jueves, 25 de julio de 2013

Turbo ***

(Turbo, EUA 2013) Clasificación México ‘AA’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Turbo, la nueva comedia animada de la casa Dreamworks Animation, a diferencia de sus películas más exitosas en que el protagonista era un animal apreciado (Kung Fu Panda, Madagascar, HormiguitaZ) o bien, un personaje de cuento de hadas (Shrek), convierte en adorable héroe a un baboso. Que me perdonen, pero toda la vida he sabido que los caracoles son las conchas que los moluscos llamados babosos usan como casa y protección. De modo que a lo largo de Turbo nos encontramos con una creciente emoción no por un caracol, sino por lo que va adentro: un baboso.


Teo es el mentado baboso, que vive junto con su hermano Chet y muchos otros babosos, en el apacible jardín de una casa en Los Angeles. Ahí, son felices comiendo los tomates del huerto que los humanos tienen en dicho jardín. El mayor peligro para los lentos y pequeños moluscos es la ocasional podadora de césped o el triciclo del niño que habita la casa. Aún así, Teo sueña con ser un gran corredor de autos en las 500 millas de Indianápolis y pasa las noches viendo videos de carreras en una vieja televisión de la cochera. Su ídolo e inspiración es Ganador, el famoso corredor francés que ha ganado 5 veces la competencia y Teo repite con fervor las sabias palabras de superación que Ganador suelta a los micrófonos de los entrevistadores al final de cada carrera. Naturalmente, los intereses de Teo no son compatibles con la vida de la babosa comunidad, por lo que no pasa mucho tiempo antes de que él y Chet sean desterrados y abandonados a su suerte, con lo que Teo encuentra la verdadera oportunidad de demostrar que sí puede perseguir su sueño y ser un campeón de las carreras de autos.


Escrita y dirigida por David Soren, que debuta como director de cine después de haber sido responsable de algunos especiales de Madagascar para la televisión, Turbo no se desvía de la conocida fórmula del fracasado que termina convirtiéndose en un improbable héroe y en el camino aprende que lo valioso está en lo que uno es por dentro. El mensaje, aunque trillado, siempre es bienvenido, particularmente en una película netamente dirigida al público infantil.


Donde la película arriesga un poco más es en los personajes secundarios, en particular Tito, el humano que descubre que Teo no es un baboso común, sino uno increíblemente rápido (después de un extraño encuentro con un motor turbocargado en el interior de un carro rápido y furioso) y capaz de comunicarse con los humanos. Tito es el chofer de un carro de tacos y antojitos mexicanos, que trabaja para la taquería “Dos Hermanos”, junto a su hermano Ángel. Tito y Ángel no son los personajes que típicamente vemos en el cine animado hollywoodense. Al grano: son chicanos y la película dedica algunas escenas al empeño que pone Ángel en su pequeña empresa, su puesto de antojitos, siempre cuidando su relación familiar más importante: su hermano Tito. Me gustó mucho cómo el director Soren se da el tiempo de mostrar a Ángel preparando cuidadosamente un par de tacos (estilo Cal-Mex, pero tacos al fin) para compartirlos con Tito, quien responde con un cariño fraternal que se siente genuino. En realidad el personaje de Ángel no es esencial para la historia del baboso Teo, excepto para hacer eco de la tortuosa relación entre Teo y su hermano Chet, por lo que el detalle de mostrar el valor de la familia entre los personajes humanos cobra mayor relevancia en la estructura narrativa de la película.


Sin embargo, la tendencia de Tito por echar la casa o, mejor dicho, el puesto de tacos por la ventana, es lo que finalmente pone a Teo en la pista de las 500 de Indianápolis, nada menos que lado a lado con su ídolo, Ganador. Aquí es donde Teo se ve enfrentado a su mayor ilusión, ser como Ganador, pero también a su mayor miedo: no ser más que un baboso. La manera en que todo el asunto se resuelve resulta divertida, emocionante y, vaya, hasta con cierto suspenso que hace aplaudir a niños y adultos por igual.


Turbo no es una gran película, ni una gran sorpresa. De hecho, mucho del planteamiento y el desarrollo de los personajes remite a Ratatouille, esa obra mayor de Disney/Pixar. Pero en un verano que ha tenido poco buen entretenimiento cinematográfico dirigido a niños chicos, el que un pequeño baboso alcance sus sueños junto a su hermano, mientras sus amigos humanos alcanzan los propios, me parece de lo más edificante y digno de repetirse.

jueves, 18 de julio de 2013

Titanes del Pacífico **1/2

(Pacific Rim, EUA 2013) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

“¡Los Transformers no les llegan a los talones a los Titanes!” – Román, 8 años.

Cuando yo tenía unos ocho años, de vacaciones en Guadalajara a mediados de los 1970s, ví en el cine una película maravillosa titulada GODZILA VS. MECAGODZILA. En ella, el famoso monstruo japonés se daba de catorrazos con otro mono gigantesco, igual que él, una robusta cachora parada, excepto que Mecagodzila era mecánico, hecho de metal. No recuerdo absolutamente nada de la historia, si es que la había. Pero la emoción de estar en una enorme sala de cine aplaudiendo, junto con cientos de niños, a cada trancazo que el buen Godzila le propinaba a su doble metálico, no se me ha olvidado. Me gusta pensar que entre esos chamacos  tapatíos andaba el pequeño Guillermo del Toro, que ahora en Titanes del Pacífico recrea esa emoción de ser testigo de las impresionantes peleas de tremendos monotes que destruyen todo a su paso, sólo por el gusto de hacerlo.

Del Toro no se anda con rodeos: en unos minutos nos cuenta cómo, en el tiempo presente, los kaijus, unos feos y gigantescos monstruos salen de una grieta en el fondo del Océano Pacífico, para destruir todas las ciudades costeras. ¿Por qué? Quién sabe. Rápidamente los países de la Cuenca del Pacífico nos ponemos de acuerdo (porque supongo que México también le entra al quite, al menos con petróleo) para construir unos monotes mecánicos con forma humana pero tan grandes como los kaijus. Estos monotes son en realidad armas de combate poderosísimas, que requieren ser manejadas por dos pilotos humanos, conectados el uno al otro mentalmente y que deben ser muy diestros en lucha cuerpo a cuerpo, ya que el monote replica todos los movimientos que los pilotos hacen en su interior, para sonarse de lo lindo a los horribles kaijus.

Aquí es donde la cinta de del Toro se hace o se deshace: los enfrentamientos de los Monotes del Pacífico (como ya la rebautizamos enque Diezmartínez) y los kaijus están despojados de toda lógica, si uno se la quiere buscar (y la película se deshace). Aunque cada pelea inicia a “puño” limpio de una manera salvaje, haga usted de cuenta cualquiera de Mike Tyson con todo y mordidas de orejita, rápidamente escala a duelos con balas, rayos mortíferos y, ya entrados en gastos, hasta espadotas. Pero los monos en pantalla son tan impresionantes y las escenas de pelea, a pesar de tanto trancazo, están tan salpicadas de detalles curiosos y emocionantes, que, definitivamente, la película se hace.

Y es que, parafraseando el diabólico dicho, del Toro está en los detalles. Ahí están el gusto del director tapatío por los intrincados mecanismos, los insectos y criaturas repulsivos, las escenas con punto de vista infantil y ese personaje autoritario pero a la vez paternalista y entregado (en este caso, el formidable actor británico Idris Elba, como el noble y aguerrido Mariscal Pentecost), los varios personajes locuaces, que son menores pero resultan clave en la trama (los dos excéntricos científicos/pareja dispareja) y por supuesto, Ron Perlman, en receso de Hellboy y haciendo aquí tres breves escenas en donde desquita cada centavo y se lleva, por cierto, los mejores aplausos y carcajadas de toda la cinta. Ah, no se vaya sin ver los créditos finales.

