viernes, 5 de octubre de 2007

Identidad desconocida ***

(The Bourne identity, EUA 2002) Clasificación ‘B’
Por: Joel Meza
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

A estas alturas del año ya no hay duda: las cintas de espías se han convertido en el leit motif del 2002 para los productores y distribuidores de cine comercial. Esta semana toca el turno a Identidad desconocida, con Matt Damon como el desmemoriado asesino internacional Jason Bourne, de la exitosa novela El caso Bourne, publicada en 1980 por el maestro de la intriga internacional Robert Ludlum, y adaptada en esta ocasión para la pantalla grande por Tony Gilroy para el director Doug Liman.

El caso Bourne, situado en medio de la Guerra Fría, presentaba la historia de un hombre que pierde la memoria durante un violento incidente en Europa. Tratando de recuperar su identidad, el tipo descubre que su nombre podría ser Jason Bourne, y también se da cuenta de que posee habilidades físicas e intelectuales fuera de lo ordinario. Básicamente piensa y actúa precisamente como un asesino sistemático. Encima, descubre que sus posibles acciones pasadas tienen mucho qué ver con las del terrorista Carlos, personaje real que durante las décadas de los 70s y 80s fuera buscado infructuosamente por las policías de todo el mundo... algo así como el Bin Laden de la época (menos mal que el mentado Carlos actualmente está embotellado, así que todavía tenemos esperanzas con el barbado talibán). Bourne está dispuesto a llegar a las últimas consecuencias para saber quién es, cueste lo que cueste y, como dicen, caiga quien caiga.

En esta versión fílmica, Identidad desconocida, actualizada al siglo XXI, ya sin Guerra Fría pero con las broncas que todos conocemos y que por supuesto es muy pronto –y arriesgado- tratar en el cine de entretenimiento, El caso Bourne se convierte en una intriga apenas dibujada que sirve de pretexto para hilar las excelentes escenas de correteos, balaceras y las infaltables persecuciones automovilísticas que, para variar gratamente, fueron montadas a la antigüita por el director, en el mejor estilo de Contacto en Francia (Friedkin, EUA 1971), sin grandes explosiones ni carros o motos voladores, como se ha vuelto costumbre últimamente, gracias al avance en la tecnología de efectos visuales. Precisamente el avance tecnológico brilla más cuando no tenemos qué pensar en “cómo le hicieron”, pero indudablemente está presente, especialmente en un par de realistas escenas peligrosas en que el personaje de Damon se vuelve émulo del Hombre-Araña, con resultados mucho más aceptables que los del lamentable dibujo animado presentado por Sam Raimi y compañía el verano pasado. Bien por el equipo de efectos especiales al servicio de Liman.

Actúa también la joven alemana del fantástico nombre Franka Potente (Corre Lola corre, Alemania 1998), como Marie, la fémina obligada cuyo único negocio en la historia es... correr junto a Bourne y darle un pretexto para hablar y permitirnos seguir sus pensamientos sin tener que recurrir a una voz sobrepuesta a la acción. Por cierto, no me había fijado cuánto se parecen Damon y Potente; hay escenas en que bien podrían pasar por la misma persona. El resto del reparto incluye a Chris Cooper como el jefe/dueño de Bourne, Brian Cox como el burócrata que le demanda resultados para el Congreso, la jovencita Julia Stiles como la secre malhumorada y respondona en los momentos clave, tal vez porque se la pasa encerrada en su cuartito de París pegada al teléfono, mientras Bourne huye de otros agentes, entre los que destaca (por nombre, más que por el inexistente personaje que le toca) el serio-aburrido Clive Owen, que aquí no hace más que apuntar desde la mirilla de su rifle.

Buena película de acción, Identidad desconocida no le hace mucha justicia al género de intriga en lo que hace a historia. Considerando que Ludlum escribió una aclamada trilogía sobre Jason Bourne, si Hollywood desea hacer lo mismo en la pantalla los productores tendrán que invertir un poquito más en un buen guionista. Total, ya nos dejaron picados con las corretizas.
(Publicada originalmente el 23 de octubre de 2002, en La Voz de la Frontera.)

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