jueves, 27 de octubre de 2016

4 décadas de terror

Hay que aprovechar cuando tenemos reestrenos en cine de varias de las mejores películas hollywoodenses de terror, de los 60s, 70s, 80s y 90s. En orden de preferencia, van mis reseñas de las que hay que volver a ver, o ver por primera vez (¡suertudos!), en la pantalla grande más cercana que usted tenga.
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

El Exorcista ****
(The Exorcist, EUA 1973) Clasificación México ´ B-15´/EUA ´R´
La primera película hollywoodense importante en tratar la posesión demoniaca y la lucha de la iglesia Católica contra el maligno. Con El Exorcista, el director William Friedkin sentó las bases para las siguientes cintas sobre el tema, mostrando primero a la inocente familia afectada con uno de los mayores miedos, el que algo malo le pase a un hijo, para luego centrarse en la historia del creyente que, en un máximo acto de fe, se enfrenta al demonio en nombre de Dios.
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Tiburón ****
(Jaws, EUA 1975) Clasificación México ´ B-15´/EUA ´R´
Desde su estreno en el verano del ‘75, las playas no volvieron a ser las mismas. Ni los cines, que a partir de entonces, verano a verano, se llenan de público ávido de emociones fuertes en la pantalla grande. El tiburón no aparece sino hasta la mitad de la película pero desde los primeros minutos el terror de la pantalla se vuelca a los espectadores, ayudado por las inconfundibles e inolvidables notas musicales de John Williams, en esta primera de muchas geniales colaboraciones con el director Steven Spielberg.
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Psicosis ****
(Psycho, EUA 1960) Clasificación México ´ B-15´/EUA ´R´
Psicosis, del maestro del suspenso Alfred Hitchcock, es una película clásica que casi todo mundo conoce, aún sin haberla visto, gracias a la influencia temática y visual que ha tenido en el cine de terror de los últimos 50 años. Por lo mismo, para quienes saben de ella pero nunca han tenido la oportunidad de experimentarla, es mejor no comentar nada sobre la trama. El propio Hitchcock, en su momento, aparecía en los anuncios de cine pidiendo a quienes la veían que no divulgaran nada, dado el impacto que tiene la historia de la protagonista cuando se ve por primera vez. Aún más: la Universal, distribuidora del filme, exigía a los cines prohibir la entrada a la sala una vez iniciada la función, para respetar la secuencia narrativa ideada por el gran Hitch.

En honor a esta tradición y por experiencia personal acerca del daño que puede uno hacer a los no iniciados (mi amada esposa aún no olvida el que yo, inadvertidamente, revelé el secreto la primera vez que la vio, hace unos 10 años), sólo diré que Hitchcock consigue interesarnos, durante los primeros 45 minutos, en las peripecias de una solitaria y bella rubia, para después presentarnos a un encantador muchacho que vive con su anciana madre y administra un motel a la orilla de una olvidada carretera: el Motel Bates. Y ya me dieron escalofríos nomás de escribir esa última línea.
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El bebé de Rosemary ****
(Rosemary´s baby, EUA 1968) Clasificación México ´B-15´/EUA ´R´
El director Roman Polanski arma el hipnótico relato en que una joven neoyorkina descubre que lleva en su vientre al anticristo, después de caer víctima de un grupo de adoradores del demonio. La inocencia de la protagonista hace juego con la sencillez con que son presentadas las intenciones de los malos, para aumentar gradualmente el terror, hasta llegar a la escena del enfrentamiento de la madre con el bebé y la terrible decisión que toma.
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Scream ***
(Scream, EUA 1996) Clasificación México ´ B-15´ / EUA ´R´
El director Wes Craven decide, en los ‘90s, que el género de terror necesita revitalizarse y nos entrega esta idea en la que los personajes, incluyendo al sobrenatural asesino, se saben dentro de una película de terror y todo lo que hacen, consciente e inconscientemente, termina siendo consistente con la disección que Craven hace de sus propias cintas del género. El resultado es más divertido que aterrador, por cierto.
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Carrie: Un Extraño Presentimiento ***
(Carrie, EUA 1976) Clasificación México ´ B-15´ / EUA ´R´
En cine, lo innovador y vanguardista generalmente envejece mal. Véase Carrie, del director Brian De Palma, con una primera hora de escenas chocantes y actuaciones acartonadas. Es en la última media hora donde De Palma hace gala de su maestría para el suspenso, en una secuencia extendida sin cortes y sin diálogos, continuando, por si fuera poco, con siete minutos presentados en cámara lenta que nos tienen al borde del asiento, esperando la cruel travesura de los chamacos abusivos a la inocente Carrie. La “broma” desata una sangrienta pesadilla, que en pantalla dura menos de cuatro minutos, con uno de los recursos favoritos de De Palma: la pantalla dividida, mientras Carrie ejecuta su venganza sin siquiera parpadear. Sí, las imágenes en pantalla duran apenas los cuatro minutos, pero el impacto de estas escenas y del legendario y multicopiado epílogo han perdurado ya por 40 años.

