(A hologram for the king, EUA/México 2016) Clasificación: México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Permítame, estimado lector, una nota al margen. Sí, leyó usted bien: Esta película protagonizada por la superestrella Tom Hanks es una coproducción gringo-mexicana. La empresa mexicana Fábrica de Cine se ha lanzado a las grandes ligas. Y por si fuera poco, en unos meses veremos, de esta misma productora, “Silencio”, la nueva película del maestro Martin Scorsese. A’i nomás pa’l gasto. Enhorabuena a Fábrica de Cine.
Ahora sí, mi reseña: “Un holograma para el rey”, del director Tom Twyker es una buena película para adultos. Pero adultos de verdad, no esos que, por ley, a partir de los 18 años pueden, además de elegir gobernantes, beber, fumar y ver películas con gente desnuda enfrascada en asuntos eróticos. Las primeras escenas dan una pista al respecto: En un video musical, Tom Hanks se presenta como Alan Clay, vendedor de altos vuelos que, camino a Arabia Saudita para conseguir un negociazo con el rey, se pregunta “¿Cómo llegué aquí?” Aunque no lo crean los “adultos” que tienen poco de serlo legalmente, a veces, los que ya tenemos algunas décadas siéndolo, nos hacemos esa pregunta.
En el resto de la hora y media que agradablemente dura “Un holograma para el rey”, vemos a Alan buscando tener el control de cada situación en que está inmerso, sea su divorcio o sus esfuerzos por pagar la universidad de su hija; sea llegar a tiempo a su cita con el elusivo rey, o aguantar al pintoresco chofer árabe (Alexander Black al tú por tú con Hanks) que insiste en amenizar el recorrido con joyitas del rock gringo (-“¿Te gusta Chicago, Alan?” –“No en el invierno.” –“La banda, no la ciudad…”); sea arreglar la simbólica joroba que le ha salido en la espalda, o aguantar la espera, en el desierto árabe, por un cliente que se niega a aparecer. Y reconocer el oasis que aparece ante sus ojos, tal vez un espejismo, tal vez real, en la forma de una amable doctora (Sarita Choudhury) que se reconoce en Alan, ambos como adultos de verdad, con la ansiedad producida por la necesidad de respuestas a esas preguntas de adulto.
¿Consigue Alan su cita con el rey? ¿Logra echar a andar el holograma del título? Aviso a los espectadores recién graduados de adultos, que normalmente pueblan las salas de cine: No importa. La vida sigue y uno echa mano de lo que tiene para plantarse, con los dos pies, donde sea.
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