martes, 23 de octubre de 2007

La caída del Halcón Negro ****

(Black Hawk down, EUA 2001) Clasificación ‘C’
Por: Joel Meza
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La caída del Halcón Negro es una cinta largamente esperada por una buena parte del público cinéfilo, simplemente por su director, Ridley Scott. En su filme número 13, la cabalística parece jugar a su favor, con un resultado impresionante que le ha valido cuatro nominaciones al Oscar: Fotografía, Sonido, Edición y, por supuesto, Dirección. Ridley Scott ha logrado un crudo filme de guerra que provoca vértigo y ansiedad, sin heroísmos acartonados ni melodramas innecesarios. Sólo los hechos. Después de todo, quién dijo que la guerra era algo para sentirse bien.

Para ubicarnos en esta espera, permítaseme enlistar algunos de los títulos de Scott, no todos excelentes pero nunca desapercibidos: Alien, El octavo pasajero (1979), una seminal cinta de terror que aún hoy hace brincar al más pintado y que iniciara una dispareja pero interesante franquicia hollywoodense; Blade Runner (1982), enigmático cuento futurista en el que Harrison Ford persigue robots con forma humana, por el complicado crimen de querer vivir; Lluvia negra (1989) donde Michael Douglas no puede evitar que Andy García pierda la cabeza persiguiendo a la mafia japonesa; la extraordinaria Thelma y Louise (1991), que nos muestra el alto precio que las mujeres deben pagar por ser protagonistas en nuestra sociedad occidental; 1492: La conquista del Paraíso, para conmemorar, en 1992, 500 años de barbarie impuesta civilizadamente y/o viceversa; Gladiador (2000), que a pesar de todos sus clichés trajera exitosamente a la vida las vergüenzas de Cómodo, el malogrado emperador romano y finalmente Hannibal en 2001, el grotesco nuevo episodio en las continuas desventuras de Clarice Starling y Hannibal Lecter.

Con estos antecedentes y otros que no incluyo pero que he seguido –casi- religiosamente, confiando siempre en que la maestría de Scott se asome aunque sea por momentos en la pantalla, es como acudo al cine a ver La caída del Halcón Negro. Basada en un hecho real, nos relata un episodio bélico de 1993, cuando las fuerzas armadas estadounidenses se encontraban apoyando una campaña de la ONU para entregar alimentos a la población de Somalia, en medio de una guerra civil que asolaba a ese país. La misión parecía rutinaria: tomar por asalto una junta militar opresora, detener a los cabecillas y permitir el trabajo de las fuerzas multinacionales. Desgraciadamente la Ley de Murphy se vio demostrada una vez más y todo lo que podía salir mal efectivamente salió terriblemente mal. Un helicóptero Halcón Negro fue alcanzado por fuego enemigo en medio de Mogadiscio, la capital somalí, y el resultado fue una encarnizada batalla de más de doce horas de duración.

Scott, de una forma magistral, consigue contarnos las distintas historias que ocurren durante un increíble único enfrentamiento, sin glorificar la vida militar ni intentar mensajes moralistas de cajón. La narrativa es tan efectiva que el fin de la película es cumplido con creces: como espectadores somos informados de antemano de las condiciones en que se está llevando a cabo la misión; durante el asalto tenemos el punto de vista de los soldados que físicamente se encuentran en el campo de batalla y también el de los altos militares dirigiendo la acción, ayudados (ellos y nosotros) por monitores de video que muestran las distintas posiciones ocupadas por las fuerzas norteamericanas. También podemos ver, en los mismos monitores, cómo el ejército civil somalí va cerrándose sobre estas posiciones y de pronto somos transportados al lado de los combatientes, que intentan salir con vida de las caóticas calles de Mogadiscio, ahora convertidas en frente de guerra.

La caída del Halcón Negro no es fácil de ver. Realmente se necesita estómago para soportar la forma en que Scott nos sumerge en una sangrienta acción continua durante más de hora y media, mostrándonos cómo en medio de la batalla, lo importante no son los fines políticos que dan lugar al enfrentamiento en primer lugar. En la práctica, todo se reduce a los hombres que uno tiene cerca, aliados o enemigos. En esta película, lo mejor de Ridley Scott en muchos años, no existe un héroe solitario ni un protagonista único que nos entretiene con sus aventuras. Lo que vemos son los hechos: un grupo de personas intentando mantener su humanidad en medio de las atrocidades de la guerra.
(Publicado originalmente el 6 de Marzo de 2002, en La Voz de la Frontera.)

2 comentarios:

Champy dijo...

Que chingona peli.... por donde se le mire.

Pareja, redonda, pulida, turbia, desesperante y estresante, enajenante e impecable.

2046

Joel Meza dijo...

Impecable e implacable.