jueves, 20 de octubre de 2016

Mascotas ***

(Mascots, EUA 2016) Exclusiva de Netflix.
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Recordando a mi querido Ramón Tamayo, el primer Lucho el Aguilucho.

No hay que confundir, estimado lector, esta comedia para adolescentes y adultos, del actor, escritor y director Christopher Guest, con la película para niños “La vida secreta de tus mascotas”, que vimos hace unas semanas en los cines locales. “Mascotas” es un falso documental acerca de un concurso internacional de “mascotas” de equipos deportivos, mejor conocidas en México como botargas (que, en mi opinión, es una palabra bastante cacofónica, pero qué le vamos a hacer).

El director Guest es especialista en este tipo de falsos documentales cómicos, tanto escribiendo y dirigiendo, como actuando. Los cinéfilos más experimentados (por no decir… rucos) lo recordamos como el resentido rockero protagonista de “Spinal Tap”, la comedia de Rob Reiner que, en 1984, usó este mismo estilo para contar el hilarante ocaso de una ficticia banda británica de rock. Lamentablemente este tipo de cine comúnmente no es estrenado en México, tal vez porque los distribuidores nacionales desconfían del buen gusto del público. En todo caso mi favorito, a la fecha, es “Best in show”, estrenado en el año 2000, sobre varios dueños de perros finos, obsesionados con sus canes y con la posibilidad de ganar la medalla “Best in show” en un concurso anual celebrado en Philadelphia.

En cuanto a “Mascotas”, la estructura es simple y archiconocida ya, gracias, sobre todo, a las series de televisión que en los últimos 10 años han adaptado a la pantalla chica el formato del falso documental (“The Office” y “Familia Moderna” destacan). Conocemos y seguimos a los personajes a través de entrevistas frente a la cámara, intercaladas con contrastantes escenas supuestamente privadas de los mismos personajes, que pueden haber sido, o no, filmadas por el equipo de “documentalistas”.

Así, conocemos a varias botargas profesionales (bueno, a las personas que van adentro de las botargas), de distintos lugares de los Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, quienes, además de hablarnos de su trabajo como mascotas de equipos deportivos, nos confiesan sus respectivas obsesiones con esa “forma de arte”; la importancia que tiene en sus vidas el concurso internacional y, pues ya entrados en gastos, sueltan la sopa sobre sus problemas personales y hasta maritales.

Al igual que en las otras películas similares de Christopher Guest, el efecto de documental se mantiene, en general con resultados cómicos muy efectivos, gracias a que la mayor parte de los diálogos son improvisados por los actores al momento de grabar las escenas. Por lo tanto, más que el guión, es crucial el reparto y “Mascotas” no se puede quejar en este respecto, con un grupo encabezado por Parker Posey y Jane Lynch, veteranas compañeras de Guest en estas lides, junto con John Michael Higgins, Michael Hitchcock, Don Lake, Fred Willard y Ed Begley Jr., a quienes se unen Chris O'Dowd (el novio policía de “Damas en Guerra”) y Zach Woods (el asistente corporativo de “The Office”).

