jueves, 29 de agosto de 2013

¡Asústame, panteón!

Ahora que ví El Conjuro, del director James Wan, pasó lo que tenía que pasar. Una buena película de terror siempre me despierta el apetito por más, pero lamentablemente no hay tantas para escoger. Mientras tanto, no está de más hacer un rápido recuento de las diez películas que más me han asustado en las últimas cuatro décadas.

Van en orden de gusto y susto, de menos a más:


10. El Auto (Elliot Silverstein, 1977) – El chamuco manejando un siniestro automóvil negro, atropellando a quien se le atraviese en un pequeño y pintoresco pueblito gringo. ¿De dónde vino, a dónde va y qué quiere? La película no lo explica pero no es necesario. Cada vez que el maldito carro aparece en pantalla acelerando el motor como si la gasolina se la subsidiara Venezuela, el público suda frío.


9. Amityville (Stuart Rosenberg, 1979) – Esta debe ser la cinta original de casas poseídas por espíritus malignos que, entre otras cosas, detienen los relojes a las 3 de la mañana y espantan a sus ocupantes para cometer actos terribles. El aviso inicial de que está basada en una historia real le dio un peso muy fuerte en el público de fines de los 1970s y su legado continúa hasta nuestros días, para bien y para mal.


8. Scream (Wes Craven, 1996) – El director Craven decide, en los ‘90s, que el género de terror necesita revitalizarse y nos entrega esta idea en la que los personajes, incluyendo al sobrenatural asesino, se saben dentro de una película de terror y todo lo que hacen, consciente e inconscientemente, termina siendo consistente con la disección que Craven hace de sus propias cintas. El resultado es más divertido que aterrador, por cierto.


7. La Noche de los Muertos Vivientes (George Romero, 1968) – De la nada, aparecen personas con apariencia cadavérica y empiezan a morder cristianos a diestra y siniestra. Los personajes principales se encierran en una casa y pasan toda la noche defendiéndose de los muertos mordelones. La primera película gringa de zombis (aunque nunca son llamados así en ella) saca buenos sustos e incluye crítica social bastante bien lograda. Las posteriores imitaciones se han limitado a mostrar zombis de todo tipo (hasta correlones y parlanchines) despachándose a los vivos.


6. 28 Días Después (Danny Boyle, 2002) – Una de las mejores apropiaciones del concepto iniciado por La Noche de los Muertos Vivientes, aunque aquí los monstruos no son muertos, sino personas infectadas por algún tipo de bicho que se transmite por contacto con la sangre de un contagiado. La persona no muere sino que empieza, en unos minutos, a corretear a sus prójimos para recetarles sus mordiscos.


5. Déjame Entrar (Tomas Alfredson, 2008) – A diferencia de las historias de vampiros basadas en Drácula, el vampiro de Déjame Entrar es un condenado a ser inmortal, que mata por la necesidad de beber sangre humana, no por maldad. Tanto así, que necesita de aliados humanos que compartan sus “buenas intenciones”, creando una relación simbiótica que sólo se entiende cuando se ve la película. La escena de la piscina, una de las más escalofriantes que se hayan filmado… sin mostrar nada.


4. El Monstruo (The Host, Bong Joon-ho, 2006) – Esta cinta koreana toma lo mejor de Godzilla, Tiburón y Alien, lo mezcla con drama y tragicomedia familiar y nos presenta una historia aterradora que nos deja helados, tanto por el monstruo como por las decisiones que van tomando los personajes a medida que su ambiente va cambiando.


3. El Bebé de Rosemary (Roman Polanski, 1968) – Una joven neoyorkina descubre que lleva en su vientre al anticristo, después de caer víctima de un grupo de adoradores del demonio. La inocencia de la protagonista hace juego con la sencillez con que son presentadas las intenciones de los malos, para aumentar gradualmente el terror, hasta llegar a la escena del enfrentamiento de la madre con el bebé y la terrible decisión que toma.


