(Parental Guidance, EUA 2012) Clasificación México ´A´ / EUA ´PG´
Calificaciones ****Excelente ***Buena **Regular *Mala
Es seguro decir que S.O.S. es una película para toda la familia. Y cuando digo toda la familia, estoy hablando de niños, papás, abuelos y hasta amigos imaginarios. Aquí hay de todo para todos: por el lado de personajes, tenemos papás modernos abrumados por los hijos, con necesidad de vacaciones; niños latosos lo suficientemente bonitos para ser tiernos y chistosos; abuelos lo suficientemente desconectados de sus nietos y sus hijos como para ser “a la antigüita” y proporcionar no sólo el choque generacional sino también el cultural. Por el lado de la historia, niña preadolescente incomprendida por una mamá que ha olvidado lo que es ser hija y otros dos niños de ocho y seis años con problemas sicológicos por resolver; hombre mayor retirado del único trabajo que sabe hacer con esposa jubilada en ristre. Por el lado de los actores, la hermosa Marisa Tomei, la siempre chistosa Bette Midler y por si fuera poco, el genial Billy Crystal convirtiendo cada línea de diálogo en breves monólogos llenos de su particular estilo de humor. Y por si fuera poco, inspiradores momentos de beisbol, que siempre nos caen bien en el cine.
Pero vamos por partes: empecemos por el personaje principal, Artie, un cronista de beisbol a punto de retirarse, aunque él no lo quiera. Su vida es narrar el beisbol y si tomamos en cuenta que es interpretado por Billy Crystal, que siempre resulta efectivo cuando se le da el espacio para soltarse hablando a sus anchas, podemos imaginar que no hay un momento aburrido en sus crónicas beisboleras, como lo demuestran los primeros cinco minutos de película. Luego, tenemos a su esposa Diana, interpretada por esa fuerza cómica tendiente a la exageración que es Bette Middler. Confieso que la Sra. Middler no es tanto de mi agrado como Billy Crystal, pero con los años he llegado a disfrutar la convicción con la que se lanza a la sobreactuación y aquí no es la excepción. Middler y Crystal como marido y mujer y como pareja protagónica resultan en un balance en pantalla más efectivo de lo que esperaba, ante estilos tan diferentes.
A continuación tenemos a los nietos de Artie y Diana. Alejados de sus abuelos sin una razón válida en particular, los niños son un manojo de clichés hollywoodenses en películas familiares. La niña de doce años que quiere ser como mamá pero no se anima a pedirle consejos de novios. El niño que tiene un impedimento psicológico o físico por resolver (en este caso, tartamudea) y el pequeño hermano que resulta ser el más normalito de los tres, pero no está exento de alguna excentricidad, como el tener un amigo imaginario. El que los tres sean unos perfectos desconocidos de sus abuelos y viceversa se sobreentiende.
Por último, los papás de los niños: Alice, la hija de Artie y Diana, y su esposo. Ellos realmente no son más que accesorios a la historia, para dejar a los niños encargados con los abuelos, mientras toman unas necesarias vacaciones, así que no se puede esperar mucho, lo cual al principio me pareció una lástima, ya que Alice es interpretada por Marisa Tomei. Afortunadamente los cineastas deben haber sentido lo mismo que yo y aunque el esposo, un buenazo inútil para nuestros fines, queda fuera prácticamente dos tercios de la película, tenemos la gracia de la Srita. Tomei en pantalla algo así como la mitad del tiempo, para chiquear a sus hijos, regañar a su hija y pelearse con sus papás.
Pero, entonces, ¿se trata S.O.S. Familia en Apuros de un viejo jubilado, de un par de abuelos lidiando con sus nietos, de un matrimonio abrumado por los hijos y la vida moderna, o de perseguir los sueños de uno mismo, como narrar beisbol, por ejemplo? Mire, el director Andy Flickman y sus guionistas no le arriesgaron nada: la película se trata de todo eso. Cada capa de personajes y situaciones de cajón va quedando una encima de otra y nos vamos recetando todo junto, como si fuera uno de esos pasteles que tienen pan, fruta, flan, frosting y cerezas encima. Sí sabe usted de qué pasteles estoy hablando, ¿verdad? Uno se sirve una rebanada y se la come completita y todavía se pelea por las cerezas. En S.O.S., cuando todas las capas de la historia se han resuelto como se esperaba, cuando hemos tenido los suficientes chistes de Billy Crystal y las sobreactuaciones de Bette Middler, las más de las veces funcionando, cuando todos ya son felices y Marisa Tomei vuelve a querer a sus papás, todavía nos dan ganas de lagrimear tantito con las románticas alegorías del beisbol, que tan bien les salen en las películas hollywoodenses. Sí, se empalaga uno, pero con gusto.
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