Protagonizada por mi amigo, el actor Chuy Padilla, que por este trabajo fue nominado al Ariel como Mejor Actor en 2014.
Hoy, Chuy falleció. Nos queda su trabajo y a mí, el recuerdo de una amistad de treinta años.
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(Workers, México/Alemania 2013)
Chuy Padilla y su extraordinaria represión emocional, en Workers.
El director José Luis Valle se toma el tiempo necesario para contarnos dos cuentos tijuanenses, junto con otras breves historias que Valle incluye a pedacitos en las extendidas escenas mostrando, sin cortes y en un montaje casi hipnótico, un poco y un mucho de la vida en esa dispareja ciudad junto al mar y junto al cerco (sí: ése cerco), donde Rafael (extraordinaria represión emocional por parte del actor cachanilla Chuy Padilla; toda una transformación evidente para quienes lo conocemos), leal conserje en una maquiladora espera, con zapatos nuevos y tatuaje conmemorativo, su jubilación.
Lidia (Susana Salazar, plácidamente pasiva), por su lado, sirve en la casa de una señora adinerada, llevando diariamente a la playa a Princesa, una flaca perra galgo, para que vea los atardeceres y no la fealdad de Tijuana. Después de treinta años, las rutinas de cada uno tomarán rumbos no deseados, poniendo a prueba la perseverancia y paciencia de ambos trabajadores y mostrando que, aunque no lo parezca, es más lo que nos une que lo que nos separa.
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