jueves, 16 de marzo de 2017

Los Cascos Blancos ****

(The White Helmets, Reino Unido 2016)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Reseña dedicada, con respeto y admiración, a las organizaciones voluntarias de rescate, especialmente a Aguiluchos y Bravo 10, de Mexicali, B.C.


Un joven hombre sale apresurado de su casa en la ciudad de Aleppo, en Siria, después de escuchar explosiones en un barrio cercano; algo tristemente cotidiano en este país inmerso desde hace años en una terrible guerra civil. Corriendo por las calles se reúne con otros hombres, se montan en una camioneta y llegan a un edificio que acaba de derrumbarse por un bombardeo. Estos hombres, usando cascos blancos de seguridad, sin titubear se meten a las ruinas y empiezan a retirar escombros tan rápido como pueden, hasta que encuentran a un bebé cubierto de polvo, apenas distinguible del montón de ladrillos destruidos que lo rodea. Mientras uno de los rescatistas saca al bebé, se escucha el llanto del infante. Está vivo y todos los hombres, conmovidos, se alegran del milagro. Desde que iniciaron los ataques en Aleppo, en 2012, así es la vida diaria de esta comunidad y así es la vida de Los Cascos Blancos.

Durante la primera mitad del documental (de 40 minutos de duración) “Los Cascos Blancos”, el director Orlando von Einsiedel intercala acciones de rescate, con entrevistas individuales a los miembros del grupo. Así, conocemos a hombres que alguna vez fueron constructores, sastres, músicos y en medio de la tragedia que ya se extiende por años, se han convertido en la esperanza de vida de sus vecinos en Aleppo, víctimas de los ataques terrestres y aéreos de ambos bandos de esta guerra. Recién rescatado el bebé desconocido, uno de los miembros reflexiona: -“Cada persona que rescato podría ser mi hijo, o mi hermano”. -“Rescatamos a quien lo necesite, no importa de qué lado estén”, dice otro. Las entrevistas y las acciones de rescate muestran total devoción por el prójimo, en su sentido literal.

La segunda mitad de la película nos lleva a un campamento en el vecino país de Turquía, en donde el mismo grupo de Cascos Blancos se encuentra recibiendo instrucción por rescatistas profesionales. Todo es tranquilidad, limpieza y orden. Un contraste total con lo que acabamos de ver en las calles de Aleppo. Con sólo cruzar la frontera, escapan temporalmente al horror y ahora todos se esfuerzan en aprender técnicas de rescate entre escombros fabricados a propósito, en un patio de entrenamiento. Sobre ellos, por el cielo ven pasar un avión comercial y deben pensarlo dos veces antes de darse cuenta de que no es un avión militar, ni es inminente un bombardeo.

Por teléfono reciben noticias de la situación en Aleppo. Es posible que los parientes de algunos de ellos hayan sido víctimas de nuevos bombardeos. En este momento ellos están lejos y no pueden acudir al rescate. Otros Cascos Blancos lo harán. Tal vez el hermano de alguno de ellos haya muerto. Cuando regresen a Siria, al terminar su entrenamiento, tal vez habrá tiempo de llorarlo, entre rescate y rescate. Para estos voluntarios, cada rescatado, aun siendo un desconocido, es su hijo, su padre, su hermano.

(Los Cascos Blancos puede verse en Netflix.)

4 comentarios:

Champy dijo...

Esto es demoledor...pinche humanida

2046

Joel Meza dijo...

Pinches somos.
Pero hay esperanza, como muestra el documental.

Champy dijo...

No mms Joel, el rescate del angelito es aniquilador...

Mi yo pesimista no se atreve a firmarle una esperanza a ese angelito...mientras los malditos amos del universo sigan disputándose su tierra y sus riquezas ese angelito no tiene muchas probabilidades de sobrevivir.

2046

Joel Meza dijo...

Así es, Champy, ese rescate da fuerza a toda la película.
La grandeza del espíritu humano está en la capacidad de tener esperanza, que es lo que mueve a estos rescatistas (y a los de otros lares, como acabamos de comprobar, trágicamente, en Mexicali la semana pasada). Salud.