domingo, 30 de junio de 2013

¡Amy Adams no está gorda!

Señal de los tiempos... reflexiones de Paco Calderón (aquí el cartón, más grande) sobre El Hombre de Acero, la nueva película de Supermán.

(¡Protesto! ¡La hermosísima Amy Adams no está gorda!)
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A ver, votemos...
Luisa Lane #1:


















Luisa Lane #2:


















Luisa Lane #3:

viernes, 28 de junio de 2013

Monsters University **

(EUA 2013) Clasificación México ´AA´ / EUA ´G´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Si usted trae prisa, seré breve: Monsters University es, en mi lista, la película menos original, menos graciosa y menos emotiva de Pixar.

Van mis razones:

1. Es la menos original: Seguramente usted habrá visto algunas de las tantas comedias joligudenses acerca de universitarios relegados por los demás, que se crecen ante la adversidad. ¿Recuerda las ochenteras La Venganza de los Nerds o Regreso a la Escuela? ¿Qué tal la noventera Legalmente Rubia? O, sin ir tan lejos, Notas Perfectas, apenas hace un par de meses. El caso es que cada tres, cuatro años, Hollywood vuelve a esta historia del apestado que triunfa en la escuela a pesar de todos los pronósticos.

2. Es la menos graciosa: Sí, es muy entretenida y hay buenos chistes por aquí y por allá pero, para no extenderme, me limito a describir mi experiencia en una sala de cine llena en domingo en la tarde, con niños y padres de familia. No oí carcajadas de niños más de dos veces y alguna que otra de los adultos, justamente en esos chistes… por aquí y por allá.

3. Es la menos emotiva: ¿Y el momento Ratatouille, ´apá? No espere usted en Monsters University, porque nunca llegará, la escena donde algunos de los personajes (y nosotros junto con ellos) son enfrentados con un suceso que les mueve el tapete bastante fuerte. Lo vimos en Toy Story 1, 2 y 3; Bichos; Buscando a Nemo; Los Increíbles; las propias Monsters Inc. y Ratatouille; WALL-E; Up…

Debo aclarar que pienso que Monsters University es una película divertida por sí sola, pero Monsters Inc. y sus personajes no se merecen estar asociados con ella. Viniendo de Pixar, la casa productora que nos demostró que segundas (y terceras) partes sí pueden ser buenas y tal vez mejores que la original con la excelente trilogía Toy Story, esta segunda película de Monsters está en la misma liga que todas esas producciones menores que Disney lanzó durante los 90s, como La Sirenita 2, Aladino 2, El Rey León 2, ¡La Cenicienta 2! y, el insulto de insultos: Bambi 2. Hombre, el gusto que me dio la noticia del futuro estreno de Buscando a Dory, como continuación de Buscando a Nemo, hace unos meses, se me acabó al ver la flojera que parece estar empezando a normar en Pixar. 

Y es que la idea presentada en Monsters University es cómo llegó el verde y ojón Mike Wazowski (Andrés Bustamante en Español, Billy Crystal en Inglés) a ser uno de los asustadores estrella de Monsters Inc., al lado del peludo gigantón Sully (Víctor Trujillo en Español, John Goodman en Inglés). Y lo que sigue por la siguiente hora y fracción es una de esas relajientas comedias estudiantiles que mencionaba líneas arriba. Al final, resulta que Mike y Sully no se convierten en los mejores asustadores por todo lo que viven en la universidad, sino por lo que vemos en los últimos cinco minutos de película, lo cual para mí es demasiado tarde, en una cinta que dura casi las dos horas completas.

Lo forzado del final me recordó ese chiste de Anita la Huerfanita (la obra de teatro, no he visto las adaptaciones al cine y tele) en donde el papá adoptivo le cuenta a Anita cómo se hizo millonario: "con una moneda compré una manzana, la vendí y con lo que gané compré dos; con la ganancia de esas dos, compré cuatro y..." Anita lo interrumpe: "Sí, ya sé, vendió las cuatro manzanas y con la ganancia compró ocho y así sucesivamente..." Y el papá adoptivo aclara: "No, ahí es donde se murió un pariente que me heredó toda su fortuna." Una mejor película, en todo el estilo del Pixar que nos ha cautivado antes, está escondida en esa secuencia final donde nos enteramos del verdadero éxito de Mike y Sully. Chance y hasta momento Ratatouille habría en ella.

