viernes, 29 de marzo de 2013

Jack El Cazagigantes **1/2

(Jack The Giant Slayer, EUA 2013) Clasificación México ´B´/ EUA ´PG-13´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Hay dos películas en Jack El Cazagigantes. Una es corta, vertiginosa, impresionante y divertidísima. La otra es larga, a veces tiene diálogos chistosos, a ratos acción escandalosa y varias secuencias muy bien logradas con los gigantes a quienes se supone que Jack va a cazar. La película corta, impresionante y divertidísima es justo la que se anuncia en los cortos (o trailers, como les llaman ahora) y que me hizo querer pagar el boleto para verla. La otra, una cinta medio malona con algunos momentos buenos y otros cuantos muy buenos, es la que dirigió Bryan Singer y lamentablemente es lo que se nos muestra en pantalla una vez que pagamos el boleto.

Jack El Cazagigantes tiene todos los elementos para ser una excelente comedia de acción en el estilo de Shrek, parodiando los cuentos de hadas que le dan origen a su historia. Jack es un jovencito que crece oyendo el cuento de las habichuelas mágicas y los gigantes que viven en un castillo en las nubes, sin darse cuenta que está destinado a vivir ese mismo cuento eventualmente. La comedia, en todo caso, aparece sólo ocasionalmente en forma efectiva con personajes secundarios, particularmente con el caballero de la corte e incondicional del rey, que interpreta Ewan McGregor con un gusto que brilla más y se aprecia mejor en el corto que anuncia la película, que es donde se condensan sus mejores momentos. El otro personaje que se disfruta mucho es el que actúa Stanley Tucci, un traicionero hombre de la corte, que busca dominar a los gigantes usando los elementos de la misma leyenda que Jack conoce desde niño. En cuanto a Jack, interpretado por el joven Nicholas Hoult, digamos que es el protagonista simplemente porque se llama Jack. Tanto él como la princesa a la que rescata son más bien comparsas de McGregor y Tucci. Su tiempo en pantalla nunca resulta tan bien empleado como el de los dos personajes secundarios o bien, como los propios gigantes.

En cuanto a los gigantes, hay en particular una secuencia muy graciosa y efectiva, donde se balancea muy bien lo que es cada personaje y es el tono que me hubiera gustado ver a lo largo de toda la cinta. La escena ocurre en la cocina de los gigantes y nos muestra a un enorme cocinero, asquerosísimo, preparar algo así como niños (o cochis) envueltos, con un desenfado por la higiene y por sus ingredientes vivos, que no puede uno más que dejarse llevar por todo el trabajo. El personaje de Ewan McGregor, Jack y la bella pero inútil princesa hacen lo suyo, cada quien desde su rincón alrededor del gigante y el resultado es emocionante e hilarante. Lástima que el director Singer, que nos trajera, entre otras, la fallida y aburrida Superman Regresa, no sostiene este ritmo, o el de los cortos, el resto del tiempo.

viernes, 22 de marzo de 2013

Los Croods **

(The Croods, EUA 2013) Clasificación México 'AA' / EUA 'PG'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Los Croods es una comedia animada para toda la familia,  que se va sobre terrenos andados recientemente por otras películas similares. En algunas cosas le va muy bien y en otras, no tanto. Lo malo es que los desaciertos son más y el resultado es bastante disparejo, incluyendo el fallar en su objetivo familiar, lo cual no deja de ser irónico, dado que los Croods son, precisamente, una familia. De cavernícolas, pero familia al fin.

Todo empieza con una hoguera en la oscuridad, en algún punto indeterminado de la prehistoria, mientras escuchamos la narración de quien suena como una adolescente contemporánea, quejándose de su vida y de su opresivo papá. La narración inicial es ilustrada por coloridas caricaturas sin movimiento, dibujadas sobre alguna pared de roca, cual pinturas rupestres, aunque con un estilo bastante moderno. Así conocemos a los Croods: papá, mamá, abuela, hermano, hermana y a Eep, la chamaca de la voz, que nos presenta a su familia y nos suelta sus frustaciones, propias de la edad. Básicamente, su problema existencial es que Grug, el papá, no la deja salir (de la cueva) ni a la esquina, por miedo a los peligros que acechan a los humanos de esas épocas. Bueno,  de acuerdo a lo que nos platica Eep, no puede uno sino estar de acuerdo con Grug: todos sus vecinos han muerto aplastados o devorados por alguna de las gigantescas bestias con quienes comparten el mundo. Pero los adolescentes siempre estarán inconformes, así que Eep no siempre hace caso de las recomendaciones de papá y gusta de escaparse al anochecer, para ver los últimos rayos de sol, antes de encerrase, a regañadientes, en la cueva junto con toda su familia.