En general, además de la graciosa línea argumental, es una delicia ver a estos actores trabajar en parejas, alimentándose mutuamente en los diálogos improvisados. En particular, las mejores escenas en este sentido son las de dos hermanas texanas, interpretadas por Parker Posey y Susan Yeagley. Puede uno ver cómo van creando la escena a base de apilar chiste tras chiste, y en sus caras se adivina la complicidad para elevar gradualmente la vara. Neta comedia de actores.

jueves, 13 de octubre de 2016

Kubo y la búsqueda samurái ***

(Kubo and the two strings, EUA 2016) Clasificación ´A´/EUA ´PG´
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La cuarta película de Laika, la compañía especialista en cine animado a partir de fotografías de muñequitos y escenarios reales (“stop motion”), continúa con la temática de sus tres cintas anteriores (Coraline, 2009; ParaNorman, 2012 y Boxtrolls, 2014), con un protagonista humano, un niño, que descubre su fortaleza interna al enfrentarse a personajes sobrenaturales, en una historia atípica de crecimiento personal. En este caso, Kubo es un niño japonés que debe encontrar la armadura de samurái de su difunto padre, para enfrentar al Rey Luna, un antiguo espíritu vengativo.

La gracia de Kubo y la búsqueda samurái es que aprovecha su situación en Japón, para mezclar la visión tradicional japonesa del mundo espiritual, con la magia de una historia fantástica. Así, Kubo vive cuidando a su madre en una cueva apartada del pueblo, a donde acude todos los días mientras la madre permanece en la cueva, en una especie de trance. En la plaza del pueblo, Kubo se gana la vida haciendo origami, figuras de papel doblado, y con ellas narra, para el público callejero, las aventuras de un samurái. Las aventuras que cuenta Kubo son emocionantes por sí solas, pero el principal atractivo es que las pequeñas figuras de papel cobran vida cuando Kubo pulsa las cuerdas de su shamisen, una especie de guitarra japonesa. Al final del día, Kubo debe regresar a su cueva y a su madre, quien siempre le recuerda volver antes de que oscurezca, para protegerlo de los espíritus malignos que quieren apoderarse de él.

Sin embargo, como ocurre en estas historias, el protagonista siempre desea tener algo que no puede y muy pronto Kubo se embarca en un viaje en el que, mientras enfrenta sus miedos (representados por la oscuridad y los espíritus malignos), obtiene la compañía y guía de dos personajes muy peculiares, un mono hembra y un escarabajo gigante que piensa que es un samurái. Ambos, durante el viaje, además de proveer la comedia necesaria, se convierten en las figuras materna y paterna que tanta falta le hacen a Kubo.

El director Travis Knight, animador de los proyectos anteriores de Laika, dirige con solvencia el guión original escrito por Marc Haimes y Chris Butler y arma una película que, al menos a los ojos y oídos de quien esto escribe, se siente y se ve completamente japonesa, aún sin serlo. Me gustó, finalmente, cómo se usan en aras de la historia los conocidos valores tradicionales del Japón, como el honor, la familia, el respeto por los antepasados y el aprecio por las formas artísticas visuales y sonoras.

viernes, 7 de octubre de 2016

¡Three Amigos! **

(¡Three Amigos!, EUA 1986) 
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Tan seminal ha sido Los Siete Samurái para el cine hollywoodense que, entre todas las películas que han usado la misma premisa está esta comedia muy peculiar, dirigida por John Landis (fresquecito de Un Hombre Lobo Americano en Londres, y La Dimensión Desconocida) que parodia no a la japonesa, sino directamente a Los Siete Magníficos, de John Sturges, con todo y partitura musical compuesta por el mismísimo Elmer Bernstein.

La historia es la misma: A principios del siglo XX, unos campesinos mexicanos contratan a unos pistoleros gringos para que los defiendan de los bandidos. Sólo que, en su ignorancia, los campesinos confunden a tres estrellas del cine mudo de aventuras, los Tres Amigos (“Three Amigos”, como de hecho dicen sus películas en Inglés), con valientes pistoleros que, vestidos con elegantes trajes de charro, recorren el mundo haciendo justicia a favor de los pobres.

