Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
De niño y adolescente, las películas sobre la 2ª Guerra Mundial me gustaban mucho, con sus increíbles historias de heroísmo y personajes encarnando los ideales del bien y la justicia. Eventualmente estas producciones desaparecieron de las pantallas para ser sustituidas por cine “de acción”, donde la violencia gráfica gratuita fue creciendo hasta convertirse en la norma de los últimos veintitantos años. El cine de guerra no acabó pero sí fue afectado por este “estilo”. Por eso me da mucho gusto cuando algún cineasta se da a la tarea de regresar a una de esas películas a la antigüita, donde lo central es lo que ocurre lejos del frente de batalla y los héroes sacrifican sus vidas de forma privada, no sorteando campos minados ni esquivando bombas, balas o bayonetas. En este caso, el director Bob Zemeckis presenta el romance entre dos espías aliados, ella francesa, él canadiense, que se conocen y se enamoran perdidamente durante una misión prácticamente suicida en, dónde más, Casablanca.
Zemeckis tapiza la pantalla con romanticismo, de principio a fin. Imágenes estilizadas desde que el espía canadiense (Brad Pitt) literalmente cae del cielo y camina por las dunas marroquís cual Lawrence de Arabia, para conocer e iniciar la misión con la hermosa espía francesa (Marion Cotillard) que será su guía en esta Casablanca poblada por aliados patriotas, franceses “neutrales” y, valga el pleonasmo, nazis despreciables (calcada, para bien, de la cinta homónima e ícono del melodrama heroico y antibélico situado en el mismo periodo histórico), hasta su último sacrificio personal en suelo británico y eventual redención en el paraíso terrenal.
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