Mexican” reúne a dos de las estrellas más bellas y taquilleras de Hollywood (Roberts y Pitt) en una comedia romántica que podía haber tomado el camino fácil y explotado escena tras escena de intercambios amorosos entre los dos protagonistas, para beneplácito de sus respectivos admiradores(as), y sin embargo se resiste a la tentación, separándolos prácticamente desde los primeros minutos y dando pie a una relación con mejor química: la de Samantha y Leroy, interpretados respectivamente por la bella y talentosa Roberts y el feo pero no por eso menos apto James Gandolfini (mejor conocido por su trabajo en la teleserie “Los Soprano”, en el papel titular: Tony Soprano).

Veamos cómo lo logran el director Gore Verbinski (anterior película: “Un ratón duro de cazar”, EUA 1997) y el escritor J.H. Wyman en “The Mexican”: Jerry (Brad Pitt) es un joven angelino atrapado entre su relación con la posesiva Samantha y su deuda con Margolese, un mafioso que purga una condena por culpa de Jerry. Para “pagar” su deuda con Margolese, Jerry debe ir a México a recoger una antigüedad invaluable para el mafioso: una pistola llamada “La Mexicana”. Sin embargo, esta tarea le cuesta su relación con Samantha, quien egoístamente desea que Jerry la lleve a Las Vegas, sin entender que la vida de su novio está en juego. Por supuesto Jerry se va a México y Samantha enfila a Las Vegas, sólo para ser secuestrada por un matón a sueldo, Leroy (Gandolfini), contratado por los mafiosos para asegurarse de que Jerry cumplirá con su tarea. De ahí en adelante, Jerry, el típico gringo, estará solo en un país extraño, rodeado de extraños, tratando de encontrar la manera de salir airoso (con momentos excelentes como su ridículo intento de traducir su Inglés al Español, poniendo una “o” al final de cada palabra, sólo para ser confundido, oh ironía, con una famosa estrella de cine; o la hilarante escena donde explica “the american way”, el estilo americano, a un joven pueblerino mexicano). De esta manera, junto con Jerry nos enteramos de la leyenda (de hecho, resultan ser varias, todas distintas entre sí) que rodea a “La Mexicana”, por boca de los lugareños (Pedro Armendáriz Jr. entre ellos) y con imágenes que convierten la película en una cinta silente, con ruidito de proyector y toda la cosa. Jerry pasa la mayor parte de la película en México (en secuencias, por cierto, filmadas en San Luis Potosí y Real de Catorce), mientras que Samantha va en camino a Las Vegas, junto con su secuestrador.

Leroy es un matón a sueldo tan sensible a las necesidades de Samantha como ella podría desear en el mejor de los terapistas o, tal vez, en la mejor de las amigas, y pronto descubrimos una química perfecta entre víctima y secuestrador, con un trabajo impresionante por parte de Gandolfini, y las brillantes entregas a que ya nos tiene acostumbrados Julia Roberts. Por supuesto que, como espectadores, queremos ver triunfar a Jerry y Samantha, juntos al fin, pero Leroy, el personaje de Gandolfini, resulta ser toda una sorpresa, en cierta forma comparable -y para mencionar otra película reciente de la Roberts-, al editor/confidente que salva el nada despreciable pellejo de la protagonista en “La boda de mi mejor amigo” (P.J. Hogan, EUA, 1997).

Definitivamente la decisión de “reunir” a Brad Pitt y Julia Roberts en esta comedia romántica, para mandar a cada uno por su lado casi al principio y mantenerlos así durante la mayor parte de la historia, no decepciona, contra lo que pudiera pensarse. Situaciones graciosísimas, buenos momentos románticos y excelentes diálogos son el resultado. “The Mexican” es, por ello, una mejor película.