(Maleficent, EUA/RU 2014) Clasificación México ‘A’/EUA ‘PG’
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Olvide usted todo lo que sabe de la Bella Durmiente. En el famoso cuento (y en la película de dibujos animados de Disney, de 1959), la princesa Aurora cae, por la maldición de una resentida bruja, en un sueño profundo del que sólo podrá despertar con un beso de amor verdadero. Junto con Aurora, todo el reino se sume en un centenario sopor (en la versión de Disney, son sólo unos cuantos días, pero la idea es la misma). Eventualmente, el valiente príncipe Felipe salva los obstáculos que la bruja ha puesto y consigue entregar el anhelado beso de amor verdadero a Aurora, que despierta para vivir junto a Felipe, como se dice en estos casos, felices para siempre. ¿Y qué fue de la mala del cuento? En la versión de Disney, la bruja, llamada Maléfica, se convierte en un terrible y flamígero dragón y muere bajo la espada de Felipe. Como dije, para ver Maléfica, con Agelina Jolie en el papel titular, uno tiene que olvidar todo.
Esta nueva versión de la Bella Durmiente, como el título indica, no se trata de la princesa y su infame sueño, sino de la causante. Así, nos enteramos de que Maléfica no es una malvada bruja, sino una hermosa hada igualita a Angelina Jolie, que en su adolescencia recibe una decepción amorosa nada menos que de Stefan (el feo actor sudafricano Sharlto Copley, de extraña y nada seductora voz), quien eventualmente se convertirá en rey y será, para acabarla, el papá de la princesa Aurora. Entonces, todo queda, causa y efecto, más o menos en familia. La película, por lo tanto, sigue a Maléfica y no a Aurora, de quien solamente vemos sus momentos más famosos: su bautizo con las tres hadas de colores y sus regalos mágicos; un par de paseos por el bosque en donde ha crecido escondida junto a las tres torpes hadas, ahora disfrazadas como tres igualmente torpes humanas; el momento del pinchazo con la aguja, el consiguiente sueño (que esta vez no afecta a nadie más que a ella) y el ansiado beso de amor que la despierta.
En cambio, de Maléfica vemos todo: su infancia, como una feliz princesa de la naturaleza; su adolescencia y primer beso con el humano Stefan; la eventual decepción amorosa y su “conversión al lado oscuro”; su autoinvitación al bautizo de Aurora para echarle la maldición y… hasta aquí todo en orden, con todo y esos agregados al cuento conocido por todos. Pero el director Robert Stromberg y su guionista Linda Woolverton deciden que sea Maléfica quien se convierta, al principio en secreto y después abiertamente, en la niñera de Aurora, ante la evidente ineptitud de las tres hadas buenas. Por lo tanto, entre Aurora (la simpática Elle Fanning, a quien vimos hace tres años como la musa de los niños cineastas en Super 8) y la supuesta malvada se crea una relación de confianza sobre la que siempre pende el secreto de la terrible maldición decretada por el hada.
Es este nuevo elemento introducido por la guionista Woolverton (que anteriormente escribió, entre otros, los exitazos El Rey León y La Bella y la Bestia, pero también ese bodrio que Disney intentó hacer pasar en 2010 por Alicia en el País de las Maravillas) el que nos hace temer ansiosamente, a quienes conocemos la película de La Bella Durmiente, el fatal desenlace para Maléfica. Por ello, cuando finalmente aparece Felipe, no puede uno sino preguntarse: ¿Es a manos de este atolondrado adolescente como morirá la magnífica Maléfica?
Por otro lado, con el nuevo rumbo que ha tomado la relación entre Aurora y la mala-ya-no-tan-mala, ¿qué terrible suceso entre ellas nos tienen reservado el director Stromberg y la guionista Woolverton para que se justifique lo esperado, es decir, insisto, que Felipe mate al dragón-Maléfica? No diré más, excepto que con lo que finalmente ocurre, la película por sí sola es bastante aguada y como complemento a la cinta animada de La Bella Durmiente, falla completamente.
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