Un buen día o, mejor dicho, una buena noche, Eep descubre a otro humano que, para su sorpresa, no es como su familia. No vive encerrado en una cueva y, encima, sabe hacer fuego. Ya se imaginará usted lo que sigue: Eep se enfrenta a su autoritario papá con tal de seguir sus sueños al lado del fogoso galán. Afortunadamente y en una decisión que es el mayor punto fuerte de la película, el verdadero conflicto no está en Eep, que básicamente es una chamaca común y corriente, sino en Grug, el papá autoritario y sobreprotector. Creo que el buen tino de seguir la odisea y el sufrimiento de Grug mientras lucha por mantener unidos y a salvo a los Croods ante todas las adversidades es lo que le da verdadero corazón a esta historia. Después de todo, la impetuosa Eep sólo sufre de algo que se llama adolescencia y afortunadamente se cura con la edad. En cambio, la paternidad... es para toda la vida.

El otro punto fuerte de la película es el estilo de dibujo y animación escogidos. Me gustó que los escenarios, dentro de lo que cabe, se ven reales en el sentido de que una piedra parece una piedra real, lo mismo que el agua, el fuego y sobre todo el polvo, del cual hay mucho, flotando por todos lados en muchas de las escenas, sacando buen provecho del efecto tridimensional, si es que usted escoje verla en este tipo de proyección, a través de los molestos anteojos polarizados.

Donde la película falla es en el abuso de escenas extendidas con acción vertiginosa, donde, pues sí, estarán muy entretenidas, sacudiendo a los personajes de un lado a otro de la pantalla, pero no resultan tan cómicas ni tan reveladoras como para que las tengamos una y otra vez en toda la primera mitad. Definitivamente Los Croods funciona mejor cuando Grug, el cavernícola papá, se detiene a platicar sobre sus miedos, sus preocupaciones y la forma en que intenta resolver o al menos contener todos los cambios que se le vienen encima.

jueves, 14 de marzo de 2013

Oz El Poderoso ***1/2

(Oz The Great And Powerful, EUA 2013) Clasificación México ‘A’/ EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Qué agradable sorpresa resulta Oz El Poderoso, la visión del director Sam Raimi, para la casa Disney, sobre el origen del Mago de Oz, después de tantas películas recientes que se aventuran en el génesis de personajes perfectamente establecidos con anterioridad en el cine, la literatura o los cómics, para darnos versiones pocas veces satisfactorias del personaje en cuestión y la mitología que lo rodea, con Batman como el ejemplo fallido más notorio (lo repito: ¿Batman Inicia? ¿Qué tiene de malo Batman Es?).

Siempre me he preguntado por qué El Mago de Oz se llama así cuando, tanto la película de 1939 como el libro en que está basada, se tratan de Dorothy, la niña de Kansas que se pierde en la tierra de Oz. Eso sí, nunca me había preguntado de dónde había salido el Mago, dado que la historia es autocontenida: hacia el final nos enteramos que el mentado mago no es más que un merolico de feria que algún día se quedó atorado en la tierra de Oz y aprovechó su maravillosa labia para erigirse en el ser más poderoso de esos lares. Las desventuras de Dorothy y compañía pesan mucho más y son lo que queda en la memoria, particularmente después de que se despide tan sentidamente al regresar a Kansas.

Afortunadamente Disney tiene la suficiente experiencia (y el dinero) para arriesgarse con una historia original en un tema tan conocido, sobre todo después de haber dado tan mal paso hace unos años con la pésima Alicia en el País de las Maravillas (Tim Burton, 2010) que supuestamente iba por el lado de “¿y qué pasó con…?” pero en realidad no fue más que una tomadura de pelo que usurpó los nombres de personajes y lugares de las novelas de Lewis Carroll. El caso es que, para no hacerle el cuento más largo, paciente lector, diré que yo no esperaba gran cosa de este “origen” del Mago de Oz.