2. Tiburón (Steven Spielberg, 1975) – Desde su estreno en el verano del ‘75, las playas no volvieron a ser las mismas. Ni los cines, que a partir de entonces, verano a verano, se llenan de público ávido de emociones fuertes en la pantalla grande. El tiburón no aparece sino hasta la mitad de la película pero desde los primeros minutos el terror de la pantalla se vuelca a los espectadores, ayudado por las inconfundibles e inolvidables notas musicales de John Williams en esta primera de muchas geniales colaboraciones con Steven Spielberg.


1. Alien, El Octavo Pasajero (Ridley Scott, 1979) – Una misión carguera espacial se topa con un planeta abandonado, donde anidan unas criaturas con apariencia de insectos, dentro de unos misteriosos huevos. Uno de los bichos ataca a un miembro de la tripulación y al ser llevado a la nave, comienza la carrera contra la muerte, donde uno a uno, los pasajeros van desapareciendo en las fauces del enorme y temible monstruo. En el espacio nadie te escuchará gritar, pero en el cine… por supuesto.

Ya sé, ya sé: ¿dos número 1? Alien es mi número 1 pero reconozco que, sin duda, la película que más miedo me provoca y me hace sudar frío desde la primera escena es…


1. El Exorcista (William Friedkin, 1973) – La primera película hollywoodense mayor en tratar la posesión demoniaca y la lucha de la iglesia Católica contra el maligno. El Exorcista sentó las bases para las siguientes cintas sobre el tema, mostrando a la inocente familia afectada primero, pero luego centrándose en la historia del creyente que en un máximo acto de fe se enfrenta al demonio en nombre de Dios.

jueves, 22 de agosto de 2013

El Conjuro ***

(The Conjuring, EUA 2013) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Durante una escena clave en El Conjuro, una persona siendo exorcisada empieza a levitar de una forma bastante siniestra. En la función a la que asistí, en un cine repleto, el espectador sentado junto a mí murmuró “Clásico…” Justamente es el adjetivo que se puede aplicar a esta película de terror de James Wan: clásico.


La historia lo es: una familia se muda a su nueva casa (aquí, una propiedad centenaria en un terreno campestre junto a un lago solitario, para acabarla). De la nada, la familia empieza a ser aterrorizada por fenómenos que no pueden ser explicados lógicamente: puertas que se azotan solas sin que haya viento, voces y ruidos de palmadas donde no hay nadie, repentinas apariciones (y desapariciones) fantasmagóricas en las habitaciones, moretones que aparecen de la noche a la mañana, relojes que se detienen a la mitad de la noche, mascotas que ladran asustadas al vacío. Cuando las cosas empiezan a ser insoportables, la familia busca la ayuda de expertos (dos investigadores de fenómenos paranormales, en este caso), que les informan que un ente demoniaco habita la casa y busca apoderarse de ellos.


Es seguro decir que he perdido la cuenta de las películas que he visto con la misma historia en los últimos cuarenta años. Desde El Exorcista (Friedkin, 1973) que, por cierto, sigue siendo la que más me aterra, innumerables víctimas del chamuco han desfilado en la pantalla grande, sufriendo la lista de sustos mencionada arriba, para culminar en una escena donde los afectados, junto con los expertos, se enfrentan al mal y, por supuesto, alguien flota “inesperadamente” por los aires.


Así que el chiste de hacer oootra película con la misma historia debe estar en lo bien que se toquen las bases reglamentarias, lo interesantes que resulten los personajes y lo bien ejecutadas que estén las escenas que nos hagan brincar del asiento. Afortunadamente para nosotros, el director James Wan conoce su negocio y El Conjuro libra bastante bien la comparación con, bueno, pues, con El Exorcista, que, como decía líneas arriba, se ha convertido en el estándar del cine de terror por posesiones demoniacas.


Para empezar, Wan nos presenta no a la familia víctima, sino a los expertos en el demonio y sus maldades. En este caso, Ed y Lorraine Warren, un joven matrimonio católico dedicado a perseguir, investigar y deshacerse de presencias malignas por todos los Estados Unidos durante los 1960s. Ed Warren es el actor Patrick Wilson, que habla fríamente con las víctimas, los reporteros y los estudiantes universitarios que acuden en masa a sus conferencias, describiendo el comportamiento de los seres malignos como si fuera un exterminador de insectos hablando de una plaga de cucarachas. Su esposa, Lorraine, interpretada por la magnífica Vera Farmiga es una clarividente con los sentimientos a flor de piel. El complemento en pantalla es creíble y logra nuestra simpatía inmediatamente.