Guillermo del Toro no tendrá en Titanes del Pacífico su mejor película a la fecha pero sí un producto digno de provocar emociones cinematográficas genuinas en niños de ocho años. Y en uno que otro cuarentón.

jueves, 11 de julio de 2013

Guillermo del Toro

Preparándonos para Titanes del Pacífico, un vistazo rápido a las películas del director tapatío Guillermo del Toro.
Hellboy II: El Ejército Dorado (2008) ***. Guillermo del Toro se suelta en el escapismo por el escapismo puro (con un subtexto ecologista, eso sí), de la mano de Ron Perlman y su extraordinario Hellboy, en un mundo tan lleno de fantásticas imágenes y personajes, que una sola visita resulta insuficiente para captar todo lo que hay en la pantalla.
El Laberinto del Fauno (2006) ****. Un regreso a temas antibélicos y a la guerra civil española, que antes sirvió de marco para El Espinazo del Diablo. Y nuevamente la fantasía y lo sobrenatural sirven de escape a la niña protagonista, que descubre que en todos lados hay monstruos (el militar de Sergi López, el peor de todos) y sólo la determinación de enfrentarlos nos lleva a la victoria. La riqueza visual del mundo de fantasía contrasta con los horrores de la realidad, por lo que entendemos perfectamente la decisión de la niña.
Hellboy (2004) ***. El amor de del Toro por las revistas de historietas (o cómics), adivinado en sus películas anteriores, pasa a primer plano con esta adaptación de Hellboy, escrita y dibujada en EUA por Mike Mignola. El perdido hijo del diablo, adoptado y criado por un sacerdote para, ya adulto, luchar contra el mal y lo sobrenatural, a las órdenes del gobierno gringo, es el pretexto perfecto para mostrar toda clase de criaturas fantásticas en una historia donde la consigna es divertirse y el humor negro es la constante. Ron Perlman, que diez años antes había trabajado con del Toro en Cronos, parece haber nacido para encarnar a Hellboy.
Blade II (2002) ***. Un regreso al tema de los vampiros, tocado en Cronos, pero esta vez como parte de la franquicia del cazador de vampiros interpretado por el actor de acción hollywoodense Wesley Snipes. En esta ocasión y a diferencia de Mimic, del Toro se avienta de cabeza a la acción desbordada y da rienda suelta a la presentación de monstruo tras monstruo en la pantalla, todo salpicado de la moronga de rigor.
El Espinazo del Diablo (2001) ****. Guillermo del Toro emigra a España e inicia sus propias producciones, de la mano de Almodóvar, con esta historia de fantasmas, lealtades y traiciones, nuevamente visto todo a través de los ojos de los niños. Es su primera película antibélica y lo sobrenatural funciona como una metáfora escapista al absurdo horror de la guerra. Con Federico Luppi y Marisa Paredes.
Mimic (1997) ***. Si de por sí mucha gente le teme a las cucarachas, imagine usted cucarachas gigantes que imitan la figura humana para conseguir a sus víctimas… Mimic, la primera película hollywoodense de del Toro es en parte una reelaboración de Cronos, su ópera prima. Muchos elementos se repiten: los personajes del niño y el viejo, los insectos que pican inesperadamente, las imágenes religiosas empacadas en papel plástico, los espacios cerrados para una atmósfera sobrenatural, los niños como testigos y parte de la trama. Hacia el último tercio Mimic se convierte en una película de acción y se adivina la mano de los productores haciendo a un lado a del Toro para entregar un producto más adecuado a los estándares de Hollywood.

Cronos (1993) ****. Su triunfal debut en cine, después de su exitoso paso por la serie televisiva de terror, Hora Marcada (1986-1989). Cronos cuenta la historia de un hombre que se vuelve inmortal, a costa de convertirse, además, en vampiro. Desde esta primera cinta Del Toro muestra su fascinación por un estilo visual rebuscado para crear un terror atmosférico, así como mostrar en detalle mecanismos en movimiento e insectos que sorpresivamente atacan a los personajes. El humor negro está presente a todo lo largo, sin dejar de lado la visión a través de los ojos de un niño. Con las excelentes actuaciones del argentino Federico Luppi, el mexicano Claudio Brook y el estadounidense Ron Perlman.

