sábado, 18 de abril de 2015

Héroe de centro comercial **

(Paul Blart: Mall cop, EUA 2009) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
"Si Bruce Willis cupo, que no quepa yo..."

Ante el estreno de “Héroe de centro comercial 2” este fin de semana, me dí a la tarea de ver la original de hace 6 años.

“Héroe de centro comercial”, del director Steve Carr (“La guardería de papá”, 2003) es dos películas en una: la primera media hora es una mala y aburrida historia sobre un cuarentón fracasado, con un mal trabajo, que vive con su mamá y su hija (es padre soltero) y pa’ acabarla de amolar, está enamorado de una bella chamaca aparentemente inalcanzable. Como decía mi abuela, a llorar al panteón; estuve a punto de picarle al “STOP”.

Afortunadamente, a la marca de la media hora, “Héroe de centro comercial” hace honor a su título en Español y se convierte en una entretenida parodia de “Duro de matar”, aquella película donde Bruce Willis era un policía que acababa con el grupo de terroristas que secuestraban a todo un edificio durante una fiesta de Navidad. Aquí, el protagonista (el comediante Kevin James) es un obeso guardia de seguridad, que aguanta esa mal pagada rutina porque su condición física le impide tener el trabajo de sus sueños: ser policía estatal. Las cosas se ponen buenas, decía, cuando un grupo de asaltantes decide robar las ganancias de todo el centro comercial, justamente el día de mayores ventas en el año y tomando a los empleados como rehenes. Nuestro guardia de seguridad, que conoce todos los rincones del centro, se las ingenia para poner fuera de la jugada, uno a uno, a los maleantes. Ahí tiene usted, de principio a fin, “Duro de matar”, sin la sangre ni los muertos (esta comedia es para niños mayores), sin las palabrotas y sin Bruce Willis.

Por qué ameritaba una segunda parte, seis años después, habrá que averiguarlo. Después de todo, “Duro de matar” ya va en ¿la sexta? ¿la séptima? Veremos hasta dónde llegan con el guardia del centro comercial.

viernes, 10 de abril de 2015

Workers

De mi lista de lo mejor de 2014.
Protagonizada por mi amigo, el actor Chuy Padilla, que por este trabajo fue nominado al Ariel como Mejor Actor en 2014.
Hoy, Chuy falleció. Nos queda su trabajo y a mí, el recuerdo de una amistad de treinta años.
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(Workers, México/Alemania 2013)
Chuy Padilla y su extraordinaria represión emocional, en Workers.

El director José Luis Valle se toma el tiempo necesario para contarnos dos cuentos tijuanenses, junto con otras breves historias que Valle incluye a pedacitos en las extendidas escenas mostrando, sin cortes y en un montaje casi hipnótico, un poco y un mucho de la vida en esa dispareja ciudad junto al mar y junto al cerco (sí: ése cerco), donde Rafael (extraordinaria represión emocional por parte del actor cachanilla Chuy Padilla; toda una transformación evidente para quienes lo conocemos), leal conserje en una maquiladora espera, con zapatos nuevos y tatuaje conmemorativo, su jubilación.

Lidia (Susana Salazar, plácidamente pasiva), por su lado, sirve en la casa de una señora adinerada, llevando diariamente a la playa a Princesa, una flaca perra galgo, para que vea los atardeceres y no la fealdad de Tijuana. Después de treinta años, las rutinas de cada uno tomarán rumbos no deseados, poniendo a prueba la perseverancia y paciencia de ambos trabajadores y mostrando que, aunque no lo parezca, es más lo que nos une que lo que nos separa.

jueves, 9 de abril de 2015

Rápidos y furiosos 7 **

(Furious  7, EUA 2015) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La séptima entrega de Rápidos y furiosos se reduce, penosamente,  a dos temas: una despedida y el reciclado de la sexta película.

Empezaré por el reciclado: Toretto y compañía ahora son, igual que en la película anterior, agentes secretos del gobierno estadounidense, que reciben su misión para evitar que el megalómano en turno se apodere del mundo. ¿Por qué un pandillero y un ex-policía angelinos estarían calificados para enfrentar amenazas terroristas globales? Porque hay una bonita tradición de Hollywood que nos ha enseñado a no cuestionar disparates como este, siempre y cuando lo que ocurre en pantalla sea muy entretenido y los personajes nos importen.

Y aquí es donde las cosas no salen tan bien en esta séptima película, dirigida por James Wan (el famoso cineasta de terror, fresquecito de su obra mayor, El Conjuro; de lo mejor en 2013, por cierto). El guión es de Chris Morgan, quien ha escrito prácticamente todas las anteriores y, aparentemente, ya no tiene nada qué decir sobre los corredores de carros alterados. Como en la sexta, es evidente el saqueo a cualquier película de James Bond, para acabar pronto. La ejecución de James Wan es apenas funcional y entre las escenas de acción, repletas de corretizas y balazos, no hay nada de emoción ni tensión, principalmente porque estamos seguros de que los personajes, ahora convertidos en superhéroes, van a salir sin un solo rasguño.

Justamente esa falta de emoción genuina es suplida, forzada al espectador, diría yo, por el conocimiento de la lamentable muerte de Paul Walker antes de terminar la filmación. Entre escenas de acción, la película regresa una y otra vez a un triste Toretto, que sabe que tendrá que despedirse de su amigo al final de esta misión (la razón dentro de la película es que O’Conner ahora debe dedicarse a sus hijos). La tristeza en los ojos de Toretto/Vin Diesel es remachada por la sentimental música compuesta por Bryan Tyler, que termina por darle a todo el asunto un aire de despedida telenovelesca.