jueves, 11 de agosto de 2016

Escuadrón suicida **1/2

(Suicide squad, EUA 2016) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Qué le vamos a hacer: definitivamente estamos sumergidos en una ola de películas hollywoodenses basadas en cómics, que ya lleva la mayor parte de lo que va del siglo y, por los anuncios de las grandes compañías productoras, aparentemente durará unos diez años más. Uf. Y como Hollywood es lo que es, de todo lo que se estrena cada año sólo unas cuantas (a veces, ninguna) son buenas y merecen nuestra atención y nuestro dinero; la gran mayoría va de lo apenas pasable, hasta las indiscutibles porquerías fílmicas. Cuando nos toca alguna buena, pues qué bueno: una de cal por las que van de arena. El envío hollywoodense de esta semana, Escuadrón Suicida, digamos que es una paleada más de arena, pero rociada con tantita cal.

La idea de Escuadrón Suicida, escrita y dirigida por David Ayer es “simple”: para enfrentar las crecientes amenazas terroristas (¿no le molesta a usted cuando películas que debieran ser de fantasía nos recuerdan lo feo que están las cosas afuera del cine? A mí, sí…) y a falta de Supermán (recordará usted que hace unos meses “se murió” en una pésima película) una agencia del gobierno gringo decide echar mano de una runfla de supervillanos que Batman ha puesto en el bote en los últimos meses. Lo cual me hace pensar: si esos supervillanos son tan poderosos y Batman es el único que los ha podido detener… ¿por qué no reclutar, mejor, a Batman contra los terroristas? Bueno, pero esta película se trata de los malos y no de los buenos. Seguimos.

El caso es que, después de una larga y a ratos entretenida exposición, a cargo de la actriz Viola Davis y su reconocida manera de hablar fríamente, donde se nos muestra a cada uno de los villanos que ahora nos defenderán, se forma el Escuadrón Suicida, como los bautiza el personaje de Will Smith (un asesino mercenario con excelente puntería). Aquí es donde empieza a llenarse la pala de arena. Uno no puede evitar pensar que cada personaje es igual a los ya vistos en otras películas de superhéroes y, en general, la propuesta es la misma que ya vimos en 2012 en Los Vengadores: un grupo de superpoderosos, superhabilidosos o, al menos, lo suficientemente tumbados del burro, son juntados contra su voluntad para enfrentarse a alguna amenaza sobrehumana.

Una vez creado el grupo, la película toma un rumbo confuso: si entendí bien, la misión es enfrentar a un ejército de humanos que, sin deberla ni temerla, son convertidos en soldados zombis por una bruja milenaria que baila en bikini. Lo chistoso es que la malvada bruja también es controlada por la misma agencia que comanda al Escuadrón Suicida. Es decir, el gobierno gringo crea un grupo kamikaze listo para defendernos y supongo que, a falta de contrincantes, les suelta a una bruja que quiere acabar con el mundo para que el escuadrón tenga chamba (y aquí se vale la pregunta obligada en estas películas: si el malo acaba con el mundo, ¿cuál es la ganancia?).

Luego tenemos un montón de escenas de pelea y balazos, generalmente confusas, intercaladas con escenas de pláticas. Como decía, una paleada más de arena. Entonces, ¿dónde está la poquita cal que mencioné al principio de esta reseña? Ah, sí: lo que hace medianamente disfrutables las dos horas que dura Escuadrón Suicida, es la presencia casi continua de Harley Quinn, un personaje que para mí era desconocido en este asunto de superhéroes y supervillanos. Resulta que cuando el Guasón fue encarcelado, el gobierno le asignó una despampanante sicóloga (la bella actriz australiana Margot Robbie) que terminó enamorada de él y lo ayudó a escapar. En pago, el Guasón la volvió loca, bailarina exótica y, aparentemente, experta en matar con pistola y con un bat. Dejando de lado estos detalles tan feos, el personaje de Harley Quinn es quien realmente se convierte en el centro de atención de la película (el Guasón aparece si acaso unos 5 minutos).

Cada vez que Quinn aparece en escena, todos los demás dejan lo que están haciendo para verla y escucharla, ya que, además de lo agradable que resulta a la vista, su personalidad es siempre juguetona y cada línea de diálogo es prácticamente un chiste. Lo mismo pasa con el público, como lo pude comprobar en la función en que la ví. Todos los ojos y oídos puestos en Harley Quinn. Definitivamente Margot Robbie acaba de pasar a la inmortalidad del cine de superhéroes con esta actuación. Lástima que sea en una película tan mediocre en todo lo demás.

Una última reflexión. Queda claro desde el principio y a lo largo de la película, que todos los personajes son asesinos convictos, obligados, bajo amenaza de muerte, a trabajar para el gobierno. Entonces, ¿cuál es el objeto de mostrar a varios de estos personajes en escenas cuyo fin es justificar su maldad? Esta paleada de arena fílmica no se anima, ni por casualidad, a llamar las cosas por su nombre: el mal es el mal. Siempre.

1 comentario:

Champy dijo...

Cuanta razón tienes...

Pero igual como yo no esperaba nada me entretuvo bastante, y hasta bien.

Genial la guerita desmadrosa, se comió a todos.

Oye, recién ví de Sir Scott Red de Mentiras, chingona. Mucho y bastante. En momentos me recordaba el tono de La Caída del Halcón Negro.

Probablemente fácil entre al Top 10 del Caballero Ingles.

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