(RoboCop, EUA 1987 y EUA 2014)
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Hace veintisiete años, quienes ya andábamos en esto de la cinefilia, nos divertimos con las andanzas de RoboCop, un policía mitad hombre, mitad robot, que enfrenta a la corrupción y al crimen organizado en un apocalíptico Detroit de un posible futuro cercano. Siguiendo esa bonita tradición del refrito hollywoodense ahora tenemos una nueva versión de la misma historia, con RoboCop empezando desde cero.
Afortunadamente puedo reportar que RoboCop de 2014 es tan entretenida como la de 1987, con la misma premisa del policía que busca vengarse de quienes lo dejaron medio muerto cuando era completamente humano. Por ese lado, ambas versiones son básicamente una película del viejo oeste (pero sin sombreros ni caballos, con carros en 1987 y motos en 2014), con el héroe solitario contra a los malos, quienes de paso están coludidos con las esferas del poder en Detroit. Esta trama se sigue hasta sus últimas consecuencias, con todo y balacera final “en el OK Corral”.
En la de 1987, dirigida por el holandés Paul Verhoeven (que después nos traería las provocativas El Vengador del Futuro – Total Recall, EUA 1990; y Bajos Instintos, EUA 1992), la historia era un pretexto para denunciar y satirizar la codicia de las grandes corporaciones privadas como motor de la economía y la política de los Estados Unidos. En 2014, el brasileño José Padilha (director de la excelente Tropa de Élite, Brasil 2007), se sirve del policía robot para exponer, igualmente de manera satírica, la política actual de nuestros primos del norte respecto a dos asuntos: el ya conocido intervencionismo en países en conflicto y el uso de armamento robot (los famosos “drones”) contra civiles. Padilha usa el mismo elemento que Verhoeven para su sátira: un noticiero televisivo. En 1987, Verhoeven tiene a comentaristas estilo Ventaneando, presentando noticias terribles con una sonrisota en la cara. En 2014, Samuel L. Jackson representa a ese sector de la prensa crítica republicana, que supuestamente gusta de decir las cosas como son pero termina exhibiendo su fascismo. Y creo que nadie mejor que Samuel L. Jackson para, así sea en una sátira, decir las cosas como son.
Otro punto de la versión de Padilha que apenas se roza en la original, está en el dilema moral sobre la existencia de un robot con cerebro humano. De hecho, prácticamente las primeras tres cuartas partes de película se dedican a explorar los puntos de vista del científico que crea a RoboCop y su empleador (Gary Oldman y Michael Keaton, ambos ganándose la papa), contra los del propio policía caído (Joel Kinneman en 2014, Peter Weller en 1987) y los de su esposa e hijo, que esta vez están presentes (Abby Cornish como la Sra. RoboCop) a lo largo de la historia y no sólo como un recuerdo.
Por lo demás, las escenas “de acción” son tan divertidas y espectaculares en 2014 como lo fueron en 1987, gracias a la tecnología y los estilos de cine que corresponden a cada época. RoboCop originalmente fue seguida de un par de secuelas menores en los 90s y al final de esta nueva se dejan suficientes cabos sueltos para continuar la saga. Por mi parte, mientras lo que sigue sea al menos tan divertido y bien hecho como ésta de 2014, sí me las aventaré en futuras matinés.
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