A continuación, conocemos a la familia Perron, mamá, papá, cinco hijas de entre 5 y 15 años y una perrita de mascota. Quiénes son ellos, qué hacen y cómo llegaron a la casa, no es lo importante. Nunca lo es. Lo que realmente da vida a estas películas son los motivos que tiene el experto en demonios para dar la cara por la víctima. En El Conjuro, Ed y Lorraine no son cazafantasmas mercenarios haciendo fortuna exorcizando demonios. Son creyentes genuinos que trabajan de cerca con la iglesia Católica para enfrentarse al mal y, por si eso fuera poco para hacerlos interesantes a nuestros ojos, las insinuaciones de cierto roce personal que tuvieron alguna vez con espíritus inhumanos, resulta tan intrigante o más que el propio caso de posesión de la familia Perron.


James Wan, entonces, le apuesta a los clásicos en esta cinta de exorcismos. Confieso que no he visto nada de la filmografía de Wan, así que, habiendo atestiguado cómo hace levitar a los poseídos, con permiso de usted, amable lector, me sentaré en mi sala para un maratón de Wan, empezando con la célebre Saw El Juego del Miedo. Con todas las luces prendidas.

jueves, 15 de agosto de 2013

Los Ilusionistas: Nada es lo que parece **

(Now You See Me, Francia/EUA 2013) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

“Mientras más le buscas, menos le ves” es la frase que nos dicen al inicio y se repite varias veces en Los Ilusionistas. Bueno, al menos el director Louis Leterrier es honesto: mientras más le busca uno a su película de magos, robos, enredos y venganzas, menos cosas buenas le vemos.


Aunque el título para México nos dice que los personajes son ilusionistas, muy bien podrían ser verduleros y la historia sería la misma: cuatro personas muy buenas en lo que hacen son agrupados por un misterioso personaje, para montar robos millonarios, no por quedarse con el dinero en sí, sino para tronar al poderoso que alguna vez se le atravesó en el camino.


Resulta que los cuatro reclutas trabajan, cada uno por su cuenta, como magos en espectáculos de poca monta, como nos lo informa la secuencia inicial, donde vemos por separado a cada uno de los ilusionistas entretener y/o embaucar a sus respectivos públicos. Diez minutos después, se nos informa que ha pasado un año; ahora los ilusionistas se llaman “Los Cuatro Jinetes” y tienen un gran espectáculo de magia en Las Vegas, donde el broche de oro es el robo a un banco francés, a la vista de todo el público. Como el dinero ha desaparecido realmente en Francia, la Interpol envía a una hermosa detective francesa con ojos de ensueño ante los actos de magia (Mélanie Laurent, a quien vimos como Shoshana en Bastardos Sin Gloria),  para ayudar al escéptico agente de FBI asignado al caso (Mark Ruffalo, permanentemente sin bañar después de ser Hulk en Los Vengadores). El que ambos se caigan mal al principio y poco a poco se enamoren, viene con el territorio, por supuesto.


Mientras investigan a los Cuatro Jinetes, la detective francesa se entera que el robo podría estar ligado a un legendario mago neoyorkino que supuestamente murió unos veinte años antes, mientras trataba de escapar de una caja fuerte en el fondo del Río Hudson. De todos los magos que existen en los Estados Unidos, no queda claro por qué este mago podría ser de interés para la detective, excepto que es necesario para que la trama funcione: resulta que el acto donde el mago murió fue un intento por reivindicarse ante el público, luego de que sus secretos mágicos fueran revelados en un programa de televisión. El conductor de ese programa ahora sigue a los Cuatro Jinetes para hacer otro especial de tele donde descubra cómo logran sus increíbles ilusiones y/o robos. Entonces, para los detectives no existirá otra línea de investigación más que seguir a los Cuatro Jinetes y al conductor de televisión, esperando poder cacharlos en el truco. Es decir, pura inteligencia del FBI y la Interpol…


