Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Nada como una buena película de suspenso para mantener al espectador al borde del asiento por la hora y media reglamentaria que, por cierto, deberían observar más seguido los cineastas. Enemigo invisible, del director sudafricano Gavin Hood, es un muy buen ejemplo de cómo hacerlo.
La historia es relativamente sencilla: Una coronel del ejército británico debe bombardear una casa “de seguridad” en Nairobi (Kenia), donde está reunido un grupo de terroristas. El problema para los superiores de la coronel es que la mentada casa se encuentra en medio de un barrio popular, rodeada de familias inocentes, junto a un mercado sobre ruedas y, pa’cabarla, a un lado de la casa hay una niña jugando al hula hula. Entonces las grandes preguntas que nos mantienen en expectativa a lo largo de la película son: En qué momento va a ocurrir la explosión y si, cuando suceda, la niña se salvará.
Ahora, ¿cómo saben la coronel y sus superiores todos estos detalles? Y, más importante aún, ¿cómo lo sabemos nosotros? Aquí está la gracia de la narración del director Gavin. Resulta que ninguno está en Nairobi; ni siquiera en Kenia o en África. La coronel y su equipo de analistas se encuentran en una base militar en Londres; el general al que reporta está al otro lado de la ciudad, en reunión con miembros del gabinete de seguridad del Primer Ministro. Y el piloto del avión norteamericano de reconocimiento y ataque que sobrevuela Nairobi, dirige su aparato desde una base en Las Vegas.
Así, gran parte de lo que vemos no es a la niña jugando junto a la casa a punto de ser bombardeada, sino a estos militares y políticos al otro lado del mundo, discutiendo la legalidad y moralidad de lo que están a punto de hacer, mientras ven (y vemos) en pantallas de video las imágenes que les envía el avión manejado a distancia.
Enemigo invisible funciona no sólo por la simpleza del suspenso manejado, sino por la honestidad con que utiliza a sus personajes: ninguno tiene una agenda escondida y todos están convencidos de que tienen un trabajo y un deber que cumplir. En corcondancia, el reparto a su vez nos convence de ello, a través de las conocidas y veteranas caras británicas de Helen Mirren, en el papel de la coronel al mando, y Alan Rickman (recién fallecido y a quien está dedicada esta, que fue su última cinta) como el seco y preciso general; el joven Aaron Paul (“Jesse” en Breaking Bad) es el piloto y artillero a distancia y, en el papel del único operativo de espionaje en el sitio en Nairobi, el joven Barkhad Abdi, a quien recordamos como el infame líder pirata que secuestra a Tom Hanks en Capitán Phillips. Todos ellos y nosotros, cada quien literalmente en su silla, sudando la gota gorda.
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