De lo visto en carteleras de mi rancho los últimos doce meses, va mi
lista:
LO IMPOSIBLE (de
Juan Antonio Bayona).
El impacto del tsunami de 2004 en el ánimo colectivo
del planeta nos puede hacer pensar que cualquier película sobre tsunamis nos
mostrará una destrucción que hemos visto hasta el cansancio en los noticieros,
por televisión, en los últimos 8 años. Pero esos son sólo hechos. El director
Juan Antonio Bayona y su equipo nos dicen, pues, que la historia verdadera no
está en el desastre, sino en lo que las personas hacen ante esas desgracias.
Lincoln (de Steven Spielberg).
Spielberg resuelve con la maestría de treinta
películas y nos trae los últimos cuatro meses de la vida de un Lincoln que,
cansado y avejentado a sus cincuenta y tantos, en todos sus momentos como
presidente muestra sabiduría y fé en sí mismo y en Dios para imponer la
justicia en las leyes de su país. El actor Daniel Day-Lewis desaparece
completamente en Lincoln y su Oscar como mejor actor esta vez es merecido como
pocos.
El chiste de hacer oootra película sobre posesiones
demoniacas debe estar en lo bien que se toquen las bases reglamentarias, lo
interesantes que resulten los personajes y lo bien ejecutadas que estén las
escenas que nos hagan brincar del asiento. El Conjuro libra bastante bien la
comparación con, bueno, pues, con El Exorcista, que se ha convertido en el
estándar del cine de terror durante cuatro décadas.
Heli es ficción nacional. Una mañana aparece un hombre
asesinado, colgado de un puente; se denuncian “levantones”. Las policías no
resuelven los casos que ya pueblan nuestros noticieros. Pues sí: tiene que haber
consecuencias, así como tiene que haber razones para tanta descomposición
social. El director Amat Escalante presenta su idea de ambas en Heli.
Gravedad es, sobre todo, un triunfo de la narrativa
visual. La historia es sencilla: dos astronautas flotando a la deriva,
desconectados de su nave. Sólo queda vivir o morir. El que vivir sea una de las
dos posibilidades es el tema que el director Alfonso Cuarón escoge para, por
hora y media, llenar la pantalla con las imágenes más sorprendentes que he
visto en un cine en décadas.
Es un misterio el que el futbol tenga tan mala
pata a la hora de ser representado en la pantalla grande, a diferencia de otros
que han dado lugar a grandes películas. Supongo que se necesita la mezcla
exacta de deporte y corazón. Justo como en Metegol, la excelente cinta de
dibujos animados del director argentino Juan José Campanella.
Qué carta se juega el director Paul Greengrass al
confrontar a la superestrella Tom Hanks con el villano interpretado por el joven
Barkhad Abdi, un perfecto desconocido, en su primera película, además. El punto
central: a usted o a mí se nos puede atravesar un mal día uno de estos
perfectos desconocidos, para sacar ventaja de lo que nos hace vulnerables frente
ellos: nuestro respeto a la ley. En Capitán Phillips queda claro que hay una
razón muy poderosa para que tengamos leyes. Nuestras vidas (hasta las de los
criminales) dependen de ello.
***Menciones honoríficas***
Actuada y producida por Tom Cruise, rápida y
eficientemente destapa una red de intrigas bastante entretenida. Una joya
escondida, la presencia del veterano actor Robert Duvall en un papel
secundario, donde hasta se da el lujo de reírse de la costumbre de Cruise de
aparecer corriendo en todas sus películas.
Mamá es justo esa clase de película, en que la
historia de fantasmas apenas interesa lo suficiente como para que aguantemos
entre susto y susto. Y cuando uno piensa que el paseo está por terminar sin
mayor consecuencia, Mamá sorprende con un excelente final que construye sobre
la historia contada hasta el momento y supera o compensa, trasciende, más bien,
todos los espantos y espantajos anteriores.
La historia de cómo un mentiroso profesional se convirtió en el
gobernante más poderoso en la historia de la tierra de Oz es un triunfo del
diseño visual, del riesgo de la elaboración sobre una historia archiconocida
(El Mago de Oz) y del protagonista, el actor James Franco, que se suelta con un
desenfado contagioso en su papel de tramposo por naturaleza.
Hasta la década pasada, cómo no iba Disney a ser blanco
de burlas en un mundo cada vez más cínico, si sus protagonistas vivían felices
para siempre después de un beso de “amor”. En Una Aventura Congelada, por
primera vez veo a las princesas liberarse, crecer y, finalmente, darse cuenta
que el verdadero amor a los demás empieza en uno mismo.
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