jueves, 18 de febrero de 2016

Deadpool **

(Deadpool, EUA 2016) Clasificación México ‘B-15’/’R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

Inicia la dosis anual de películas de superhéroes a la que ya estamos resignados los cinéfilos en este siglo. Y, fuera de la gracia de que el personaje en turno, Deadpool, muestra un sentido del humor digno de cualquier preparatoriano y habla como carretonero, el problema sigue siendo el mismo, como ya me lo explicó, hace dos años, Paula, una niña de siete, cuando no quiso ir a ver Capitán América 2: en las películas de superhéroes sólo hay peleas que no se entienden y pláticas aburridas. Pues (y como dije, excepto cuando Deadpool está diciendo chistes) haga usted de cuenta.

La fórmula obliga a que, siendo la primera película del personaje, una buena parte esté dedicada a las presentaciones. En esta esquina, los buenos: Deadpool y sus amigos, un par de X-Men desconocidos para mí (recordará usted las películas de estos personajes mutantes); en esta otra: Los malos, que resultan ser los creadores de Deadpool y también son mutantes. Contra ellos, Deadpool le entra, con literal y singular alegría, a los trancazos, sin miedo a que se lo suenen o le metan un plomazo: resulta que no importa cuánto lo lastimen, tiene el poder de la auto curación acelerada, así que realmente nunca hay suspenso ni sentido de peligro en cuanto al protagonista. Eso sólo nos deja, para disfrutar, su otra cualidad: el humor adolescente y generalmente soez, que por cierto incluye burlarse del hecho de que se está en una película de superhéroes y, en consecuencia, hablar directamente a la cámara, es decir, a nosotros.

Deadpool, el personaje, anda alrededor de los treinta años pero mentalmente parece atorado en la carrilla y el ingenio típicos de la prepa: reírse de e insultar a los demás y responder a los problemas con violencia inútil. Y justamente así es Deadpool, la película: el protagonista (el actor Ryan Reynolds, bastante simpático) recita chistes sin parar, la mayoría subidos de tono y la mayoría bastante buenos, pero cuando la trama se pone lenta o de plano se atora, pues a darle a los guamazos. Y ahí es donde uno, como público, tiene que preguntarse: ¿de qué sirve que se golpeen hasta el cansancio un par de personajes invulnerables? Igual que en la mayoría de estas películas, en Deadpool sólo es para llenar el espacio en donde debería estar contándonos una historia.

viernes, 12 de febrero de 2016

En primera plana ***

(Spotlight, EUA 2015) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Regular *Mala

El tema de la pederastia por sacerdotes y su encubrimiento sistemático por la jerarquía católica es escabroso y naturalmente va a causar controversia, porque es difícil separar la fe católica, de las acciones (buenas y malas) de los hombres que deciden tomar la misión de guiar esa fe. “En primera plana”, escrita y dirigida por Tom McCarthy, tiene el acierto de tocar el caso de forma indirecta, centrándose en las razones y el trabajo de los periodistas del diario The Boston Globe, que culminó en la serie de reportajes que lo expuso a la opinión pública.

“En primera plana” sigue la tradición hollywoodense de las películas que nos muestran cómo un profesional realiza su trabajo; en este caso, los periodistas investigadores del grupo Spotlight (literalmente: “llamado a la atención”), en el periódico The Boston Globe. En 2001 este grupo de reporteros fue asignado, por su editor, a indagar las acusaciones de que la arquidiócesis de Boston sabía y ocultó las acciones de un sacerdote que abusó sexualmente de unos 100 niños, a lo largo de tres décadas. Eventualmente, como sabemos, se descubrió que fueron cerca de 100 los sacerdotes protegidos por la arquidiócesis.

La película presenta los problemas que enfrentaron los reporteros de Spotlight. Primero, profesionalmente, al pensar inicialmente que el tema no era relevante; segundo, al darse cuenta de que la investigación los llevaría a enfrentarse pública y legalmente con la iglesia católica. Este conflicto se entiende mejor cuando se sabe, como bien explica la película, que Boston es una ciudad eminentemente católica, por lo que la arquidiócesis, encabezada nada menos que por un Cardenal, cuenta con poder social, político y económico en la comunidad. Y tercero, el problema personal: todos los reporteros de Spotlight, siendo bostonianos, forman parte de esa comunidad católica afectada por los hechos investigados, por lo que seguramente se enfrentarían, básicamente y como de hecho ocurrió, a los grupos de poder de la sociedad de la que forman parte.

El director McCarthy (que también escribió el guión) hace muy buen trabajo de entrelazar estos problemas en la trama, siempre manteniendo el enfoque de la película en la investigación. Así, vemos cómo cada miembro del equipo avanza en su tarea, mientras sortea alguno de los tres problemas mencionados. El gran triunfo del grupo Spotlight fue cómo su serie de reportajes ayudó a que la sociedad de Boston (y eventualmente de Estados Unidos y en cierta medida el Vaticano) tomara cartas en el terrible asunto de la pederastia perpetrada por sacerdotes. Por su parte, el gran triunfo de la película es mostrar cómo el verdadero periodismo de investigación tiene un propósito útil y noble.

