(The Big Wedding, EUA 2013) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Quién entiende a Hollywood. Compran una comedia francesa medio malona, la enlatan y deciden hacer una versión gringa con grandes, si bien otoñales estrellas. A saber, Robert De Niro, Susan Sarandon y Diane Keaton ¿De verdad la intención es mejorar el original francés o simplemente engatusar al público y ganar lo suficiente en taquilla para que todos los involucrados puedan pagar la despensa? A juzgar por la pobre evidencia en pantalla con Mejor… ¡Ni Me Caso!, el plan B les resultó de maravilla y De Niro, Keaton y Sarandon ya salieron con los gastos del mes.
Don y Ellie (Robert De Niro y Diane Keaton) son los padres divorciados del desabrido veinteañero Alejandro (Ben Barnes), a quien adoptaron de pequeño, después de que su madre biológica le procuró una mejor vida fuera de su natal Colombia. Ahora Alejandro se va a casar y su mamá verdadera vendrá a la boda. Como ella es colombiana y “muy” católica, el avergonzado Alejandro fuerza a Don y Ellie a fingir que siguen siendo una pareja casada, a pesar de tener años separados y del hecho de que Bebe (Susan Sarandon) ha sido pareja de Don por muchos años y prácticamente una segunda (o tercera) madre para el desconsiderado Alejandrito. La fórmula obliga que los divorciados padres y la tercera en discordia acepten sin chistar (Bebe fingirá ser la cocinera o algo así) y por el bien del chamaco, así que todos se preparan para un fin de semana de locos, donde se tendrán que guardar las apariencias y contar mentiras al por mayor ante la visitante.
Puesto así, el asunto suena bastante divertido y con actores como los enlistados, uno esperaría pasar una hora y media fenomenal. Lamentablemente todo queda en esperanza. El guión escrito por el propio director Justin Zackham se encarga de sentar todas las bases para la comedia de enredos pero, escena tras escena, le niega a sus actores la posibilidad de brillar cómicamente, estableciendo una situación para cada personaje, para luego darles líneas poco graciosas y dejando a los actores solos con sus propios recursos. Esto resulta más evidente en unos que en otros, ya que el reparto es lo suficientemente grande para acentuar las diferencias. Por ejemplo, uno de los tres hijos de Don y Ellie es un médico treinteañero interpretado por el siempre efectivo Topher Grace y cuyo conflicto es que juró mantenerse virgen hasta el matrimonio. El joven médico, carita como es y estando en una comedia, por supuesto tiene muchas tentaciones entre las enfermeras del hospital, que saben y tratan de hacerlo romper el mentado juramento. Pues bien, solamente la primera escena donde conocemos al doctorcito usa este planteamiento y, excepto por un par de menciones posteriores por parte de la familia, de nada sirve esta información ya que, en plena boda y en cuanto se le atraviesa la primera invitada curvilínea y ganosa, el jurado médico la persigue sin descanso para acostarse con ella. Esperemos que al menos el juramento hipocrático sí le sirva para algo.
Otro ejemplo: los papás divorciados, Don y Ellie, prometen al adoptado Alejandro fingir que siguen casados para no escandalizar a la madre biológica. Uno esperaría escena tras escena de malos entendidos entre ellos, sobre todo en la presencia de la mamá colombiana. Pues bien, solamente durante la bienvenida a la visitante se explotan con fines cómicos la mentira y el hecho de que la buena señora no habla Inglés, de modo que Don y Ellie pueden decir lo que quieran frente a ella, mientras quien traduce arregle todo al decirlo en Español. De ahí en adelante, esa premisa se usa solamente con fines sentimentalistas, olvidando que la película es una comedia.
Y a todo esto, esa es una constante en la película. Cuando al director/guionista Zackham se le acaba la gasolina de la comedia, invariablemente cambiará la escena a melodrama sentimentaloide, lo cual es una lástima, considerando que la mayoría de estos actores ha demostrado a lo largo de sus carreras ser bastante competente para hacer reír al respetable y Mejor… ¡Ni Me Caso! termina siendo una serie de oportunidades perdidas y un escaparate de intérpretes a quienes hemos visto, y seguramente volveremos a ver, en mejores días. Pero aquí, mejor... ni verlos.
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