viernes, 21 de junio de 2013

El Hombre de Acero ***

(Man of Steel, EUA 2013) Clasificación México ‘B’ / EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Ya antes he aclarado en este espacio mi afición, desde que era niño, por Supermán en sus distintas representaciones (libritos, caricaturas, película, en fin, hasta calcetines… y no es broma). Igualmente, he descargado aquí mi disgusto por Supermán Regresa, estrenada en 2006 y que no fue más que un refrito demasiado reverente e innecesario de Supermán, la muy disfrutable y memorable cinta protagonizada por Christopher Reeve en 1978. Así que a continuación doy mi reporte sobre a El Hombre de Acero: Como “fan”, me gustó MUCHO; como cinéfilo, me gustó… mucho.
He aquí el nuevo intento de la Warner Brothers por entrar a la cancha del cine basado en superhéroes que, hoy por hoy, Marvel/Disney domina con las franquicias de Iron Man, El Hombre-Araña, Los Vengadores y anexas. En todo caso, sólo la reciente trilogía de Batman ha mantenido a Warner en la pelea, aunque esa serie es, en mi opinión, deprimente, aburrida y confusa. Es claro que aquí estoy solo ante el peligro, dado el éxito mundial de Batman Inicia, El Caballero de la Noche y El Caballero de la Noche Asciende. Por lo tanto, era natural que la WB decidiera confiar a Christopher Nolan, el productor, escritor y director que revivió a Batman, hacer lo propio con Supermán.
Como usted se podría imaginar, con esos antecedentes, El Hombre de Acero presenta desde cero a un Supermán atormentado por su pasado y buscando su lugar en el mundo, más o menos como vimos a Bruce Wayne (o Bruno Díaz) en Batman Inicia. La diferencia, para bien, es que el pasado de Supermán resulta, por lo menos a mí, más entretenido y fascinante que el de Bruce Wayne. La primera media hora es dedicada a mostrarnos los últimos días del planeta Kryptón, con Jor-El (un muy serio Russell Crowe), el padre del futuro superhéroe, rebelándose ante los dirigentes del planeta al borde de la destrucción y tomando las acciones que lo llevarán a enviar a su hijo recién nacido, Kal-El, a la Tierra. En esas escenas conocemos al General Zod (un gritón y también muy serio Michael Shannon), responsable de la seguridad de Kryptón y cuyos motivos son los mismos de Jor-El, pero con métodos diferentes. Las consecuencias las conocemos: Kryptón se destruye y Kal-El llega a la Tierra, donde crecerá para convertirse en Supermán. Y eventual e inevitablemente, el villano Zod también alcanzará nuestro planeta, para enfrentar a un Kal-El adulto.
A diferencia de las versiones cinematográficas anteriores, donde todo era festivo y sencillo, la visión de El Hombre de Acero del productor Nolan, su escritor de cabecera David S. Goyer (también escritor de la trilogía Batman) y su director en turno, Zack Snyder (adorado por las masas por su cinta “300”, EUA 2007), peca de seriedad y solemnidad. Pero creo que las historias de los últimos días de Kryptón y la del destino que Jor-El busca para su hijo Kal-El están tan bien armadas, que más que una película de Supermán, todo el asunto se siente como una buena cinta de ciencia ficción sobre un extraterrestre huérfano. Bueno, al menos la primera hora y media, antes de que empiecen los catorrazos.
Resulta que Kal-El, ahora llamado Clark Kent, anda de arriba para abajo, haciendo chambitas varias, supuestamente tratando de encontrarle sentido al hecho de que es un extraterrestre superfuerte e indestructible. Lo cierto es que esa parte de El Hombre de Acero ya la vimos antes en El Fugitivo (tanto en tele como en cine) o en la versión televisiva de Hulk, en los ‘70s. Hombre, tan trillado es el asunto que hasta hubo un Perro Fugitivo en la tele de esa época. Lo único rescatable del vagar de Clark es la serie de recuerdos que va teniendo sobre su padre terrestre, interpretado con el corazón en la mano por Kevin Costner. Ahí es donde se explica por qué Kal/Clark es tan bien portado, a pesar de ser tan poderoso, lo cual es un fuerte obstáculo a la hora de enfrentarse a Zod, decidido a matarnos a todos para construir un nuevo Kryptón. Con una amenaza así, Kal/Clark hace lo que puede, no lo que debe, para detener a Zod y en el proceso destruye media Metrópolis, en escenas tan realistas que seguramente el número de metropolitanos muertos habrá rondado los miles… ¿otra carga sicológica para Clark?
Algo así como la última hora se va en trancazo tras trancazo entre Zod y Clark, con edificios derrumbándose por todos lados y Luisa Lane (Amy Adams, la cantarina princesa de Encantada, EUA 2007) trepada en cuanto transporte militar se le atraviesa, con tal de obtener su historia periodística. Al final, nos queda claro que este Clark Kent, actuado apropiadamente por el británico Henry Cavill, no es el tímido y torpe reportero, ni Supermán el optimista héroe de las versiones anteriores. Es más, ni siquiera es conocido como Supermán y en toda la película sólo una vez se menciona ese “nombre”. Todavía más: queda claro que el productor Nolan y compañía han entregado un producto que sí tendrá continuaciones. Como “fan”, ya las espero. Como cinéfilo diré que ojalá dejen de lado, un poco aunque sea, esa seriedad de la que han investido a su Supermán. Un hombre que vuela debería maravillarnos, ¿no cree usted?