Y definitivamente el escoger a actores conocidos y queridos (los excelentes Mark Ruffalo, Michael Keaton y Rachel McAdams) para representar a los personajes verdaderos es otro éxito del director McCarthy. Como lo dice uno de los periodistas al abogado de las víctimas, en la película: si quieres que el caso se conozca, no vas a un periódico desconocido. Igualmente, si quieres que la película se vea, escoges a actores que el espectador quiere ver.

viernes, 5 de febrero de 2016

Creed: Corazón de campeón ***

(Creed, EUA 2015) Clasificación México ‘B’/EUA ‘PG-13’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Mala *Regular

Hay una razón por la que Sylvester Stallone está nominado al Óscar como Mejor Actor Secundario por su trabajo en Creed: en ningún momento de la película dudamos que a quien estamos viendo es a un avejentado Rocky Balboa, siempre amable, dicharachero y con un gran corazón, aunque ya con la lentitud de los años, sobre todo a la hora de acompañar a su pupilo en el camino al ring.

El novel Ryan Coogler escribe y dirige esta especie de continuación de la serie de películas de Rocky, aprovechando la idea popular de que la historia siempre se repite. En este caso, el descubrimiento de un gran boxeador en un muchacho que viene de la calle, como vimos en la primera película, hace nada menos que 40 años. El nuevo boxeador descubierto es, como el nombre lo dice, hijo de Apollo Creed, antiguo contrincante y luego mejor amigo de Rocky. Creed murió sin conocer a Adonis, este hijo nacido fuera de matrimonio y ahora el muchacho, después de una infancia difícil, busca al viejo Rocky en su deseo de ser un gran boxeador.

Creed: Corazón de Campeón, no tiene sorpresas para el público y sí muchos buenos momentos visuales y auditivos, todos apoyados en la nostalgia de Rocky o, para quienes no han visto las famosas películas, apoyados en el legado de la original, sobre un Don Nadie que termina haciéndola en grande por su propio esfuerzo, tema común en Hollywood.

Siendo una película sobre boxeo, se agradece que el director Coogler muestre buena acción de peleas sobre el ring. Notable, en particular la escena de la primera pelea de Adonis ya entrenado por Rocky. En una toma (aparentemente) continua se muestra el combate sin cortes, desde que Adonis sube al ring hasta que termina la pelea. Un gran trabajo de la fotógrafa Maryse Alberti y los editores de cabecera de Coogler, Claudia Castello y Michael P. Shawver. La energía en pantalla es palpable y no se diga la emoción en las butacas del cine.

Revenant: El renacido ****

(The revenant, EUA 2015) Clasificación México ‘B-15’/EUA ‘R’
Calificaciones: ****Excelente ***Buena **Mala *Regular

En qué extraordinario narrador fílmico se está convirtiendo el director Alejandro G. Iñárritu. Como evidencia, apenas el año pasado tuvimos la excelente comedia existencial Birdman, que nos adentraba en la mente de un artista enfrentado con su decadencia, usando una estrategia completamente fuera de serie, al ligar todas las imágenes y sonidos para dar la ilusión de una toma continua, de principio a fin de la película.

Y este año nos entrega El renacido, un dramático regreso a la vida personal de un explorador norteamericano de principios del siglo XIX, movido por un fuerte deseo de venganza. Para ello, G. Iñárritu arrastra, literalmente, a su protagonista por tupidos bosques y paisajes congelados, con una cámara (del cada vez mejor Emmanuel Lubezki) siempre activa y nada tímida para mostrar persecuciones y sangrientos enfrentamientos, sean entre humanos armados, sean entre animales salvajes o el ya famoso ataque de una gigantesca osa al protagonista, encarnado por Leonardo DiCaprio.

Respecto al Óscar, además de la atención a la dirección de G. Iñárritu y a la fotografía de Lubezki, los reflectores están sobre DiCaprio y su (merecida) nominación a Mejor Actor. Cierto que es muy impactante ver al conocido actor arrastrarse entre árboles, por la nieve o en ríos de agua helada, al punto en que más bien pareciera un documental de supervivencia, pero las sutilezas del trabajo de DiCaprio en escenas quietas como, por ejemplo, cuando se traga su dolor para consolar a su hijo, son la verdadera joya de la película.

Es notable el trabajo de todo el ensamble y, en particular, el personaje del antagonista, creado por el actor Tom Hardy (Mad Max el año pasado), provoca en el espectador las mismas emociones que al personaje de DiCaprio. Con toda justicia Hardy está nominado a Mejor Actor Secundario y me gustaría mucho verlo alzar ese Óscar.