Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Lo Imposible cuenta lo que le ocurrió a una familia en Tailandia, cuando un tsunami destruyó las costas de varios países de la zona en la Navidad de 2004. Contar una historia que sucede durante un evento de tales proporciones puede ser difícil, ya que el propio evento toma precedencia en nuestra imaginación y minimiza cualquier otra cosa que pueda estar pasando al mismo tiempo o incluso después. El director español Juan Antonio Bayona logra exitosamente contar su historia al escoger mantener, siempre, el punto de vista de los protagonistas, aún cuando sabemos que el tsunami arrasó con todo de una forma descomunal y tenemos la tentación de ver en pantalla las olas gigantescas. Bayona, igual que otros cineastas antes, aprovecha el hecho de que lo que no podemos ver pero sabemos que está ahí captura más nuestra imaginación que una escena de efectos visuales dibujados por computadora.
Para empezar, precisamente, Bayona escoge colocar la escena del tsunami en los primeros minutos de la película. Apenas nos da tiempo de saber por quiénes está formada la familia, María, Henry y sus tres hijos, Lucas de 12 y los pequeños Thomas y Simon, de 7 y 5 años. Igual que cientos de turistas, a media mañana disfrutan de la alberca del hotel de playa, cuando de pronto todo se inunda de agua revuelta que golpea con fuerza las palmeras y los edificios, llevándose todo a su paso. De la oscuridad del lodo, María aparece en la superficie del agua, apenas pudiendo sostenerse de algún tronco. Lucas, su hijo, asoma desesperadamente la cabeza entre las revueltas aguas, a unos metros. No sabemos nada de Henry, Thomas y Simon. A partir de ese momento seguimos a Lucas y María, que ha recibido terribles heridas, primero en su lucha por sobrevivir esos primeros minutos de la inundación y después, mantenerse a salvo en espera de ser rescatados.
Eventualmente Lucas y María son llevados al hospital de una ciudad cercana, que evidentemente se ve rebasada, a su vez, por un tsunami humano de heridos y gente buscando refugio de las zonas costeras. Las heridas de María son graves y la mantienen casi todo el tiempo inconsciente, por lo que nos toca seguir a Lucas ayudando como voluntario en el hospital. Las imágenes son tan inquietas como el propio Lucas, a sus doce años corriendo a todos lados, ofreciéndose a buscar por pasillos y salas a familiares de otros heridos. La confusión es total para todo mundo, incluidos nosotros y podemos imaginar, junto con Lucas, cómo los empleados del hospital desesperan en el intento de darse abasto para atender a esa marea de sobrevivientes.
Por otro lado, los esfuerzos de Henry, el esposo, también nos son mostrados, en otro punto de la costa tailandesa, buscando infructuosamente a su familia entre los escombros y el lodo. No sabemos qué tan lejos está Henry de María y Lucas, como él tampoco lo sabe. De hecho, por lo que vemos, María y Lucas ya han dado por muertos al resto de su familia. Henry, aparentemente, también pero no deja de buscar. La esperanza muere al último, ciertamente.
El director Bayona crea escenas muy efectivas de la resistencia de la naturaleza humana, echando mano de las habilidades de su grupo de actores, que realmente no tienen personajes muy elaborados para trabajar. Después de todo, lo único que tenemos sobre ellos es que son una familia de turistas en una alberca junto al mar. Ahora vea usted a Henry (Ewan McGregor) deshacerse en llanto tratando de hacer una llamada telefónica. O a Lucas (el joven Tom Holland, en un excelente debut cinematográfico) mirando con ojos devastados el caos a su alrededor y la inutilidad de intentar coherencia. Incluso, vea a los dos pequeños actores que interpretan a Thomas y Simon, discutiendo sus posibilidades de ser encontrados por sus padres.
Nos queda María, la mamá, con el cuerpo prestado de Naomi Watts. Como decía, el desastre y lo que ocurre en los siguientes minutos, lo vemos junto con María y su hijo. Vemos a María gritar en medio de la inundación y la vemos cojear, herida, entre el lodo. La vemos dar órdenes a su hijo para ayudar a los demás. Y luego la vemos caer en cama, inconsciente. Naomi Watts es una actriz con una gran capacidad para transmitir alegría y dolor en su rostro y en su voz, como hemos visto ya en películas como 21 Gramos o King Kong. En esta ocasión, que me perdonen los miembros de la Academia pero no entiendo la nominación al Oscar como mejor actriz. María, su personaje, tiene un inicio que la lleva a mostrar un dolor impresionante pero después desaparece, el resto de la cinta, en una cama de hospital. Eso y unas breves escenas entre María y Lucas, que me recuerdan la relación madre/hijo mostrada por Bayona en su película anterior, la también sobresaliente El Orfanato, no me cuadran para hacer una nominación de actriz protagónica. En todo caso, el personaje de Lucas toma una importancia mayor en la historia y, como dije, el joven actor Tom Holland capta toda nuestra atención en cada escena. Lo siento, pero en este caso, la señorita Watts hace una buena comparsa y ya.
Lo Imposible inicia, como usualmente ocurre en este tipo de películas, con la advertencia “Basada en una historia real”. Inmediatamente después, aparece en pantalla otra breve frase que insiste: “Una historia real”. Creo que el impacto del tsunami de 2004 en el ánimo colectivo del planeta, así como el de Japón hace dos años, nos puede hacer pensar que cualquier película sobre tsunamis nos mostrará una destrucción que hemos visto hasta el cansancio en los noticieros, por televisión, en los últimos 8 años. Pero esos son sólo hechos. Bayona y su equipo nos dicen, pues, que la historia verdadera no está en el desastre, sino en lo que las personas hacen ante esas desgracias. Ahí está la historia real.
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