El director Louis Leterrier dedica el primer tercio de la película a mostrarnos a los magos realizando sus actos, que por sí mismos serían un buen espectáculo por el que vale la pena pagar el boleto, pero existe un problema: los trucos no son mostrados ininterrumpidamente, como usualmente se hace en los especiales de televisión dedicados a algún mago. Lo que vemos en pantalla son escenas donde resulta que hay alguien interpretando a un mago, apareciendo y desapareciendo cosas en el aire, pero en el cine ya estamos acostumbrados a que todo lo que vemos puede o no existir de verdad, sobre todo ahora que los efectos especiales y los dibujos animados por computadora han avanzado al grado de que son indistinguibles de los objetos y personas reales. Y como es un hecho que la magia no existe sino son trucos hechos por un ilusionista frente al público, pues resulta redundante el que una película presente a cuatro actores interpretando a magos que aparecen pañuelos, conejos, cartas, burbujas y dinero a partir de la nada. El director lo sabe y por eso mismo, la película no se trata de magia, sino de crimen, así que de la mitad en adelante, los Cuatro Jinetes y sus espectáculos desaparecen, literalmente, de la pantalla para dar pie a la historia del agente de FBI y la detective de Interpol.


Lamentablemente, así como desaparece la parte mágica, también se va sin explicación el personaje del millonario interpretado por el venerable Michael Caine, a quien siempre es una delicia ver y aquí no es la excepción. El director Leterrier intenta tapar este hoyote argumental con la presencia creciente de Morgan Freeman, quien interpreta al conductor de tele que gusta de descubrir a los magos y que es seguido por los dos detectives esperando resolver el caso. De modo que, para los espectadores que no se han distraído con la desaparición de los Cuatro Jinetes y sus trucos de magia dibujados por computadora, la película se resuelve fácilmente entre los personajes de Ruffalo, Freeman y Laurent. Pues sí: Todo es lo que parece.

viernes, 9 de agosto de 2013

Los Pitufos 2 *1/2

(The Smurfs 2, EUA 2013) Clasificación México ´AA´/EUA ´PG´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Lo siento, pero aquí no hay mucho qué ver y menos qué decir. Los Pitufos 2 es una película que gustará a los niños pequeños por traer a la pantalla a los personajes azules, combinados con actores de carne y hueso, en un estilo de dibujo y animación que hace parecer a los pitufos como muñecos de peluche, así que la visita a la juguetería es más que obligada al salir del cine, eso sí, después de soltar la única carcajada de toda la película con el explosivo final de Gárgamel. Lo siento, papás. Hay mejores historias sobre el valor de la familia. Mi Villano Favorito, por ejemplo y si no encuentran más. Mejor ver de nuevo a los minions.

jueves, 1 de agosto de 2013

LOS LECTORES PREGUNTAN Y OPINAN

Antes de continuar revisando los estrenos veraniegos, hagamos un recuento de las mejores preguntas y opiniones aquí en el blog y también en facebook.com/LaVozDelCine y LaVozDelCine@gmail.com.
Rodolfo Montalvo, Naucalpan, Edo. De México.
P. ¿Tengo que ver Iron Man 1 y 2 para entenderle a Iron Man 3? 
R. No creo que TENGAS que ver las dos anteriores para disfrutar Iron Man 3. Una película de aventuras como ésta no debería necesitar bules pa’ nadar y Iron Man 3, al igual que la primera, se sostiene muy bien por sí misma. En todo caso, está más ligada a Los Vengadores (EUA, 2012), pero tal vez lo único que necesites saber es que Tony Stark es Iron Man, gracias a una especie de batería que tiene incrustada en el pecho y que, a la vez, lo mantiene a salvo de un metal venenoso en su cuerpo… o algo así.

Roberto Alvarez, Ontario, California, EUA.
P. Cuando veo películas europeas y japonesas, particularmente dramas, me da laimpresión de que las historias generalmente son inconclusas, a diferencia de las películas estadounidenses, donde todo se resuelve claramente al final. ¿Es mi imaginación?

