(México, 2008) Clasificación 'B-15'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
"Ahorita vas a conocer a mi otro yo..." dice amenazante el asesino a la heroína de 24 Cuadros de Terror, antes de bajarse el cierre del pantalón y en efecto mostrarle su otro yo. Líneas como ésta, menos incómodas, mejor intencionadas y más efectivas en películas de Alfonso Zayas y El Caballo Rojas, hacen de 24 Cuadros de Terror una cinta de terror bastante dispareja.
Dirigida por el prolífico Christian González (veo en la IMDB que esta es su película 73, entre títulos como El Clon de Hitler y Sí Desearás la Mujer de Tu Narco, que no he visto pero cómo quisiera, la verdad), nos presenta una serie de sanguinarios asesinatos de mujeres, cometidos por un clon de Sandro de América enfundado en ropa setentera de segunda (Gerardo Murguía), quien ha tenido la decencia de filmar todos sus crímenes en Super 8, incluyendo su suicidio. Lo que me hace preguntarme: ¿quién detenía la cámara? Para que sus crímenes pasaran a la posteridad, Sandro el Asesino vecino de Jaimito el Cartero (juro que el set es igualito a La Vecindad del Chavo) tiene la decencia de reencarnar u ocupar el cuerpo de otro chavo (Rafael Amaya), que aparentemente se encarga de conseguir la ropa en Tepito y hacer las transferencias de Super 8 a digital, para que los pueda editar una chamacona (Raquel Bustos) que en otra vida se echa sus Victorias con el potrillo Alejandro Fernández y un cardiólogo borracho.
Aunque la meta del asesino reencarnado es hacer la mejor película de terror jamás filmada, la verdad es que, según la editora, el tipo no sabe mucho de cine y sus crímenes no tienen mucho sentido ni continuidad, por lo que, al modo de una Sherezada de la era digital, la chamaca se mantiene viva durante lo que en efecto parecen mil y una noches, sin que Sandro se la eche al plato (bueno, excepto por la escena descrita arriba), con el viejo cuento de que ella sí puede darle coherencia a la historia. Mientras tanto, Sherezada gorrea galletas Ritz con queso y jamón, unas botellas de Padre Kino y se prueba todos los saldos de ropa y zapatos de La Lagunilla de hace 40 años.
24 cuadros de terror entretiene bastante por lo que ya he apuntado pero también, siendo justo, por varios momentos que me resultaron genuinamente inquietantes; empezando por los asesinatos en Super 8 y algunas de las escenas de pesadillas de la heroína. Lamentablemente el humor ¿involuntario? y algunas actuaciones acartonadas (en particular el asesino reencarnado de Rafael Amaya y Ana Ciocchetti como el incomprensible personaje de ¿Las Mellizas?) rompen el trance de terror en que González nos quiere sumir (_______ espacio para que anote su propio albur).
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