domingo, 12 de agosto de 2018

La Vuelta al Mundo en 80 Días (1956) **

(Around the world in 80 days, EUA 1956)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La megaproducción hollywoodense de la famosa novela de Julio Verne, con David Niven y Cantinflas en los papeles de los trotamundos, el inglés Phileas Fogg y su mayordomo francés Passepartout, fue estrenada hace más de sesenta años y fue un trancazo de taquilla en su época. Al año siguiente ganó el Óscar a la mejor película y Cantinflas obtuvo el Globo de Oro al Mejor Actor en Comedia o Musical. Será el sereno; tal vez tendría yo que haber vivido en esa época, pero mi impresión de La Vuelta al Mundo en 80 Días (vista recientemente en video y picado por la curiosidad con el estreno de Cantinflas, la película protagonizada por Óscar Jaenada) es que es una película innecesariamente larguísima, poco divertida y menos emocionante.

Los puntos altos de la cinta, dirigida por Michael Anderson, inician con la música de Víctor Young, que incorpora a una partitura clásica con sonidos europeos inicialmente, las notas de La Cucaracha cada vez que aparece Passepartout, encarnado por Cantinflas (es decir, no por Mario Moreno: aquí, Passepartout es básicamente Cantinflas con sombrero de bombín). El propio Cantinflas es el otro punto alto de esta producción, particularmente sus escenas en solitario, perdido en Japón (la secuencia sin diálogos, algo raro para Cantinflas, en los templos budistas de Yokohama es el mejor ejemplo). El final contrarreloj, fiel a la novela, también resulta emocionante y es de las pocas escenas donde David Niven se luce junto a Cantinflas.

La gran atracción de esta producción cuando se estrenó, naturalmente, era lo anunciado en los carteles: más de cuarenta estrellas internacionales en actuaciones especiales. No dudo que el público de hace sesenta años se divirtió y hasta emocionó, identificando a cada uno de los actores invitados. Sin embargo, al espectador actual, si acaso, los únicos que resultan vagamente familiares serían un joven pero ya consagrado Frank Sinatra, junto a la legendaria Marlene Dietrich en plan de Femme Fatale del viejo oeste y uno que otro, como John Gielgud o John Carradine, para cinéfilos más conocedores.

Con todo eso, la duración de tres horas de la cinta es injustificada; a ojo de buen cubero, prácticamente la mitad de la película se va en mostrar paisajes, mientras se insertan tomas de los protagonistas, evidentemente en estudio, reaccionando a las vistas, sin que la trama avance realmente. La historia de Julio Verne está llena de momentos de suspenso y peligro para los protagonistas; en la película, el suspenso está ausente, excepto, como decía, hacia el final. Pero para entonces, uno ya está cansado de tantas imágenes salidas de National Geographic, sin Niven y sin Cantinflas.