jueves, 8 de diciembre de 2016

Moana: Un mar de aventuras ***

(Moana, EUA 2016) Clasificación México ´A´/EUA ´PG´
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Un poco de karaoke, estimado lector… cante conmigo: “¡Libre soy, libre soy…!”

O, qué tal ésta: “¡Bajo 'el mar, bajo 'el mar…!”

Fácil, ¿verdad? Con la primera, inmediatamente piensa uno en Frozen, y con la segunda, en La Sirenita. Bueno, a ver, sígame con esta otra: “El punto en que el cielo es el mar, me llama…”

¿No le suena? ¿Qué tal ésta, un poco más sencilla? “¡De nada, de nada!”

¿Tampoco? No lo culpo, estimado lector. Justamente esas dos últimas son canciones que se pueden oír en Moana: Un mar de aventuras, el nuevo musical animado por computadora de la casa Disney. El problema es que, aunque las canciones de Moana funcionan para contar la historia mientras uno ve la película, al salir ya las hemos olvidado completamente. Escritas por la sensación de Broadway, Lin-Manuel Miranda y todo lo que usted quiera, pero nada pegajosas, pues.

En todo caso y ya olvidadas las canciones, los directores Ron Clements y John Musker (quienes también realizaron La Sirenita, por cierto) no intentan inventar el hilo negro, sino entregar la cinta típica de Disney, protagonizada por la nueva princesa del róster disneyiano, agregando los elementos narrativos de moda y una que otra referencia a la cultura pop actual (hay que ver esa delirante secuencia estilo Mad Max 4; por mucho, lo mejor de toda la película).

La comparación con La Sirenita y con Frozen, por cierto, no es de oquis. Moana es una princesa de las islas del Pacífico Sur, que desea con todo el corazón y contra los deseos de su padre, justo como la sirena Ariel, vivir aventuras más allá de la pequeña isla donde vive. Y, justo como las princesas Anna y Elsa en Frozen, Moana busca su propio destino por sí misma, no a base de esperar al príncipe Azul.

Aún así, el cuento transcurre gracias a una relación de pareja, aunque no romántica. Moana se hace acompañar de Maui, un presumido semidiós que es una especie de Prometeo de las Polinesias quien, a pesar de su espíritu de redentor, no tiene como misión rescatar a Moana, sino, en todo caso, facilitarle el encontrar su destino.

Qué gusto que Disney siga con sus tradiciones cinematográficas pero esté atenta a las necesidades del público, que ya no se traga personajes femeninos limitados al segundo plano. Ahora, si tan sólo le trabajaran un poquito más a esas cancioncitas…

2 comentarios:

Champy dijo...

No como que en su afán por abarcar e incluir a toda la "diversidad" humana la están cajeteando no?

Oye...casi no he leido sobre American Pastoral...que nadie la ha visto o que?

2046

Joel Meza dijo...

Sí, les hace falta un productor que le eche ganas.
(¿American qué?)