Mi Villano Favorito 2 **1/2

(Despicable Me 2, EUA 2013) Clasificación México ‘AA’/EUA ‘PG’
Clasificación ****Excelente ***Buena **Regular *Mala



Esta será la reseña más corta que ha aparecido en esta columna. Gru como padre de familia es gracioso, pero no tanto como para llevar una película completa. Su enemigo, El Macho, con su obsesión por los pollos y los tiburones resulta más interesante. Definitivamente Universal supo aprovechar el mejor elemento rescatado de Mi Villano Favorito y creo que no estoy solo al decir, qué digo, exigir: ¡Más minions!

jueves, 4 de julio de 2013

Mi Villano Favorito ***

(Despicable Me, EUA 2010) Clasificación México ‘AA’ / EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

A poco no: los villanos siempre son más interesantes que los héroes, pero nunca podemos ver qué hacen cuando no están enfrentándose al muchacho chicho de la película gacha. Mi Villano Favorito se ríe del viejo cliché de “yo… soy rebelde porquelmundomehahechoasí…” y con el villano como protagonista, nos muestra su vida, sus razones, sus motivos y, por último pero no menos importante, su vida familiar, con todo y mamá. Ah, sí: e hijas adoptivas.
Ahora, por qué un orfanatorio daría en adopción a tres adorables niñitas a alguien como Gru, un terrible villano que se dedica a hacer infelices a los demás, no es el punto de la película. Aceptemos que Gru adopta a las niñas mientras continúa sus villanías, usando toda clase de extravagantes y escandalosas máquinas; igualmente, las niñas siguen con su venta de galletas caseras de puerta en puerta, aún después de darse cuenta que su nuevo padre NO es dentista. En realidad esta película está únicamente interesada en ponernos del lado del villano, no sólo cuando se enfrenta a los otros villanos (¿lo cual convertiría a Gru en el héroe?), sino también y sobre todo, cuando comete sus fechorías.
Y es que las maldades de Gru son disparadas por situaciones con que todos nos podemos identificar: chamacos chillones en el parque, filas larguísimas para comprar un café, ni un espacio para estacionarse, etc. Claro, también está su deseo de robarse la Luna, pero sólo para demostrarle a mamá que es capaz de convertirse en astronauta. Por lo mismo, Gru adopta a las tres niñas, como una táctica para vencer a su máximo enemigo, sin pensar que ser papá es más que poner tazones de comida en el piso y periódicos para que las hijas hagan pipí y popó. Con ello, además de todos los buenos chistes que nos receta escena tras escena, la película da en el blanco. Gru podrá ser todo lo villano que se quiera pero, antes que todo, después de todo, se descubre como un excelente padre.
Mi Villano Favorito es una producción estadounidense con dibujos y animación francesa que logran una bienvenida imagen, distinta a la típica hollywoodense. En Inglés, con la voz de Steve Carrell y en Español, con Andrés Bustamante como el Villano Favorito, en una especie de Dr. Chunga ruso, tan chistoso como puede ser Bustamante.
Al respecto, lo único que me molestó es esa tendencia de las películas dobladas a contribuir en hacer más tonta a la gente, al no tomarse la molestia de traducir algunos términos y nombres. Aquí, lo hacen con el nombre del villano rival: Vector, que en el doblaje pronuncian "Véctor", con acento en la “e”, a pesar de que el propio personaje da la definición de la palabra vector. Pero el colmo son los monitos amarillos que trabajan para Gru, muy graciosos por sí mismos y que merecen una película propia. Ellos son llamados "minions", una palabra en Inglés que no existe en nuestro idioma. ¿Era tan difícil nombrarlos en Español "esbirros", “ayudantes” o ya de perdis, “chalanes”? ¿O de plano quienes traducen las películas son tan ignorantes como para no saber que existen los diccionarios?