(México, 2004) Clasificación ‘B-15’
Por: Joel Meza
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Tengo una teoría: para ser buen cineasta en México hay que tener un apellido raro o de perdida ser güero. Antes de que me acuse de racista o simplemente de idiota, permítame intentar demostrarla con una pequeña lista. Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Luis Mandoki, Carlos Carrera, Arturo Ripstein, Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubeski, Rodrigo Prieto, Alex Philips Jr. OK, no están todos los que son, pero no veo a ningún Sánchez o Pérez. Y con la salvedad de un par de ellos (y si Rodrigo Prieto, a quien nunca he visto, no le hace honor a su apelativo), todos pudieron ser en su momento angelitos de pastorela en su infancia, como se acostumbra hacer con chamacos de bucles pelos de elote. Y cada vez que estoy por olvidar mi tonta teoría, aparece un nuevo nombre con una buena película que la refuerza. Conozcamos a Fernando Eimbcke, con su ópera prima Temporada de Patos. Si usted puede pronunciar el nombre a la primera y sin dudar, y si después de verla piensa que Temporada de Patos es una mala película, no me haga caso.
Bueno, a lo nuestro. El joven Fernando Eimbcke, después de dirigir videos musicales para grupos como Plastilina Mosh, Molotov y Genitálica, y con un cortometraje exitoso en su haber (La suerte de la fea a la bonita no le importa, México, 2002), nos presenta su primer largometraje. Antes que nada, Temporada de Patos es una cinta muy divertida que realmente no se trata de nada. Cuatro personajes: dos niños, una adolescente y un joven adulto encerrados en un departamento de multifamiliar chilango un domingo en la tarde, sin luz eléctrica y pocas ganas de moverse. Claro que el exterior no es muy invitador que digamos. El departamento está en uno de los edificios del infame Tlatelolco y no hay más que concreto y calles repletas de carros en los alrededores. Tan aburrido es todo en este domingo que hasta la película está ausente de color y la historia se nos presenta en blanco y negro.
Todo inicia a las 11 am, cuando Flama y Moko, dos niños de catorce años, son dejados solos en el departamento del primero, listos para disfrutar su domingo. Juegos de video, papitas y coca-cola en cantidades industriales y dinero para la pizza y más cocas es todo lo que se necesita en esta sucursal del paraíso. Entra Rita, la vecina quinceañera, que prácticamente se instala en la cocina para hornear pastel tras pastel. A los niños no les interesa mucho lo que hace Rita (la cocina está en otra habitación), hasta que se va la luz y llega la pizza que pidieron por teléfono hace 30 minutos y 11 segundos, de acuerdo al cronómetro de Moko. Al negarse a pagar por la tardanza, Flama y Moko se convierten, junto con Rita y Ulises, el repartidor, en el cuarteto de Tlatelolco. Lo que sigue es poco más de una hora de un peculiar humor que no sigue una línea definida, sino se basa en observaciones sobre la vida que cada uno va compartiendo a veces con los otros tres, a veces sólo con uno o dos del grupo, dependiendo de cómo se distribuyan dentro del departamento en esa tarde aburrida.
Sin ser una película de acción, Temporada de Patos tiene de todo para atraer al público: desnudos, balazos, droga, persecuciones en moto, fantasías eróticas, rockanrol, Beethoven, futbol. Pero sobre todo, tiene diálogos muy divertidos en situaciones muy bien montadas, con una economía de lenguaje cinematográfico que Eimbcke agradece en los créditos a sus modelos a seguir, los directores Jim Jarmush y Yasujiro Ozu. Pero, aunque no hace daño, usted no tiene qué saber quiénes son Jarmush y Ozu para disfrutarla. En pantalla están las referencias a estos dos maestros del cine para quien las reconozca y para el resto está una película sencilla que se ve muy bien y que hace reír desde la primera hasta la última escena, sin forzar el chiste obvio.
Y qué bueno que se sigue exhibiendo esta semana, porque tenía muchas ganas de comentarla con usted en este espacio. Digo, no siempre que todo mundo se echa maromas al revés por una película mexicana vale la pena la espera (creo que muchas veces ganan la ausencia y el deseo de tener buen cine en nuestro país), pero en este caso me alegra sumarme a tanto brinco. Temporada de Patos es una muy buena película y seguramente lo mejor que se estrenó en 2004 hecho en México. Lo triste es que la cuenta de producciones nacionales no pase de diez al año. ¿Y nuestro peso extra? Que en 2005 se corrija el rumbo. Felicidades.
(Publicada originalmente el 2 de Enero de 2005, en La Voz de la Frontera.)
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