Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
En los últimos treinta años, más de una vez se me ha acusado de ser trekkie (léase "treki"), es decir, fanático irredento de Viaje a las Estrellas. O Star Trek, como los distribuidores para México han dado en llamar a las dos películas más recientes de la serie cinematográfica que ya lleva 12 entregas en su cuenta. ¿Trekkie, yo?
En todo caso, aquí y ahora, Yo Acuso. Acuso al director J.J. Abrams, quien también estuvo a cargo del anterior episodio de la franquicia, en donde se reintroducía a los personajes que surcan la galaxia en busca de aventuras a bordo de la nave Enterprise, de ser un trekkie. Sí, estimado lector: J.J. Abrams es un trekkie que está usando su poder como timonel de las nuevas películas de Viaje a las Estrellas, para restregarnos su conocimiento y fascinación por esa serie. El resultado parece, en consecuencia, no un nuevo episodio sino una parodia.
Vea si no: los personajes de En la Oscuridad Star Trek (qué título “en Español” más mal escrito, por cierto) insisten, cada tercer diálogo y sin importar que las acciones ya lo muestran, en que el joven Capitán Kirk es un rebelde sin causa. O bien, cada vez que el Dr. McCoy aparece es para soltar alguna maldición y agregar que él es médico, no ingeniero, ni científico, ni explorador, etcétera. Si Scotty, Chekov y Sulu quieren hablar, es obligatorio que informen el porcentaje de vida que le queda a a)los escudos de la nave, b)los motores, c)los rayos de fotones o d)todo lo anterior. Y no se diga todas las veces que Spock y los demás tripulantes tienen que sacudirse de un lado para el otro en el puente de mando, entre chispas eléctricas, cuando el Enterprise recibe un disparo de los enemigos.
Hablando del enemigo, aunque aquí se llama John Harrison y es interpretado en forma muy enigmática por el británico Benedict Cumberbatch, quien luce su voz de barítono en cada línea, debo decir que ni en eso Abrams se molestó: si usted ha visto al menos una de las películas anteriores (no diré cuál, ya que los anuncios tampoco revelan el origen del malo), no tendrá problema para reconocerlo y adivinar el desenlace, que resulta una curiosa copia (homenaje, si usted quiere) a esa otra película, pero nunca tan impactante, ya que todo se resuelve en esta misma entrega y no queda nada para la siguiente aventura. Supongo que eso ya hubiera sido reciclaje descarado.
Ahora, no me malentienda, estimado lector. Todo lo anterior no me disgusta; al contrario: lo disfruté cual chamaco en matiné, porque, después de todo, las películas de Star Trek no son más que eso, buenos rellenos de matiné. Lo que de plano no entiendo y sí me molesta son dos cosas: la insistencia de Abrams por apuntar todas las luces del puente de mando hacia el lente de la cámara, encandilando al respetable, mientras en cada escena de ataques se mueren montones de gente, sin mayor consecuencia para la historia. Lo de las luces, puedo vivir con ello. Pero, ¿todos esos muertos anónimos?
Y no me vengan con que “sólo es una película”. No, señor. No soy un trekkie pero, con mi edad, he visto todas las de Viaje a las Estrellas en sus estrenos en cine. Me he divertido más o menos con cada una y nunca se me antojó poner una funeraria. O una tienda de focos.
4 comentarios:
Je je je. Buena nota. Ya me la aventaré en el cine, cuando me lleve mi treki esposa. :-)
Saludos.
Compadre ya la mire, y la disfrute, esperaba que un trekkie como usted le diera unas 3 estrellitas.
Live long and prosper, Joel.
Miguel Fimbres
Los Sesionistas
Amigos de la Vid
Rafa, me imagino que Elsa disfrutará mucho más todas las referencias. Saludos.
Compadre Rigo, Miguel: no acepto provocaciones...
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