Y ahora sí que, para empezar, estamos en algún pueblucho de Kansas a fines del siglo XIX, donde una feria itinerante le exprime sus pocos dólares a los campesinos, con actos baratos de circo. Sobresale, por decirlo así, el espectáculo de magia de Oscar, un timador profesional que más que presentar su acto como mero entretenimiento, gusta de convencer a los pueblerinos y a una que otra pueblerina de buen ver, de soltar la marmaja a cambio de rebuscadas presentaciones que quieren rayar en el ocultismo, con todo y efectos de luces y sonido creados tras bambalinas por su ayudante Frank, a cambio de unas monedas, regaños y desprecios. Nos damos cuenta rápidamente que *casi* nadie quiere a Oscar y justo al escapar de otra de sus mentiras es atrapado por un tornado. Supongo que no estoy regando la sopa de más al decir que el tornado lleva a Oscar al fantástico y colorido (hasta ese momento la película ha sido en blanco y negro) mundo de Oz, donde conocerá a algunas brujas, algunos changos voladores, algunos munchkins y un montón de habitantes de la Ciudad Esmeralda.

Y aquí es donde empieza el verdadero éxito de la película. En la tierra de Oz presentada por Sam Raimi, todo parece ser un dibujo o un escenario teatral, construido para montar un espectáculo. Los personajes que Oscar va encontrando también parecen formar parte del montaje, de modo que todo se siente como, bueno… estar en medio de un cuento. Ya que Oscar se medio gana la vida haciendo cuentos, pues aquí está a sus anchas y se hace evidente el buen tino de Raimi al tener al actor James Franco como el futuro Mago de Oz. Franco nunca me ha parecido muy carismático que digamos y su Oscar no lo es, pero tiene un defecto: cree que lo es. En la tierra de Oz se suelta completamente, como si estuviera ensayando ser más relajiento de lo que se ha permitido hasta entonces y hay momentos en que su desenfado me recordó, permítame decirlo, al Tin-Tán joven de películas tan geniales como El Rey del Barrio o La Marca del Zorrillo, que siempre está conciente de sus mentiras pero a veces le salen tan bien que él mismo termina por creérselas. De modo que antes de la mitad de la película, Franco ya tiene al público en el bolsillo.

Luego están los personajes que acompañan a Oscar en su viaje por Oz. Un pequeño y muy gracioso simio alado, vestido de botones de hotel, se convierte en el ayudante inseparable que sólo busca aprobación, justo como Frank, el asistente que Oscar dejó en la feria en Kansas. Muchas de las carcajadas de la película se deben a este chango volador. A ellos se agrega una pequeña muñeca de porcelana, cuyo diseño visual contrasta con el chango, que nunca parece un animal real, más bien un mono de peluche, mientras que con la muñeca nunca dudamos que estamos viendo una hermosa marioneta de cerámica. Con ella hay suficientes momentos de honestidad, tristeza y ternura que ponen a prueba al tramposo Oscar, pero también nos hace reír de lo lindo.

Finalmente, siendo la historia de cómo un merolico se convirtió en el maravilloso Mago, claramente las tres brujas de la tierra de Oz serán determinantes en su destino. No sé qué tan necesario sería conocer lo que pasa con las brujas en el cuento donde Dorothy es la protagonista (aquí ella no existe aún), así que en todo caso, sólo diré que me gustó la forma en que Oscar conoce a cada una de las tres brujas y cómo cada una se va relacionando con él para ayudar a moldearlo como el poderoso Mago. Por supuesto, uno de los mayores disfrutes de la película es que las brujas son las hermosas Mila Kunis, Michelle Williams y, la mejor de las tres, Rachel Weisz sorprendiendo por la forma como abraza su papel sobrenatural.

Decía al principio que muchas cosas pudieron salir mal al querer colgarse de un cuento y película tan conocidos y adorados por tantas generaciones. Afortunadamente todo salió excepcionalmente bien y a una semana de su estreno, ya Disney ha anunciado la segunda parte. Esperemos que la magia de Oz El Poderoso alcance para tanto.

viernes, 8 de marzo de 2013

Mi Novio es un Zombie **1/2


(Warm Bodies, EUA 2013) Clasificación México 'B' / EUA 'PG-13'

Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala



Supongo que, con tanta película con zombis atacando medio mundo en las décadas recientes, ya era justo que tuviéramos una historia romántica con zombis. Gracias al título en Español, aquí no hay sorpresas: la muchacha conoce al muchacho, se enamoran y se ponen de novios. Y él es un muerto que come humanos vivos.



Dada la premisa y los antecedentes fílmicos de que si hay zombis entonces tiene que haber moronga y terror, el director Jonathan Levine tiene el excelente tino de hacer que desde la primera escena nos identifiquemos con el monstruo. Ayuda mucho la carismática presencia del joven actor británico Nicholas Hoult (el niño que en 2003 acompañó a Hugh Grant en la excelente Un Gran Chico) como el muerto come-vivos, que, aunque para los demás sólo gruñe, para nosotros es un gran narrador, introduciéndonos a su rutina de deambular por ahí, buscando un incauto que le calme el hambre, mientras se tropieza con otros zombis como él. La narración del protagonista funciona casi todo el tiempo como un comentario que contrapuntea las imágenes, con resultados hilarantes la mayor parte del tiempo ("¡No la mires raro! ¡no la mires raro!" dice el zombi para sus adentros cuando está frente a su amada humana).



