sábado, 30 de enero de 2016

What happened, Miss Simone? ***

(What happened, Miss Simone?, EUA 2015)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La vida de la cantante norteamericana de blues y jazz, Nina Simone, es abordada por la documentalista Liz Garbus, desde su nacimiento, en 1933, hasta su muerte en 2003. La película hace muy buen trabajo de darnos a conocer a la genial artista y a la atormentada mujer, intercalando videos  y fotos de algunas de sus actuaciones en los 50s, 60s y 70s, con entrevistas grabadas en distintas épocas con la propia Simone, cuyo verdadero nombre era Eunice Waymon. La narrativa se complementa con entrevistas recientes a su única hija (que produce este documental), a algunos de los amigos de Simone y a su ex esposo y ex mánager.

La película explica por qué Nina Simone alcanzó un estatus de leyenda en vida, gracias a su talento para reinterpretar piezas populares con un estilo apegado al blues y el jazz, acompañando su singular voz grave con su virtuosismo en el piano y su gusto por una teatralidad abstracta que lo mismo la hacía recitar breves discursos, que guardar extraños silencios durante sus presentaciones.

También explica, en la voz de su hija y su guitarrista, por qué desapareció completamente de la escena musical a fines de los 1960s, después de participar activamente en las protestas por el racismo contra los negros en los Estados Unidos. What happened, Miss Simone? es una película valiosa por el retrato que hace no sólo de una mujer fuera de serie, sino también del país y de la época en que vivió.

Cartel Land *1/2

(Cartel Land, EUA/México 2015)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

En la idea detrás del documental Cartel Land, del director estadounidense Matthew Heineman, hay una buena película: con el crecimiento del violento dominio de territorios por parte de los cárteles de la droga y ante la inacción de los gobiernos, un grupo de mexicanos en Michoacán y otro de estadounidenses en Arizona toman las armas por su cuenta para eliminar, ya sea deteniendo y entregando a las autoridades o, de plano, matando a los temibles delincuentes. Las autodefensas michoacanas quieren sacar a los criminales de su estado. Los paramilitares de Arizona quieren evitar que los miembros de los cárteles entren a su país.

Así, una mitad de la película sigue al grupo de vigilantes armados en Arizona, en la frontera con Sonora y es un completo desperdicio. El líder del grupo, un güero cuarentón, vestido y armado como Rambo, platica sus fracasos en la vida y atribuye sus males a los traficantes mexicanos, que no cesan de enviar migrantes y drogas a los Estados Unidos. Por eso, dice, su misión es detenerlos en la frontera. Ternurita. Lo cierto es que en este segmento de la película no pasa ni se dice absolutamente nada de interés.

La otra mitad, dedicada al Dr. Mireles, otrora líder de las autodefensas michoacanas, tiene varios buenos momentos. En particular una escena en que un grupo de autodefensas se avienta como el Borras, a punta de balazos y a plena luz del día, a capturar a dos miembros de los apodados “caballeros templarios” en medio de un pueblo michoacano. Es patético atestiguar cómo, una vez capturados los maleantes por el grupo de valientes, son entregados a un comando de policías federales, esos sí armados hasta los dientes y protegidos con chalecos y cascos antibalas, pero que ni las manos metieron en el asalto y captura de los dos tipos. Ah, pero eso sí: apenas los tienen en sus manos, los cuicos federales les asestan sus buenos sopapos a los detenidos. Si no fuera trágico sería cómico.

Al final, las dos historias permanecen aisladas una de la otra, sin juntarse nunca. Sólo el seguimiento al Dr. Mireles cobra vuelo pero, aún ahí, no hay nada en la película que no sepamos ya por los noticieros y los periódicos.

sábado, 9 de enero de 2016

La Sirenita ****

(The Little Mermaid, EUA 1989)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La Sirenita es la película que, en 1989, regresó a la casa Disney a las glorias del cine animado de décadas pasadas, después de varios años de cintas animadas menores.

La adaptación del cuento clásico de Hans Christian Andersen sigue más o menos fielmente la historia de una sirena que desea ser humana para estar con el hombre que ama, por lo que debe decidir entre abandonar su vida bajo el agua o convertirse, para siempre, en espuma de mar. Claro que, siendo Disney, hay tres elementos que no pueden faltar a la hora de llevar la historia a la pantalla grande: canciones, animalitos simpáticos que ayudan a la heroína en turno y un final feliz.

Lo que hace diferente a La Sirenita de las películas anteriores de princesas Disney, es el haber colocado la trama en un musical estilo Broadway, con cinco espectaculares canciones, escritas por Howard Ashman, con música de Alan Menken, cruciales en plantear la situación de la Sirenita y el reto que tiene que salvar para conseguir el amor deseado. Cada uno de estos números musicales son lo que en Broadway llaman “show stoppers”, es decir, tan impresionantes, que al final de cada uno el espectáculo se puede dar el lujo de detenerse tantito para que el público respire, antes de continuar con las emociones.

El número de “Bajo del Mar” (“Under the Sea”) es, con la canción ganadora del Óscar, uno de estos show stoppers, donde el cangrejo Sebastián moviliza a todas las criaturas marinas al ritmo de un contagioso calipso, para convencer a la Sirenita de que, por supuesto, en el mar la vida es más sabrosa. Sin embargo, en mi opinión, el número “Bésala” (“Kiss the Girl”) tiene mayor mérito dentro de la trama, nuevamente con Sebastián intentando ayudar a la Sirenita, ahora usando todo el entorno de una laguna para conseguir que el Príncipe bese a la jovencita y la salve del terrible destino planeado por la Bruja del Mar, que, mención aparte también se lleva las palmas con la canción “Pobres almas en desgracia”.

La excelente calidad de dibujo a mano y animación tradicional complementan una divertida, emotiva y muy amable adaptación de la historia de Andersen; la dirección corre a cargo de Ron Clements y John Musker, que tres años después repetirían la fórmula y el exitazo con Aladino, también para Disney.