(A Christmas Carol, EUA 2009) Clasificación 'A'
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Excepto los niños muy pequeños, ¿habrá quien no conozca las peripecias de Ebenezer Scrooge en esa terrible víspera de Navidad? Debo decir que estoy con Bob Zemeckis, que escribe y dirige una enésima adaptación del obligado y favorito cuento Canción de Navidad, de (insisto, ¿realmente es necesario aclararlo?) Charles Dickens. Para mí, especialmente en estas fechas, nunca se tiene suficiente Scrooge y respectivos Espíritus de las Navidades Pasadas, Presente y Futuras. Ahora... ¿cabe esta versión dibujada y animada por computadora con la visión de Zemeckis?
Confieso que no tengo idea de cuántas adaptaciones he visto, escuchado y leído con la historia de los tres fantasmas que aterran al avaro Scrooge y lo convierten en un hombre generoso y ejemplar. Cintas de ación viva para cine, otras animadas (Mr. Magoo y Mickey Mouse vienen a la memoria) y hasta el televisivo Hombre de los Seis Millones de Dólares de los '70s ha tenido su turno en el cuento dickensiano; versiones para radio y los infaltables libros clásicos ilustrados para niños han ayudado a popularizar la historia durante generaciones.
Entonces, ¿cuál es la excusa de Zemeckis? Para empezar, no otra que continuar con la obra animada en la que ha estado encarrilado desde El Expreso Polar y Beowulf, usando animación de dibujos por computadora, a base de captura de movimientos de actores. Nuevamente los dibujos de humanos y escenarios son presentados de manera tan realista que a ratos se duda de si lo que se ve es dibujado o simplemente fotografiado en escenarios físicos y con personas de carne y hueso.
En sus películas animadas, Zemeckis ha conseguido un estilo visual en los dibujos de personas, que se acerca mucho a la realidad sin llegar a ser aberrante (es decir, no llega al famoso valle inquietante que provoca repulsión ante un facsímil humano). Además, una buena parte del atractivo es atestiguar la presencia de los actores que dan vida a los dibujos, aún si las imágenes no corresponden a la real del actor. Por ejemplo, en El Expreso Polar no cabe duda que a quien vemos es Tom Hanks, pero en Beowulf uno tiene que hacer un esfuerzo para reconocer a Ray Winstone como el héroe o, mejor aún, a Crispin Glover como el monstruo.
En Los Fantasmas de Scrooge, toca el turno a Jim Carrey seguir los pasos de Hanks al representar varios personajes: además del protagonista, Carrey actúa los movimientos y las voces de los tres Espíritus de las Navidades (bueno, las voces de los dos primeros espíritus, se entiende, ya que el de las Navidades Por Venir nunca habla). Jim Carrey siempre ha sido un actor que se apoya mucho en su exagerado lenguaje corporal y vocal, por lo que el resultado es Carrey puro y de paso le otorga al asunto cierto giro no contemplado por Dickens originalmente, al permitir la reflexión de que los espíritus son más bien una extensión de Scrooge. Su conciencia, pues.
Algunos de los actores que complementan resultan evidentes, como Colin Firth (el sobrino Fred), Gary Oldman (Bob Cratchit), Bob Hoskins como el antiguo jefe de Scrooge; y otros no tan evidentes: Robin Wright Penn hace dos papeles de jóvenes mujeres que, aunque bellas, no se parecen a ella; Cary Elwes definitivamente no es un hombre mayor y obeso; Fionnula Flanagan, aunque mayor, ciertamente no es una vieja decrépita y especialmente Gary Oldman no se adivina como el Pequeño Tim.
Las calles del Londres de mediados del siglo 19 son presentadas con un realismo romántico y a la vez funcional para la historia, con lo cual quiero decir que hay suficientes vuelos de pájaro y vertiginosas caídas por calles y callejones por parte de Scrooge como para llenar el catálogo de ese antiguo Londres para Google Earth y Google Street View.
En su adaptación, Zemeckis toma las páginas de Dickens y de hecho pone los textos en labios de sus personajes, resolviendo ciertos pasajes resumidos en el cuento, de la misma manera en pantalla, sin cortes visuales al personaje de Scrooge (por ejemplo, toda la secuencia del día de Navidad, desde el despertar de Scrooge hasta la cena en casa de Fred) y continúa hasta el día siguiente con el encuentro entre Cratchit y Scrooge, resolviendo la narración final con una extensión de ese encuentro. Con curiosidad, tuve que volver al texto al terminar la película, porque no recordaba esa resolución y debo decir que me gustó lo hecho por Zemeckis.
Finalmente, esta versión de Cuento de Navidad me ha satisfecho en todos los sentidos. Fiel al texto de Dickens, transmite muy bien la ansiedad y el terror de ser visitado por fantasmas en medio de la noche (una de las razones por las que este cuento ha sido uno de mis favoritos desde niño). Igualmente logra la simpatía por Scrooge al visitar su pasado y redondea muy bien la conocida historia, con una propuesta visual espectacular pero completamente útil narrativa y dramáticamente.
Al margen, un par de comentarios sobre su estreno en cines. Primero, la versión tridimensional hace un buen uso general del efecto y tiene varios momentos geniales (por ejemplo, las secuencias del Espíritu de las Navidades Por Venir) pero seguimos teniendo los anteojos que restan brillantez a la imagen, son un poco demasiado pequeños para los adultos (alguien con lentes no puede usarlos cómodamente) y un poco demasiado grandes para los niños. Sigo sin encontrar justificación al efecto y al sobreprecio.
Mi otro comentario es acerca de la versión en Español estrenada en México. Además de la estúpida decisión de Disney de dejar fuera la opción de una versión en Inglés, subtitulada, el haber cambiado el título para México me parece que es una muestra más de la pobreza intelectual que los distribuidores asumen del público. "Los Fantasmas de Scrooge" es un título completamente obvio, masticado, rumiado y regurgitado en las marquesinas para apelar a un potencial público ignorante que tal vez -pensarán esos mercadólogos- no tenga idea de quién es Scrooge pero correrá a ver una película de fantasmas sin chistar.
Y ya en ello, me sorprende el cambio de una frase icónica del texto en Español, tal vez como corrección política y no como decisión creativa. ¿Por qué el Pequeño Tim pide "Bendiciones para todos" en lugar de exclamar "¡Que Dios nos bendiga a todos!"? Si la versión de Zemeckis en Inglés es fiel al texto y, siendo una historia precisamente de Navidad, Dios es mencionado y varias imágenes y sonidos hacen referencia a Cristo y a la Iglesia, ¿por qué eliminarlo en la clásica línea final en la traducción? Y sobre todo, ¿en la versión para México, un país noventa y tantos por ciento cristiano? Me temo que, igual que en otros muchos aspectos de nuestra vida y cultura nacional, hay gente muy idiota pensando por el resto de nosotros. La idiotización de México. Dios nos bendiga a todos...
T5 | Especial: Lo que vimos en el FICM 2024
Hace 5 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario