(A day without a Mexican, EUA/México/España, 2004) Clasificación ‘B-15’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Por: Joel Meza
¿Qué pasaría si California se quedara sin Mexicanos? Sergio Arau escribe y dirige su primer largometraje basado en una premisa que antes ya expuso en un corto del mismo nombre, en 1998, protagonizado también por Yareli Arizmendi, la hermana “mala” de Como agua para Chocolate, dirigida por Arau papá en 1992.
La idea no es mala y el acercamiento inicial del ex-rockero Arau es prometedor: un falso documental con tintes satíricos nos muestra testimonios de estadounidenses que dan sus opiniones acerca de la misteriosa desaparición, un buen día, de todos los mexicanos, chicanos y, en general, todos los latinoamericanos residentes de California. Los testimonios se intercalan principalmente con la historia de Lila Rodríguez, una reportera de televisión en Los Angeles, que parece ser la única “latina” que queda en todo el estado. También seguimos algunas historias menores que presentan cómo afecta el extraño fenómeno a algunas familias de gringos-gringos. Toda la película está filmada en video digital, sin ninguna razón aparente, excepto el obvio bajo presupuesto. Las imágenes expandidas del video a la pantalla grande se ven granulosas y borrosas, lo que vuelve cansada la sentada de 100 minutos.
Desafortunadamente Arau nunca termina de decidir si Un día sin Mexicanos debe ser una comedia, una farsa, una denuncia o un melodrama. Y es que la cinta se mueve de un lado a otro, agotando rápidamente la premisa y dando vueltas sobre las mismas ideas una y otra vez. A lo largo de la película, de vez en cuando aparecen en pantalla leyendas con hechos más o menos obvios sobre la economía californiana. Al principio el recurso es gracioso porque funciona como un agudo comentario marginal a las escenas mostradas, pero después se vuelve un tanto molesto, al presentar datos que uno no sabe si tomar en serio o en broma, ya que lo mismo aparecen sobre las escenas cómicas del falso documental, que sobre los melodramas familiares de las distintas subtramas. La película termina siendo un conjunto de dramatizaciones de los más trillados clichés sobre el racismo y los maltratos a los mexicanos en el vecino estado. Estas situaciones han sido mejor desarrolladas en el pasado, para el cine por Cheech Marín, con su Born in East L.A. (EUA, 1987), y hasta por Los Tigres del Norte, en varios de sus corridos sobre mojados.
En general, Un día sin Mexicanos desperdicia la oportunidad al optar por el blanco y el negro, en un mundo donde todos los mexicanos son buenos, todos los gringos son malos y reciben su lección. Como reza el dicho citado en el cartel, nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Hace 20 años, Sergio Arau tuvo éxito como músico, con las ingeniosas y divertidas canciones rockeras de Botellita de Jerez, donde explotaba muy bien el valor de las historias cómicas cortas. Si recapacitara y volviera a su propuesta original, podría hacer una serie de entretenidos cortometrajes con el tema de “Un día sin...” Ahí le va mi sugerencia para el siguiente: Un día sin Chinos. ¿Qué comeríamos los cachanillas los domingos?
(Publicada originalmente el 8 de Agosto de 2004, en La Voz de la Frontera.)
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