Como ya sabemos que el zombi y la muchacha se pondrán de novios, tampoco está mal deducir que sus nombres y sus motivaciones se deben, a ratos, a Romeo y Julieta, lo cual resulta bien la mayor parte del tiempo, aunque la película habría sido tal vez mejor si se hubiera llevado la adaptación hasta sus últimas consecuencias. En cambio, su historia romántica del montón termina salvándose por el joven Hoult y lo agradable que resulta a la vista Teresa Palmer. Para el pilón, tenemos al ya veterano John Malkovich correteando la chuleta, como el incomprensivo padre autoritario. Y ahí tiene usted.

sábado, 2 de marzo de 2013

Noches Tapatías (y días, también...)

Ya empezó el Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2013. Si usted anda en la Perla Tapatía, dése una vuelta por una de las sedes, para pescar las selecciones de este año.
Si, como yo, no le queda otra que seguir el festival a distancia, le recomiendo la cobertura de Ernesto Diezmartínez, crítico de cine de varios periódicos nacionales y definitivamente el mejor bloguero mexicano de cine.
Así que sírvase su tequilita y vaya a la siguiente liga, para los reportes diarios del FICG 2013, por el buen amigo Diezmartínez:
http://cinevertigo.blogspot.mx/search/label/Guadalajara%202013

viernes, 1 de marzo de 2013

Lincoln ****


(EUA, 2012) Clasificación México ´B´ / EUA ´PG-13´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Es 1865, hacia el fin de la guerra de secesión de los Estados Unidos. Luchas como la vivida por Lincoln y sus contemporáneos no se dan solamente por discrepancias entre la gente. Se requiere de férreas convicciones y gran fortaleza moral para tomar decisiones que llevan a una nación a una cruenta guerra de cinco años y más de 600,000 muertos, en la defensa de sus ideas: la igualdad de todos los hombres ante la ley. Y contar historias así en una película hollywoodense no es cualquier cosa.

Primero, el problema de cómo mostrar a personajes de talla mítica, de modo que el público no perciba una estatua o una caricatura (recordemos, el año pasado, Abraham Lincoln, Cazador de Vampiros). Segundo, qué tanto abarcar de los hechos, para que sean significativos para el público. Y tercero, cómo presentarlos.

El director Steven Spielberg resuelve con la maestría de treinta películas y nos trae los últimos cuatro meses de la vida de un Lincoln que, cansado y avejentado a sus cincuenta y tantos, en todos sus momentos como presidente muestra sabiduría y fé en sí mismo y en Dios para imponer la justicia en las leyes de su país. Vemos al estadista, al jefe de las fuerzas armadas y sobre todo al extraordinario político que supo allegarse de mentes brillantes y convicciones, si bien no las mismas, sí igual de sólidas que las suyas. Y también vemos al hombre de familia, esposo de la sufrida Mary Todd, padre del impaciente veinteañero Robert y el travieso niño Tad, sufriendo juntos la muerte de Will, su otro hijo, ya en la Casa Blanca.

El actor Daniel Day-Lewis desaparece completamente en Lincoln y su Oscar como mejor actor esta vez es merecido como pocos. El resto de un extenso reparto tiene menos con qué trabajar por parte de los guionistas, con personajes más bien unidimensionales (aunque es una delicia ver, por ejemplo, a un rechoncho James Spader como un taimado cabildeador comprando votos demócratas), así que el mérito es de Spielberg al interesarnos en ellos a través de su incidencia en la vida de Lincoln o bien, por sus méritos en el fin buscado, como en el caso del Congresista Thaddeus Stevens, interpretado por Tommy Lee Jones con una profundidad que se adivina en sus controlados gestos y la sobria entrega de sus líneas.
 
El paquete termina de armarse con la siempre bella fotografía atmosférica de Janusz Kaminski, la música de John Williams y el ritmo impuesto a la película por el editor Michael Kahn: todo el equipo de cabecera de Spielberg, que han logrado esa fórmula que nos absorbe desde los primeros minutos, nos entretiene por dos horas y media y nos estruja el corazón en los momentos justos. Lincoln, la película, no es historia. Es el personaje.