martes, 18 de junio de 2013

Happy birthday, Roger!

Roger Ebert, el crítico de cine del Sun Times de Chicago, murió en Abril pasado. Yo ví su programa de tele por varios años, en los ´80s y ´90s. Desde 1997 leía semanalmente sus reseñas de cine y artículos varios en internet. A lo largo de los años intercambié algunas líneas de correo electrónico con él. Sus respuestas a mis comentarios, siempre amables, breves y sustanciosas.

Desde su muerte, me gusta imaginar qué hubiera escrito de tal o cual película. Así es la vida.
Hoy, 18 de Junio, cumpliría 71 años.

viernes, 14 de junio de 2013

Superman / Superman Regresa

Supermán La Película ****
(Superman The Movie, RU/EUA 1978)
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Supermán Regresa *1/2
(Superman Returns, EUA 2006)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Creo, estimado lector, que no soy el más indicado para reseñar una película de Supermán: desde niño soy “fan”. En televisión, veía las caricaturas sesenteras de Supermán (y Superboy, con Krypto, el Supercán); la serie de acción viva de los 1950s y en las matinés de cine, las películas también de los ‘50s, en blanco y negro. Mis domingos se iban en cuentos de Supermán... hasta bien entrados los 90s. Ahora, ocasionalmente me doy una pequeña dosis del hombre de acero, generalmente con una caricatura. Más de cuatro décadas de seguirlo, creo que sí me califican oficialmente como “fan”.

Así que puede usted imaginar mi emoción cada vez que se estrena una nueva película de Supermán. Lamentablemente, ese gozo se fue al pozo hace siete años, con Supermán Regresa, del director Bryan Singer (X-Men y X-Men 2). Por decir lo menos, salí molesto del cine. La historia inicia con el regreso de Supermán a la Tierra, después de una ausencia de cinco años (que en las pantallas en realidad fueron 19, sin una cinta del superhéroe desde 1987, la pésima Supermán IV). Supermán y, por lo tanto, Clark Kent, decide ir a buscar sus orígenes en los restos del planeta Kryptón, abandonando a sus amigos en Metrópolis. Al regresar, su nave se estrella en una granja en Kansas, donde lo recoge amorosamente su madre adoptiva. Ya compuesto, Clark Kent se presenta en Metrópolis y reinicia su trabajo como reportero para el Diario El Planeta, de donde tiene que salir volando para rescatar la aeronave en que Luisa Lane es pasajera. Mientas tanto, el malvado Lex Luthor roba un trozo de kryptonita, sustancia letal para Supermán. Con ello, Luthor espera evitar que el superhéroe eche a perder sus planes de apoderarse de extensos y valiosos terrenos, convirtiéndose en un magnate de las bienes raíces. Por supuesto, Supermán se escapa de la kryptonita y detiene a Luthor, salvando al mundo una vez más.