Los mentados tres actores gringos son unos buenos para nada, sus películas ya han sido descontinuadas y, siendo todavía más ignorantes que los campesinos, aceptan el trabajo, creyendo que están siendo contratados para actuar junto a una famosa tropa de actores mexicanos que hacen el papel de los desalmados bandidos. Por supuesto, los bandidos son tan reales como las balas que disparan y, después de derramar lágrimas de cobardía, en una hombrada sacada de la manga los Three Amigos salvan a todo el pueblo.

La comedia no es lo buena que uno quisiera, pero las actuaciones de los principales: Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short como los Three Amigos, y Alfonso Arau como El Guapo, el carismático jefe de los bandidos, la hacen compulsivamente visible.

Los Siete Magníficos (1960) ***

(The Magnificent Seven, EUA 1960)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Los Siete Magníficos es un producto de la época en que se hizo. Si bien la historia es la misma que la contada en Los Siete Samurái (Kurosawa, 1954), en que un pueblo oprimido contrata a siete guerreros para que los defiendan de sus opresores, la cinta de 1960, dirigida por John Sturges, traslada la acción, del Japón de 1600, a un pueblucho mexicano de fines del siglo XIX y los samurái son reemplazados por pistoleros gringos a sueldo, de los que recorrían el “viejo oeste” en busca de recompensas.

La historia sigue muy de cerca la contada en Los Siete Samurái, con ajustes para cumplir los requerimientos, primero, del público estadounidense, consumidor, en ese tiempo, de películas "de vaqueros"; segundo, del gobierno mexicano que otorgó el permiso para filmar en el estado de Morelos y que no quería ver mal representados a los compatriotas. Así, un grupo de campesinos mexicanos (encabezados por Jorge Martínez de Hoyos) viaja a la frontera con los Estados Unidos, en principio para comprar armas con qué matar a un grupo de bandidos que ya los habían agarrado de sus puerquitos, asaltando cada tanto tiempo el pueblo y dejándolos con apenas qué comer. Sólo que al llegar a los Estados Unidos son testigos de un acto de justicia por parte de dos pistoleros gringos a sueldo (Yul Brynner y Steve McQueen, disputándose el protagonismo de la película) e, impresionados, en lugar de comprar armas, los contratan para ayudarlos a enfrentarse a los bandidos.

Como en la historia japonesa, el pistolero principal, Yul Brynner impecablemente vestido de negro y con la cabeza completamente rasurada, recluta a 5 mercenarios más (Charles Bronson, Robert Vaughn y James Coburn los más notables) y todos parten a México. Ya en el pueblo, los vaqueros gringos organizan a los campesinos para preparar la defensa, construyendo trincheras, barricadas y enseñándoles a tirar a matar. Mientras llega el momento del enfrentamiento final, el director Sturges enlaza varias viñetas cuyo objetivo es mostrarnos la personalidad de cada pistolero, pero el resultado no es tan bien logrado como en la original japonesa y, fuera de los personajes de Brynner y McQueen, nunca terminamos por distinguir a cada uno de los siete, más que nada, porque varias de las situaciones personales de los distintos samurái, así como sus relaciones con los campesinos, fueron repartidas entre los pistoleros de manera casi arbitraria.

Además de la imponente presencia de Brynner y McQueen, la diferencia más grande de Los Siete Magníficos contra Los Siete Samurái está en dos elementos que la hacen memorable. Aunque en la japonesa los bandidos aparecen de forma importante a lo largo de la historia, son un grupo más bien anónimo. En la versión estadounidense esto cambia sustancialmente, con Calvera, el jefe de los bandidos mexicanos ataviado con camisas de seda roja y anillos y dientes de oro, encarnado por Eli Wallach, prácticamente como un precursor de los ahora tristemente célebres capos de las mafias mexicanas.

Y definitivamente el fabuloso tema musical de Los Siete Magníficos es lo que ha trascendido a la propia película, sobre todo por ser usado, a lo largo de los ’60 y los ’70, para ambientar los comerciales de ciertos cigarros supuestamente preferidos por los vaqueros. El compositor Elmer Bernstein logró una de esas piezas que se convierten en favoritas del público y en todo un clásico del cine “de vaqueros”.