jueves, 31 de marzo de 2016

Kung Fu Panda 3 **

(Kung Fu Panda 3, EUA/China 2016) Clasificación México ´A´/EUA ´PG´
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

La serie fílmica de Kung Fu Panda inició con una muy buena comedia animada de artes marciales chinas, donde el protagonista, Po Ping, un fodongo y tragón panda adoptado por un ganso cocinero, descubre que su improbable destino es convertirse en el Guerrero Dragón, el más grande exponente que haya existido en el Kung Fu. Aunque los demás estudiantes (una tigresa, una grulla, una serpiente, un mono y una mantis) del Kung Fu lo desprecian y no creen que merezca siquiera respirar el mismo aire que ellos, el verdadero reto de Po es creer en él mismo.

La segunda película encuentra a Po ya instalado en su papel de Guerrero Dragón, habiendo ganado el respeto de su maestro y condiscípulos, así como la creciente admiración de su padre adoptivo. Sin embargo, la nueva misión es encontrar su identidad de guerrero y de panda, lo que le traerá la paz interior, aunque esto pueda significar alejarse de su padre, el ganso.

Con estos antecedentes, es natural que el tercer episodio, actualmente en cartelera, introduzca un nuevo reto a vencer para Po. Como de costumbre, el objetivo en cuestión es presentado por el sabio maestro Shi Fu, un pequeño y viejo panda rojo, que explica a Po que su crecimiento espiritual lo debe llevar a al siguiente nivel de maestría en el Kung Fu: la enseñanza a los demás. Al mismo tiempo y para continuar con una subtrama presentada en Kung Fu Panda 2, Po va en busca de sus parientes pandas, que, siendo él un bebé, se habían escondido del villano de esa película. Así que en Kung Fu Panda 3 tenemos al fodongo panda convertido en maestro de artes marciales para pandas de todas las edades y condiciones.

El reto verdadero es para la propia película: cumplir con las altas expectativas que se han creado por los dos episodios anteriores que, aunque vinieron de más a menos en cuanto a comedia, por el lado de las escenas de Kung Fu y el diseño de escenarios y personajes crecieron notablemente. Para acabar pronto: el villano pavorreal de la segunda es más impresionante visualmente y mucho más interesante que el villano de la primera película. Kung Fu Panda 3 cumple muy apenitas.

Para empezar, el villano nuevo y sus motivos básicamente son reciclados de la primera película. Sus buenas escenas son un par de momentos que ocurren en una especie de inframundo con un diseño visual muy interesante, donde las leyes físicas (tiempo, espacio, gravedad) parecen no existir y mire usted que estamos en una película de Kung Fu, donde de entrada debemos aceptar que los peleadores prácticamente vuelan en cada patada.

En la historia principal, aunque todo ocurre de manera muy entretenida, realmente no hay ninguna sorpresa y básicamente se recurre a la trama hollywoodense del pueblo indefenso que gracias a su nuevo héroe encuentra el valor para enfrentarse al malo de la película. Comedia rutinaria, pues.

Es seguro que en un par de años tendremos Kung Fu Panda 4, donde Shi Fu le dará una nueva tarea a Po, con sus condiscípulos animales nuevamente relegados a las orillas de la historia. Sólo espero que la compañía Dreamworks Animation reencuentre la inspiración que hizo tan cómica a la primera y tan emotiva a la segunda. Y espero, también, que por fin se explique el misterio de por qué todos los animales en la película tienen nombre propio, pero los amigos guerreros de Po se llaman “Tigresa”, “Mantis”, “Grulla”, “Serpiente” y “Mono”.

sábado, 12 de marzo de 2016

Amy ***1/2

(Amy, Reino Unido 2015)
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Acabo de leer en el periódico una nota a propósito del Óscar a Mejor Documental, ganado por Amy, sobre la brillante pero breve carrera de la cantante inglesa Amy Winehouse, que entre los 18 y los 27 años hizo historia como compositora y cantante de blues y jazz, antes de morir, aparentemente por sus excesos con el alcohol y otras drogas. Esta nota periodística decía que el papá de Amy Winehouse tronaba contra la película, alegando que lo que se ve ahí, exceptuando el hecho de que Amy nació y murió, todo es mentira. Si hemos de hacerle caso al Sr. Winehouse, pues qué buena imaginación tiene el documentalista Asif Kapadia (que antes nos dio el documental Senna, sobre el famoso corredor de autos) para contar una historia tan intrincada y tan terrible: el ascenso de la adolescente Amy a la fama, sus grandes éxitos como artista, sus varias caídas personales y su eventual muerte.

Y más terrible historia aún, cuando una gran parte de lo que vemos y oímos en la película es a la propia Amy Winehouse, hablando a la cámara en distintos momentos de su vida, ya fuera grabada por sus amigos, por su representante, por su propio padre o por ella misma. Desde la primera escena, en que vemos a una Amy quinceañera cantar el “Happy Birthday” a una amiga, nos damos cuenta del talento natural de la chamaca por convertir cualquier tonada en una eventual joya del jazz. Lo que sigue es la historia de cómo esta adolescente fue llevada a donde no quería ir, por gente que solamente parecía interesada en lo que podía hacer con su voz y su incipiente talento para escribir canciones que se alejaban del pop y se acercaban al jazz. Es terrible atestiguar, en este compendio de imágenes, canciones y entrevistas, cómo nadie pudo o quiso hacer nada por detener la caída de una muchacha que en principio parecía tener un gran gusto por vivir para el arte.

Como punto de comparación, en Netflix también se puede ver el documental “Sinatra: All or nothing at all”, donde vemos cómo Frank Sinatra, desde muy joven, hizo todo lo que pudo y se le ocurrió, para convertirse en la gran estrella que fue sin perder de vista que, primero que nada, debía construir al artista. En contraste, el documental Amy nos muestra, justamente, cómo se destruye al artista.

Zootopia ***

(Zootopia, EUA 2016) Clasificación México ‘A’/EUA ‘PG’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Qué agradable sorpresa este estreno tempranero (en el año) de la casa Disney: una película de dibujos animados con animalitos parlantes y un par de mensajes aparentemente sencillos y directos (perseguir los sueños y la tolerancia a la diversidad), que presume de un excelente diseño de escenarios y buena comedia, con un par de chistes para carcajearse.

La protagonista es Judy, una conejita campirana que desde niña ha tenido la meta de ser policía y trabajar en la ciudad de Zootopia, donde conviven todo tipo de animales, desde ratones hasta leones. Sólo hay un detalle: los conejos nunca han sido policías, por su tamaño y su naturaleza tierna y apacible. Aún así, Judy estudia, se gradúa con honores de la academia de policía y finalmente es asignada a trabajar en la gran ciudad. Sin embargo, el jefe de la policía, un gigantesco búfalo, no cree en la capacidad de la conejita y la asigna a repartir multas de estacionamiento. Naturalmente, gracias a que Judy nunca se rinde, al segundo día en el trabajo ya está enfrascada en la resolución de un importante crimen que afecta a toda Zootopia.

Si bien los mensajes de lograr los sueños personales y aprender a aceptar las diferencias de los demás son bastante directos, la película presenta un tercer concepto que permea a lo largo de la historia y que tiene tanto o más valor: el respeto al estado de derecho. Me gustó cómo es abordada, sin remacharla, esta idea en distintas escenas, particularmente a la hora de que la trama criminal toca a ciertos personajes importantes en la vida de la ciudad. El que los personajes se apeguen (o no) al estado de derecho no es algo que se vea todos los días en películas dirigidas a los niños. Bien por Disney.