En resumen: ni una sola idea original. Lo que acabo de describir es exactamente la misma trama de Supermán La Película, estrenada en 1978 y dirigida por Richard Donner, que asombró a todo el mundo al presentar al hombre de acero volando, por primera vez en tomas extendidas y de manera más o menos “realista”. Pero no sólo el vuelo del héroe convirtió en un exitazo la cinta. Donner echaba mano de un sentido del humor a veces sutil y a veces no tanto, pero siempre salpicando prácticamente cada escena. El resultado, una película que a pesar de sus dos horas y media, convierte lo que podría ser una tragedia (después de todo, el único sobreviviente de un planeta destruido es adoptado en la Tierra y vuelve a quedar huérfano al ver morir a su padre adoptivo), en una aventura fantástica que trajo, por primera vez en la historia, el cine de superhéroes a un plano principal, no sólo en la taquilla sino también ante los críticos y público en general.

El pecado de Bryan Singer con Supermán Regresa fue, a pesar de hacer prácticamente la misma película, no entender justamente la parte divertida que hizo de la cinta de Donner un trancazo.  A lo largo de la versión de Singer se percibe una reverencia excesiva a la de 1978, al grado de hacer que los personajes repitan, casi línea por línea, muchos diálogos de aquella película, pero con una seriedad que poco a poco va minando el espíritu festivo que uno esperaría en una adaptación cinematográfica de historietas, por cierto también conocidas como “cómic”. El colmo es ver a Luthor como un desalmado sicópata, apuñalando a Supermán y pateándolo en el suelo, con una violencia perturbadora. Hombre, ya si la palabra “cómico” no le da una pista al director, ni cómo ayudarle.

Decía que en Superman Regresa no hay una sola idea original y falto a la verdad. La única propuesta nueva de Bryan Singer es el hijo que no sabíamos que Supermán había tenido con Luisa Lane. Lamentablemente, tampoco me entusiasmó y sí contribuyó a que me molestara más. Con un hijo, hubiera sido inevitable que la siguiente película se tratara de Supermán y su chamaco. No sé usted, pero mi idea de Supermán es verlo salvando al mundo una y otra vez, no en el parque con su hijo cachando pelotas de beisbol. Y no contento con presentar un innecesario retoño, Singer escogió hacer que el niño mostrara su superfuerza matando a uno de los guaruras de Luthor, en una escena extremadamente violenta. Así que el hijo de Supermán es, además, un asesino. A ver, ríase usted ahora.

Como “fan” de Supermán, pero sobre todo como cinéfilo, sigo prefiriendo, por mucho, la adaptación de 1978, aunque sea más rupestre y sencillita. La sola secuencia del rescate inicial de Luisa en el helicóptero, desde que sale Clark Kent de El Planeta hasta que se despide en el helipuerto, captura toda la emoción y diversión de la película (el chiste de la caseta telefónica inexistente o el padrote que le chulea el traje a Supermán, o, vamos, el comentario de las estadísticas sobre la seguridad de volar a una Luisa a punto de desmayarse). Y todo a base de efectos mecánicos y trucos fotográficos, en una época en que no había dibujos y animación computarizada. Uno se emociona, se ríe y se divierte. Y, en su propio contexto, de que uno le cree que un hombre puede volar, se lo cree.

jueves, 6 de junio de 2013

El Gran Gatsby **

(The Great Gatsby, EUA 1974)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
No, todavía no he ido al cine a ver El Gran Gatsby, la nueva película con Leonardo DiCaprio. Y es que la quiero ver en 3D, pero es hora que no he podido acomodar mi semana para alguna de las pocas funciones en que se está exhibiendo así en mi ciudad. Los lectores habituales recordarán que generalmente evito las versiones “tridimensionales” y de paso despotrico aquí mismo contra los molestos lentes y la oscurecida imagen en pantalla, además del sobreprecio que, para mí, no se justifica por tanta molestia. Pero…quiero ver El Gran Gatsby en 3D.
Antes de que se me acuse de confundir a los amables seguidores de Joel vs. Los Monstruos, permítaseme aclarar que esta es mi reseña de la película de 1974, El Gran Gatsby, a su vez adaptación de la novela homónima publicada en 1925 y escrita por el estadounidense F. Scott Fitzgerald. Ya que estoy en aclaraciones, aprovecho para decir que son tantas mis ganas de ver la nueva, que me he preparado, primero, leyendo la novela que, confieso, no conocía hasta esta semana y, segundo, viendo la cinta de 1974, protagonizada por Robert Redford y dirigida eficientemente por Jack Clayton. Así que lo que se puede leer en la columna de hoy son mis impresiones de esa versión estrenada hace 39 años.

