viernes, 24 de marzo de 2017

Kong: La Isla Calavera ***

(Kong: Skull Island, EUA 2017) Clasificación México ‘B’ / EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Según mis cuentas, “Kong: La Isla Calavera” del joven director Jordan Vogt-Roberts, debe ser mi sexta película sobre el gigantesco gorila, desde que ví la primera (la de 1933) hace unos 40 años, cuando era niño. Y, según mis “otras” cuentas, todas me han gustado, unas más (la de 2005 es la mejor, definitivamente), otras menos y ahora tengo una nueva para la lista de las que me han gustado más.

El encargo de Legendary Pictures (la nueva dueña de la franquicia de Kong y otros monstruos como Godzilla), a Vogt-Roberts, es reiniciar el cuento del chango gigante que es descubierto, en una isla salvaje, por gringos civilizados. Esta vez la historia se sitúa en 1973, frente a las costas de Vietnam y, qué casualidad, los Estados Unidos acaban de retirarse de la invasión a ese país, por lo que ahora son soldados desempleados los que van en busca del gigantesco gorila.

“Kong: La Isla Calavera” me gustó por dos cosas: 1) funciona muy bien el suspenso de que a cada rato pueda aparecer alguno de los monstruos que junto a Kong pueblan la isla; a saber, insectotes y animalotes horribles cuyo único fin es aplastar y/o tragarse a los soldados y 2) sí compré la idea de “pobre chango, qué culpa tenía de que le hubieran mandado un soldado aferrado (Samuel L. Jackson) en ganar una guerra a como diera lugar”.

Cierto, la película tiene sus fallas, bastante grandes, de hecho: desde el inicio nos presenta, además de los científicos y los soldados que forman la expedición, a dos personajes civiles, una fotógrafa de prensa y un explorador estilo Indiana Jones. Aunque sale toda la película, la fotógrafa (la actriz Brie Larson) sólo está para una brevísima referencia al peso de la prensa sobre la invasión de EUA a Vietnam; y el explorador, interpretado por Tom Hiddleston, sólo sirve, a ratos, para mostrar que el actor sí podría ser el nuevo James Bond.

En todo caso, hay un personaje, un militar “retirado” interpretado entrañablemente por John C. Reilly, cuya historia me gustó mucho, tanto por su relación con Kong como por su epílogo beisbolero (mostrado durante los créditos finales). En resumen, con monstruos gigantescos, soldados y guiños al beisbol, “Kong: La Isla Calavera” me satisfizo. Si hubiera visto esta película de niño en una matiné, como en las que ví originalmente una de Godzilla vs. King Kong, habría tenido un día muy feliz. Tan feliz como este sábado pasado en el cine, de hecho.

2 comentarios:

Champy dijo...

Que bonito post, me recuerda lo bello que es el Cine.

Esa maravillosa capacidad de transportarnos, de llevarnos, de traernos, de sacudirnos, y sin tener que dar explicaciones, es, me llevó, me sacudió y punto.

Yo por ejemplo, desde antes de que saliera ya sabía que estaba de su lado, que contaba con todo mi apoyo, así, nomás porque si.

2046

Joel Meza dijo...

Así es, Champy. Si este tipo de películas, fantasía pura, no nos transportan a nuestra condición cinéfila primaria de "niño en matiné", entonces no tienen razón de ser.