R. No es tu imaginación: la industria de cine estadounidense, desde hace un siglo, se ha dedicado a explotar la fórmula de la historia contada en tres actos: presentación, desarrollo y, precisamente, conclusión. En otras palabras, la estructura de la historia manda y siempre hay una meta por lograr. En cambio, el cine europeo y el japonés tienden a interesarse más en el personaje, por lo que una película puede tratarse solamente de lo que sus protagonistas hacen en cierto episodio de sus vidas, sin tener necesariamente una meta qué alcanzar ni obstáculos qué salvar, como es la costumbre en Hollywood.

Luis Ernesto García, Mexicali, B.C.
P. Viendo los cortos de Rápidos y Furiosos 6, me parece que la serie se ha alejado bastante de sus orígenes, donde todo era sobre las carreras de carros de aficionados. En los anuncios, la sexta parece más una de Commando o Rambo, por la cantidad de armas y explosiones que se ven.

R. Estoy contigo. Cuando ví los cortos de Rápidos y Furiosos 6 sentí nostalgia por una buena corretiza de carros, sin que los choferes traten de salvar al mundo en cada marometa.

Iván Negrete, Mexicali, B.C.
P. ¿Qué tipo de películas son tus favoritas?

R. La respuesta corta: me gustan las peliculas buenas y no me gustan las malas. Con un poco más de detalle, mis peliculas favoritas son las que me mueven de alguna manera, ya sea por su historia, personajes o imágenes. En general, no me importa realmente de qué se trata una película, sino cómo se trata de lo que se trate. Es como cuando alguien te cuenta un chiste, por ejemplo. No es tanto el chiste en sí, sino cómo te lo cuentan lo que lo hace gracioso. Y, como te podrás imaginar, así como puedo oír un buen chiste, bien contado, varias veces y reírme cada vez, también puedo ver una buena película muchas veces y disfrutarla repetidamente.

Julio Barton, Mérida, Yucatán.
P. Acabo de ver Ladrona de Identidades y salí con una muy buena impresión de Melissa McCarthy, que me hizo reír mucho en esta película. Los anuncios no me llamaban la atención pero al ver la película completa, definitivamente ahora tengo una especial apreciación por su trabajo y la buscaré en otras comedias.

R. Tienes razón, Julio. Melissa McCarthy ha sido todo un descubrimiento por su papel en Damas En Guerra (Paul Feig, EUA 2011), donde interpreta a una alocada y desenfrenada mujer, hasta cierto punto sociópata, papel que prácticamente repite en Ladrona de Identidades. Aunque su grueso y excesivo físico se presta para la comedia física y para la cual es muy buena, mis momentos favoritos de ella en ambas películas son cuando se suelta hablando sin parar, mientras explica su peculiar e hilarante visión de la vida. Yo también espero verla en más películas por mucho tiempo.

P. José Antonio Gaitán Richkarday, Mexicali, B.C.
He estado viendo últimamente videos sobre cine, y ví uno sobre criticar películas con escenas específicas; odiar toda la película debido a esa pequeña cosa, como en El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands), ¿de dónde se consigue bloques de hielo tan grandes para hacer las esculturas? Y así, ví que en la considerada“Mejor Película de Todos los Tiempos”, El Ciudadano Kane, hay algo así. La película trata sobre personas intentando darle significado a las últimas palabras de Charles Foster Kane, pero… ¿quién oyó esas palabras si estaba totalmente solo al decirlas?

R. José Antonio, ¿quién oyó las palabras de Kane? El mismo que le consigue los bloques de hielo al Manos de Tijera…
Ya en serio, ver una película implica dejar de lado el escepticismo. Después de todo, nada en la pantalla es real: los actores simulan ser los protagonistas de una historia inventada, actuando en escenarios de cartón pintado. El juego debe ser de aquí para allá y de allá para acá. Por ejemplo, en El Joven Manos de Tijera (Burton, 1990), si de entrada aceptas que Edward tiene tijeras por manos, ¿por qué habrías de ponerle peros a cualquier otra cosa en la película? A menos que no fuera lo suficientemente interesante y consistente con su propio universo, dándote tiempo de hacerte esas preguntas.
En mi caso, te puedo decir que, desde que ví El Ciudadano Kane (Welles, 1941) por primera vez, hace más de veinte años, nunca me había entretenido en el pequeño detalle de que Kane dice “botón de rosa” para nadie, excepto nosotros. Así de buena es la historia y así de grande es la película.