El Gran Gatsby, la novela, es una historia sencilla de desencanto con la cerrada alta sociedad de Nueva York, durante los llamados "fabulosos 20s", a través de los ojos de Nick Carraway, un joven de 29 años nacido en Chicago que, al regresar de la Gran Guerra, pasa un intenso verano en una adinerada comunidad de Long Island, donde es testigo del culto de toda una sociedad a la acumulación de riquezas y a las celebridades, así como de la hipocresía que permeaba desde las más altas esferas hasta los vecinos más amolados; mugre corriendo río abajo junto con el alcohol que se bebía en todos lados, a pesar de la prohibición que marcó esa década en los Estados Unidos. Así, Nick tiene un asiento de primera fila a este degradante espectáculo, gracias a las multitudes neoyorquinas que semana a semana plagan las orgiásticas fiestas de su vecino, el elusivo Jay Gatsby.

De Gatsby, nadie sabe nada pero todos dicen algo: que si es sobrino del káiser alemán, que si es un espía, que si mató a un hombre, etc. Y como Gatsby rara vez se deja ver en sus propias fiestas, el misterio crece pero a los cientos de invitados y otros tantos gorrones no les importa, mientras el escandaloso jazz y el alcohol sigan fluyendo en la gran mansión. Naturalmente, Nick Carraway se verá involucrado con Gatsby más de la cuenta, al estar emparentado con Daisy, una bella joven casada con Tom, millonario playboy, también avecindado en Long Island. Gatsby no duda en usar a Nick para acercarse a su amor imposible, Daisy, y ganar su corazón.

Aun con el triángulo amoroso de Gatsby, Daisy y Tom, lo más interesante de la historia es, o debiera ser, cómo Nick cambia sus percepciones del éxito que busca en la vida, al enfrentarse a esa sociedad tramposa que dice estar construyendo un mejor país pero festeja y miente ruidosamente al calor del prohibido alcohol.

Sin embargo, el guión de Francis Ford Coppola, fresquecito de El Padrino (EUA 1972), da gran peso a las escenas de amor entre Gatsby y Daisy, mientras se dicen el uno al otro diálogos que suenan demasiado... textuales. Y es que la falla está en que Coppola, salvo unos agregados que obvian la idea principal, cobró por solamente copiar y medio reacomodar los textos de la novela. El resultado es el mismo que si los actores estuvieran sentados leyéndonos página tras página del libro, incluyendo las reflexiones que Nick hace para sí mismo. Película demasiado literal, pues.

En cuanto al estelar reparto, el apuesto y elegante Robert Redford, en el papel de Jay Gatsby, nunca da la impresión de esconder un oscuro pasado, por lo que las sospechas de Tom sobre los orígenes de Gatsby resultan gratuitas. Mia Farrow nunca es lo encantadora que Daisy debería ser para justificar el incondicional amor que Gatsby le profesa, aunque me gustó cómo combina una apariencia desenfadada y alocada con sus sufridos soliloquios por su irremediable destino de mujer sometida.

Contando la nueva película actualmente en cartelera, el libro ha sido adaptado cinco veces al cine y, aunque sólo he visto esta versión de 1974, tengo entendido que ninguna ha conseguido capturar el encanto que la novela tiene para el público estadounidense, conocedor de la historia y los personajes al ser lectura obligada para estudiantes de secundaria en el vecino país. Entre otros, el crítico Ernesto Diezmartínez (de cinevertigo.blogspot.com) dice que tal vez El Gran Gatsby sea infilmable. Recién leída la novela, yo digo que no debería haber mayor problema. Como dije, la historia no es complicada, el mensaje tampoco. Tal vez el arriesgado director Baz Lurhmann, con DiCaprio al frente en su versión en 3D, nos lo demuestre. Recordando el trabajo de Luhrmann en Romeo+Julieta (1996) y Moulin Rouge (2001), crece mi curiosidad por ver qué hace con Gatsby.