(Birdman (Or the unexpected virtue of ignorance), EUA 2014) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Ah, qué gusto cuando un artista se libera de cargas personales y produce una obra fresca y efectiva. Y la muy agradable sorpresa es que esta visión es del director Alejandro González Iñárritu, que en “Birdman” rompe su famosa racha de azotadas películas en que los personajes no paran de sufrir.
Riggan Thomson (Michael Keaton, el mejor Batman del cine) es el veterano actor que hace veinte años, después de interpretar en tres películas al superhéroe “Birdman”, abandonó la exitosa serie y ahora, varios fracasos profesionales y personales después, cifra todas sus esperanzas como artista en la obra de teatro que está a unos días de estrenar en Broadway. Riggan pasa la mayor parte del tiempo enfrentando sus demonios, representados en las a veces fallidas, a veces efectivas, relaciones con su hija veinteañera (Emma Stone) rehabilitada de las drogas; su agente y socio, además de mejor amigo (Zack Galifianakis); su actor estrella, un genio del teatro que en la vida real no es más que un oportunista (Edward Norton); su pareja romántica actual (Andrea Risebourough) y su ex esposa (Amy Ryan). Pero su relación más fuerte, finalmente, es consigo mismo. O mejor dicho, con la voz que oye todo el tiempo dentro de su cabeza: la del personaje de “Birdman”, que lo critica a cada paso que da y le insiste dejarse de cosas y aceptar filmar “Birdman 4”.
La primera buena noticia es que González Iñárritu (ahora firmando como G. Iñárritu) se ha deshecho de su casi marca registrada de usar tiempos fragmentados para contar sus historias y que causó sensación en “Amores Perros” pero terminó cansando, por injustificada, en “Babel”, “21 gramos” y “Biutiful”. En “Birdman” el tiempo avanza siempre hacia adelante y nunca regresa. En todo caso, G. Iñárritu se vale de un nuevo recurso visual y auditivo, apoyado en la maestría del cinefotógrafo Emmanuel Lubezki (“prestado” de Cuarón) y sus editores de cabecera, Crise y Mirrione, además de una banda sonora a base de sonidos ambientales y una mezcla de percusiones: la ilusión de una toma continua, de principio a fin. Así, durante dos horas de película se condensan los tres días previos al estreno y seguimos sin parar a Riggan en su odisea por consolidarse como artista serio.
La otra buena noticia es que G. Iñárritu aborda el drama de Riggan con mucho humor. “Birdman” no es una comedia propiamente dicha, pero ciertas situaciones y los resultantes diálogos están intencionalmente diseñados para hacernos reír. Algunas veces, porque es mejor que llorar, pero la mayor parte del tiempo simplemente porque la vida de Riggan y los suyos, por más terrible que parezca, no es para sufrirla. Parece que, por fin, G. Iñárritu descansa y nos deja descansar.
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